El primer día del
mes mayo de 1931 no fue un día cualquiera. Se celebraba en España el Día del
Trabajo. El Gobierno provisional de la República constituida apenas dos semanas
antes, había aprobado por
Ese viernes el paro en la ciudad fue total. No circularon
tranvías, taxis, metro ni cualquier otro vehículo, no se publicaron los diarios
y se cerraron todos los comercios, oficinas, talleres y fábricas.
La bandera de
la República engalanaba tanto edificios oficiales como particulares. Cerca de cien mil madrileños se concentraron
a primeras horas de la mañana en la plaza de la Cibeles. Vendedores ambulantes
ofrecían insignias de la República, lazos tricolores y gorros frigios. A las
diez y media de la mañana salió la manifestación desde la Plaza de Cánovas
hasta la de Colón. Al frente de la misma
iba el ministro de Trabajo, Francisco Largo Caballero, el alcalde de Madrid,
Pedro Rico y Miguel de Unamuno cogidos
del brazo. A su lado caminaban otros ministros como el de Hacienda, Indalecio
Prieto. Tras un gran mitin, El alcalde de Madrid, Pedro Rico, el ministro de
Trabajo, Francisco Largo Caballero, y Miguel de Unamuno cogidos del brazo en la
manifestación del día del trabajo. A su lado caminaban otros ministros como el
de Hacienda, Indalecio Prieto. El alcalde de Madrid, Pedro Rico, el ministro de
Trabajo, Francisco Largo Caballero, y Miguel de Unamuno cogidos del brazo en la
manifestación del día del trabajo. A su lado caminaban otros ministros como el
de Hacienda, Indalecio Prieto.se hizo entrega a Niceto Alcalá Zamora de los
acuerdos adoptados: “concesión del voto a los 21 años; ratificación de la
jornada de ocho horas; solución a la crisis de trabajo; intensificación de la
construcción de casas baratas; implantación de seguros sociales, creación de
escuelas, ley de cooperativas, legislación agraria y ley de control sindical de
las industrias”.
El sentir general de los madrileños era esperanzador ante el
cambio y la alegría desbordaba las calles al contrario del sentimiento de la
Iglesia, que ante ese primer primero de mayo se manifestó con gran imprudencia.
En su nombre, el Cardenal Segura realizó
una incesante campaña antirrepublicana. Insistió en la gratitud hacia Alfonso
XIII, que durante su reinado supo conservar las antiguas tradiciones de fe y
piedad de sus mayores, haciendo un llamamiento a los católicos para que no
permanecieran “quietos y ociosos” y se unieran para defender los derechos de la
Iglesia organizando cruzadas de oraciones y sacrificios debido al gran peligro
que corrían con la llegada de la República.
El mismo día 1 de mayo el Gobierno ordenó la expulsión de España de este
cardenal. La gran fiesta del 1º de mayo tuvo lugar en la Casa de Campo y el
Campo del Moro, que hasta entonces pertenecían al patrimonio real y que ese año
y por primera vez eran de uso y disfrute del pueblo de Madrid. Fueron
incautados por decreto del Ministerio de Hacienda del nuevo Gobierno
republicano de 20 de abril de 1931 y cedidos al Ayuntamiento de Madrid para ser
destinados a solar y recreo de sus habitantes, con la justificación de que la
ciudad no disponía entonces de bosques, parques y jardines en la
proporción que exigía la la densidad de
su población”. También había condiciones
en la cesión como la obligación de mantener las instalaciones de la Asociación
General de Ganaderos que y no dedicar los terrenos a usos distintos a los
expresados, y con la «absoluta prohibición de cercenar las áreas actuales de
aquellos inmuebles» Una riada de madrileños, según algunas fuentes más de
trescientos mil, desfiló desde primeras horas de la mañana camino de la Casa de
Campo. Miles de familias provistas de la comida para pasar el día en ese
inmenso pulmón verde de 1800 hectáreas que antes fuera coto de caza y territorio
privado de la familia real. , a las doce de la mañana, se realizó la ceremonia
de entrega oficial de la finca real por parte del Ministro de Hacienda,
Indalecio Prieto al alcalde de Madrid, Pedro Rico, ante el notario de Madrid
Pedro Tobar con los acordes del himno de Riego y el desfile de una compañía de
carabineros. Tras el acto la Casa de Campo quedó temporalmente cerrada hasta
que se realizaran las obras necesarias que la convertirían en parque público,
pero el pueblo de Madrid que tanto había disfrutado el primero de mayo de aquel
oásis, quería seguir haciéndolo sin esperar, por lo que no dejó de presionar al
alcalde que optó por abrir el parque algunos domingos hasta el 23 de junio,
fecha en la que se inauguró definitivamente.
El disfrute del parque por parte de los madrileños se vio
interrumpido a consecuencia de la Guerra, ya que la Casa de Campo fue frente
durante casi toda la contienda. La línea del frente cruzaba el Parque desde el
Puente de los Franceses y la Ciudad Universitaria, hasta la zona del actual
Alto de Extremadura, continuando hacia el entonces municipio de Carabanchel
Bajo. En el conocido cerro de Garabitas, estuvieron emplazadas las posiciones
artilleras de los sublevados que bombardearon diariamente la ciudad durante 30
meses. Tras la Guerra Franco suprimió el Primero de Mayo y se inventó el Día de
la Exaltación del Trabajo (18 de julio, que conmemoraba la fecha de su
rebelión). Y cuando el papa Pío XII declaró en 1955 el Primero de Mayo como la
festividad de San José Artesano, obligó al régimen franquista a buscarle un
lugar en el calendario. La celebración se disfrazó de actuaciones folclóricas
en el estadio Santiago Bernabéu. Tras la Guerra, Franco también decidió cerrar
al público la Casa de Campo hasta el año 1946. En 1948 la propiedad es cedida a
Patrimonio Nacional aunque el usufructo sigue en poder del Ayuntamiento. No
será hasta 1963cuando se inscriba en el Registro de la Propiedad como espacio
de uso público y hasta el 5 de octubre de 1970no se formaliza el registro de la
Casa de Campo como propiedad del pueblo de Madrid, pese a ser de su patrimonio
desde el año 1931.
Fuente: Búscame en el Ciclo de la vida
Fuente: Búscame en el Ciclo de la vida
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