No, no lo voy a hacer, no voy a
hablar de Podemos; pero tengo claro que no soy trasversal, que tengo la sangre
roja, el corazón a la izquierda y las ideas claras sobre el tipo de España que
quiero y deseo, y no es la actual cletocracia[1]
española.
No, no voy a hablar de Podemos,
tampoco de Izquierda Unida, ni del PSOE y mucho menos de su gestora. Voy a
hablar de la Izquierda y sus principios.
La Izquierda no debe buscar fórmulas
nuevas, ni reinventarse, es estúpido pensar eso (la derecha española está
anquilosada en el pasado y ahí está; incluso, algunos hasta reivindican la
anacrónica constitución de Cádiz de 1812, avanzada en su tiempo).
No es problema de lo nuevo y lo
viejo, sino de recuperar los valores y la esencia de la Izquierda, abandonados
en el olvido, en el intento de reinventarse con fórmulas nuevas y
"transversales".
¿Por qué la Izquierda (en su
conjunto) no prueba a reivindicar su esencia, la libertad, la igualdad, la
fraternidad, la República?
¿Por qué se tiene tanto miedo a
hablar de una democracia real y participativa, de la República?
Es preciso recuperar la ilusión, pero la ilusión no se recupera desde la traversalidad, sino desde los principios de la Izquierda, sin egos, ni personalismos, tampoco guardando pleitesía, a ningún rey impuesto, sino a los ideales sólidos, esos que tenemos en nuestra esencia biológica, en esencia que el 16 de febrero de 1936 llevo a la victoria sin paliativos al Frente Popular.
No, no voy a hablar de Podemos,
yo hablo de la Izquierda y su esencia, del valor de las palabras en
concordancia con las acciones, por eso no voy a hablar de Podemos.
Salud para todos y República para
España.