Paco Arenas con 6 años |
Hace unos meses en el foro ciudad de Pinarejo, quise rendir
homenaje a lo que fue nuestro pueblo, reservando un apartado para mi primera
maestra, aquella que me enseñó a leer a escribir a escuchar cuentos, me consta que también
intento enseñarme las cuatro reglas,
pero mi cabeza nunca se ha llevado bien con los números, más puesta en fantasías
varias, de esas que dicen que vuelan pájaros dentro de la cabeza, aun así
termine asimilándolos más por tozudez que por devoción.
En Pinarejo, cuando yo corría por sus calles, había dos
escuelas, la de párvulos, que estaba en la subida a la Iglesia, a espaldas de
la calle Melgarejo, y la de los mayores separadas en chicos, a cargo de don
José y la de las chicas a cargo de su esposa doña Pía, porque entonces los
maestros se les anteponía el don delante del nombre y se les trataba con todo
respeto, ahora hay más cercanía y menos respeto, lo primero es positivo, lo
segundo no tanto pues si hay alguien a quien se les debe guardar respeto es a
aquellas personas que te enseñan en cierto modo y con la colaboración de tus
padres a ser persona.
Con Don José apenas fui algún mes suelto, cuando por circunstancias
varias pasaba por el pueblo algunas semanas, por ejemplo que mi madre tenía que
hacer la “matazón”, pues a principios de diciembre dejábamos la isla(Ibiza) y
mi madre a hacer la matanza, chorizos, morcillas, brazuelos, perniles y traca(güeña)
bien picante. Pues esas tres semanas iba
a la escuela de Pinarejo con don José, sin pegas ningunas, bueno yo si las
tenía, pero no me quedaba más remedio
que aguantar, eso sí con un leño para alimentar la estufa de la escuela, quien
no lo llevase no pasaba, también recuerdo en aquellos años del tardo franquismo
que por las mañanas hacíamos cola para que nos diesen una taza de leche en
polvo primero, y más tarde un botellín. De
doña Pía, apenas tengo un muy vago recuerdo.
Antigua escuela de mayores |
En Pinarejo estábamos
hasta el día de reyes que volvíamos, o al menos yo, volvía a Ibiza, a comenzar
la escuela. Pero antes de que esto pasase, yo también fui chiquillo en
Pinarejo:
Recuerdo aquellos días de invierno, que por las calles, entonces embarradas o
llenas de polvo y piedras y en algunas ocasiones de nieve, subía corriendo o a
regañadientes por la calle Divina Pastora, camino de la escuela, a veces me
acompañaba algún vecino, Jesús, Félix, a veces iba solo con mi perro “Manolo”,
que desde la puerta se volvía. Iba con una cartera hecha por mi madre de pana,
que le habría sobrado, tal vez, de hacerle unos pantalones a mi padre, la
cartera pesaba poco, nada tenía que ver con estás mochilas “quiebra-espaldas”
de ahora, llevábamos "el parvulito", una libreta, un sacapuntas, un lapicero y una
goma, más tarde recuerdo que tuve otra de “material”. Llegando a la esquina de
la calle El Tesillo, ya íbamos un buen grupo de chiquillos, en aquellos tiempos
Pinarejo era un hervidero de críos, recuerdo a Emilio, a Felipe, Jesús, Félix,
Los dos José Luis, Andrés, entre otros.
En la escuela, ya nos esperaba Doña Maruja, nuestra maestra,
a cada uno nos dedicaba su tiempo, yo tenía verdadero terror los días que
tocaban “cuentas”, nunca se me dieron bien las matemáticas y un día ocurrió
algo provocado por dicha incapacidad mía para los números.
Después del recreo tocaban cuentas, supongo que restas, pues
las sumas me resultaban fáciles, un amigo y yo, no recuerdo a ciencia cierta
quien, nos escapamos y nos escondimos entre puerta y puerta ¿pórtico? De la
iglesia en silencio y muertos de miedo, intentando escaquearnos de las “cuentas”
allí estuvimos hasta que doña Maruja preocupada, se le ocurrió mirar en dicho
lugar, no recuerdo si hubo castigo o no, creo que no, pero si lo hubo hubiese
sido merecido.
Otro día llego un “retratista” (fotógrafo) y nos
“retrataron” a todos, para que pareciésemos mayores, nos dejaban un libro de
lengua castellana, con la efigie de Don Quijote. Esa foto la conservo, de aquel
día recuerdo que el retratista, que a todos les decía que sonriesen, a mí me
dijo:
-Tú mejor cierra la boca.
Me faltaban las dos palas.
Otro día al salir de la escuela, una mujer comento a otra
que había llegado a La Carrera una mujer “guiando” un coche, respondiendo la
otra negativamente, esa circunstancia no se podía dar porque las mujeres no
sabían “guiar” coches, lo cierto es que fuimos muchos los chiquillos que
salimos corriendo a La Carrera a ver esa mujer que había llegado conduciendo un
coche, pero llegamos tarde y ya no había ni mujer ni coche, pero sí gente comentándolo.
De Doña Maruja mantengo un recuerdo entrañable, su enorme
paciencia, pero lo que más recuerdo era los cuentos que nos tenían embelesados,
en cierta ocasión nos contó uno que me impresiono mucho, recuerdo que durante
mucho tiempo me mantuvo un poco aterrorizado, y es que los cuentos infantiles
son relatos que pueden ser terroríficos,
no recuerdo de que cuento se trataba, pero creo que podría
ser “Gansel Y Gretel”, o Pulgarcito, o caperucita roja, no lo sé pero…
Me enseñó a leer e intento enseñarme las cuatro reglas, despertó
en mi mente infantil curiosidad por la
lectura, después de escucharla leernos o contarnos un cuento, me iba con un
amigo, que se llama Jesús, no recuerdo su apellido, que vivía en la calle de la
Veguilla, justo donde está ahora el supermercado de Francisco Culebras, nos subíamos
a la cámara e intentábamos leer o al menos ver los “santos”, de un libro que
tenia de su abuelo, entonces teníamos siete años. Más tarde esa experiencia la repetía en casa
del Correo, cada vez que iba al pueblo, siendo crio, buscaba a mi buen amigo Isidoro
y me dejaba sus “aguiluchos”, que devoraba con pasión.
Creo que mi afición a
la lectura, se la debo en cierta medida o en gran medida a los cuentos que nos
contaba doña Maruja, que como he dicho, me enseñó a leer, a escribir e intento
enseñarme las cuatro reglas.
Mi agradecimiento sincero.
Soy Pinarejero, me dejas un poco perplejo, no sabía que escribiese como escribes, más bien pensaba que erás un poco zoquete como yo, mira tu que si ahora a mis años por tu culkpa me aficiono a leer.
ResponderEliminarChorra que me falla mucho la vista pa estos menesteres y te andas saliendo con la tuya ya te dire a la cara quien soy
Un saludo
Paisano, no dejo de ser un poco zoquete, agradezco tu comentario, aunque esta noche no voy a dormir pensando quien eres, es broma, aunque si quieres me lo puedes decir a través de un comentario o por el foro de Pinarejo me mandas un “privado”, de todos modos si prefieres mantenerme con la intriga que le vamos a hacer.
ResponderEliminarUn saludo y gracias.
Hola paco. Soy la hija de doña Maruja. Por el foro hemos visto tu blog y leido tus comentarios, tambien se los hemos enseñado a mi madre, y nos ha hecho mucha ilusion y te agradecemos por la forma tan cariñosa en que hablas de ella. Mi madre dice que a ver si te ve por el pueblo y te lo puede agradecer en persona. Un abrazo. Angustias.
ResponderEliminarHola Angustias. No sabes cuánto agradezco tu comentario. De tu madre no puedo hablar de otro modo, lo que digo es como lo siento. Estoy seguro que tu madre influyo en mi afición a la lectura. A pesar de los años guardo un gran cariño de ella, siendo yo quien debo agradecerle a ella, no ella a mí, pues fue un lujo tenerla como maestra. Si hubiese tenido oportunidad de estudiar posiblemente yo también lo hubiese sido, pero…
EliminarSí debería pasarme por Pinarejo, de lo contrario cualquier día me quitáis la nacionalidad y con motivo, porque mucho nombrar y escribir “Pinarejo”, pero sin pisar sus calles y eso no está nada bien.
Un abrazo a todos y especialmente a tu madre.
Y muchas gracias por tu comentario.