¿Qué hora es?
¿La buena o la mala?
Esas dos preguntas
eran como una contraseña entre mi padre y su consuegro, para esa noche escuchar
La Pirenaica. En ocasiones se confundían porque la buena era la solar y la mala
la que impuso Franco para que el horario español estuviese en concordancia con
el de la Alemania nazi. Ambos llevaban reloj de bolsillo y en no pocas
ocasiones se olvidaban de darle cuerda y no llegaban a la hora acordada o se
adelantaban una hora o se atrasaban, porque sus relojes marcaban una hora, la
hora oficial otra y la emisora clandestina al final adoptó la hora oficial.
Así andamos nosotros, no nos ponemos de acuerdo ni en la
hora. Parece como si todos quisiésemos que este viejo reloj que es España diese
la hora sin darle cuerda.
Ayer, a pesar del modo tan poco elegante en que hizo la
propuesta Pablo Iglesias, fue una propuesta que dejo descolocado a todo el
mundo, incluido al heredero de Franco, y no digamos a Rajoy. Por supuesto que
al PSOE, que en principio Pedro Sánchez admitió que ni los votantes socialistas
ni los de Podemos comprenderían que no hubiese un acuerdo entre las fuerzas
progresistas: PSOE, Podemos y Unidad Popular-IU.