Señorías, dennos razones
para sentir con orgullo esta tierra que amamos, pisamos y ustedes arrastran por
la ciénaga. Tierra en la cual, por culpa de sus ambiciones, se ahogarán, una
vez más millones de españoles, cada uno en su diversidad y forma de sentir España. Bastante desgracia tenemos de tenerlos a ustedes
como representantes electos. Votados por culpa de nuestra estupidez y falta de
memoria colectiva ante sus desmanes y saqueos.
Bastante tenemos los españoles,
por si lo anterior, no fuera suficiente, el tener que sufrir al virus que llegó
y a las coronas que nos impusieron y padecemos desde hace mucho tiempo.
España, esa patria
dividida en dos o en veinte, esa España que heló el corazón al poeta, sigue
helando las risas de los españoles. Esa España, señorías, avergüenza…
Esa España, donde la
esperanza se quiebra en medio del océano, sin respetar la memoria de los
fallecidos. Esa España, señorías, avergüenza…
Esa España, donde no
importa nada, y todo sirve, con tal de conseguir objetivos, ya sean económicos
o políticos. Esa España, señorías, avergüenza…
Esa España, donde las
víctimas son la excusa, importando más los fallecidos, que duelen, claro que
duelen, que los que pueden llegar a fallecer, que también dolerán, y ustedes tendrán mucha culpa sobre los muertos que se produzcan, y que pudieron ser evitados, y ustedes pusieron palos en las ruedas. Esa España, señorías, avergüenza…
Esa España en la que sus
representantes votados, rinden pleitesía a ladrones y mafiosos, y veneran a
evasores. Esa España, señorías, avergüenza…
Ellos, esa España que
luchó por un mundo mejor, esa España se han marchado, se están marchando, se
marcharán, solos. Esa España duele. Duele no poder darles siquiera el último
adiós, a pesar de sentir el pecho inflamado por la angustia, de no tener palabras
en los labios para expresar ese sufrimiento, cuando las lágrimas son como sosa
caustica en nuestras mejillas. Esa España duele, la otra, la de cuanto peor
mejor, avergüenza.
Hay otra España que hace
que sientas correr la sangre por las venas, esos que han arriesgado sus vidas,
que se han entregado en cuerpo y alma a la lucha contra el bicho, esos
sanitarios, esos empleados de tienda, agricultores, basureros, repartidores, y
todas esas esenciales, También la disciplina de esa España de los balcones, confinada
entre las cuatro paredes de su casa. Esa España enamora.
Ahora de lo que se trata
no es de poner banderas a media asta, ni crespones negros, ni celebrar que
España agoniza envuelta en la tempura de un bocadillo de calamares. Ahora lo
realmente importante, es que esa España que avergüenza cada miércoles echando a
la cara los muertos, en lugar de buscar soluciones, se pongan a trabajar codo
con codo con el Gobierno. ¡NEGOCIEN! Luego, después, cuando el último fallecido
sea enterrado, y el último parado tenga un trabajo, entonces expresen sus
razones y que sea el Pueblo quien decida, sobre ustedes, otros tipos de
parásitos que de las tetas de la vaca maman.
De nada sirven banderas,
corbatas crespones negros, para consolar a quienes se quedan, cuando algunos
calculan con aterradora frialdad, sin delicadeza alguna, la rentabilidad de la
herida, multiplicando el número de fallecidos, por el número de votos que
puedan llegar a conseguir.
Demuestren que ya que la
Corona, no está a la altura, ustedes que son representantes electos, sí están a
la altura del Pueblo, de España, hagan que al pronunciar la palabra España, con
independencia de nuestra ideología o nuestra bandera, nos sintamos orgullosos,
y no tengamos que decir el nombre de nuestra patria con vergonzante
resignación, porque quienes deberían representar al pueblo son unos miserables.
Sean patriotas, pero de
verdad, ser patriota no es donar material sanitario como si fuese una limosna,
después de haberse llevado la producción a donde por unas rupias trabajan como
esclavos, tampoco lo es pagar los impuestos en Holanda.
Ser patriota, no es
poner una bandera en el balcón, un crespón negro, y luego robar lo público o
llevarse el dinero robado a Suiza o Panamá, no eso no es ser patriotas, sino
traidores a la patria.
Siéntense, negocien, y
si no llegan a un acuerdo, no se levanten ni para cargar, que ya la cagan
bastante por importarles más los intereses de quiénes los tienen a sueldo que
de esa España que los ha votado y tan indignamente representan.
España merece políticos
honrados, valientes y patriotas, dispuestos a arrimar el hombro. No vale
criticar para derribar al gobierno sin buscar ni aportar soluciones.
P.D. Con todo mi respeto
a los políticos honrados, que los hay, aunque parezca mentira, también en
España.
Paco Arenas