«Crónicas desde el silencio de mi galillo» Al pan, pan y al
vino, vino...
Mucho tiempo he estado callado y tengo cosas por decir, pero
no puedo hablar…
Tal vez porque me duele toda la mandíbula, los puntos de la
operación me están haciendo rabiar y la ociosidad posoperatoria no es
productiva, me da tiempo para pensar en la situación actual. Lo jodió que debió
ser el domingo para los franceses demócratas tener que elegir entre el
«Napoleón», Macron y la fascista Le Pen, me veo como francés votante de
Jean-Luc Mélenchon con mi papeleta con el nombre de Emmanuel Macron y me entran
ganas de vomitar, y no tengo la garganta para tales menesteres.
Francia, la tierra de
la «Liberté, Égalité, Fraternité» la que tantos miramos con admiración, faro de
Europa, verla en esa tesitura entra desánimo.
Imaginemos qué habría ocurrido si Anne Hidalgo, Yannick Jadot y Fabien
Roussel hubiesen unido sus votos a los de Jean-Luc Mélenchon, el mejor situado
con diferencia. La tesitura hubiera sido muy diferente.
¿Para qué ir a Francia? Aquí tenemos lo sucedido en Castilla
la Vieja y León, desmembrada una y pegado artificialmente el otro, ninguneados
e ignorado los dos, que ha metido en el gobierno a misóginos y fascistas
enemigos de la democracia y la libertad. Es lo que tiene dejar de lado y
abandonada la España rural, cualquier fascista puede sembrar cizaña donde la
Unión Europea no permite sembrar girasol, para así comprárselo a Ucrania y
Rusia. Estamos en la Europa de los mercaderes, no lo olvidemos, también en la
Europa de los fabricantes de armas y de los especuladores, que están haciendo
el agosto a costa de la guerra y de los europeos. Unos vendiendo armas, que pagamos todos y que
lo único que logra es prolongar la guerra y llenar sus arcas y los otros, los
especuladores, con la excusa de la guerra, demostrar lo que son aún más LADRONES, inflando los precios
salvajemente, hasta un 800% de lo que pagan en origen.
Moreno Bonilla ha
convocado elecciones en Andalucía que cuestan una millonada. Él no las pagará, ni Mañueco tampoco, por eso
las convoca y por estrategia electoral.
La excusa para hacer
ese gasto bestial, que se podría dedicar a la ninguneada sanidad pública y
educación, es igual de falaz que el de Mañueco o el de la nefasta Virgen del
Zendal, Isabel Díaz Ayuso. Mienten y lo saben, pero sus votantes no ven o no
quieren ver, porque saberlo lo saben.
Al igual que en Francia, la Izquierda dividida, la «Oyente»,
parece que anda peor del oído que yo de la garganta. No tiene prisa por
intentar ser una voz aglutinadora y parece que anda más bien como voz
disonante. Comienzo a tener sospechas sobre la «Oyente», espero que
equivocadas. Un proyecto político no se construye de la noche a la mañana y
tomándoselo con esa melsa.
A la Izquierda la veo en Andalucía, lo mismo que en el norte
de Castilla y León o Francia, cada uno por su lado tirándose al pozo de la
inoperancia. ¡Copón! No es tan difícil. En lugar de tanto estar de oyente,
sentarse a elaborar una alternativa coherente y unida.
Entre unas cosas y otras, no he dicho nada de Feijóo. Es un
gallego de manual, de tópico (tengo muchos amigos gallegos que son personas que
valen mucho y con las ideas muy claras). Feijóo es tan inteligente que es capaz
de dar un discurso de dos horas, no decir nada y que parezca que ha dicho todas
las verdades del universo. El amigo de narcos y mafias no es un «bocachanclas».
Sin decir nada, parece que dice, repitiendo cosas imposibles, que sabe que lo
son y que cuando llegue al gobierno, con la ayuda de la extrema derecha, hará
lo contrario.
Feijóo dijo sobre los ricos, que lo eran porque «habían
trabajado más que otros». Es decir,
queridos votantes de este farsante, si no sois ricos, es porque sois unos
vagos, aunque llevéis toda la vida levantados desde la cinco de la mañana y
trabajando en un día más de lo que lo
hace un político antes y después de utilizar la puerta giratoria. Para Feijóo
sois unos vagos, pero muchos de vosotros lo vais a votar.
A los comisionistas, Feijóo los califica de «unos pillos»,
casos aislados, claro, que entre esos pillos está Tomás Ayuso, que se va a ir
de rositas, bendecido por él, pues en lugar de tomar medidas contra el tráfico
de influencias y la corrupción, apoya a la quien las practica. Como a un juez se le ocurra citar a Tomás
Ayuso, deja de ser juez de por vida, sino que se lo pregunten a Pablo Casado lo
que le ha pasado por denunciar que el hermano de la «Virgen del Zendal» se llevó casi 300.000
euros, de comisiones por no hacer nada.
Algún día, espero, se
investigará por qué la nave con letrero de «hospital», presupuestado por 45
millones, supuestamente se pagó 175 millones, ¿cuántas y cuántos comisionistas
habrán hecho con el Zendal el agosto en plena pandemia? Me da que lo de Tomás
Díaz Ayuso, y los «pillos» que dice Feijóo refiriéndose a Medina y Luceño, se
queda en mantillas al lado de lo que salga del presunto hospital Zendal.
Parece que España sigue el camino de otras veces y vamos a
necesitar para salir de estas tesituras los milagros sobrenaturales del coño de
la Bernarda.
Otro día, si me da por pensar, hablaré del espionaje y de los
sueldos que cobran los reyes por vivir a cuerpo de rey.
Paco Arenas
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