viernes, 11 de junio de 2021

Sobre las cárceles franquistas - El testimonio de Ezequiel San José López

 



Sobre las cárceles franquistas

El testimonio de Ezequiel San José López

Cuando estaba escribiendo Magdalenas sin azúcar, necesitaba documentarme, por muchos testimonios que me transmitiera mi madre, poco loe había contado su padre sobre los siete años que estuvo preso en el Penal de Chinchilla de Montearagón, entonces tropecé con el testimonio de Ezequiel San José López. Incluso pude contactar con él, lo cual resultó muy interesante. Hablamos sobre la situación en las cárceles en la provincia de Albacete, no olvidemos que mi abuelo, el principal protagonista masculino de Magdalenas sin azúcar, estuvo en el penal de Chinchilla-Albacete. También hablamos de los «barreros» de Villarrobledo, a donde, tras la traición de Casado, llevaban a mi padre, Fermín Arenas, junto con otros soldados republicanos, en dirección de Villarrobledo, donde se produjeron cientos de asesinatos masivos por parte de las fuerzas golpistas de genocida Francisco Franco.

Los barreros, pozos de donde se extraía la arcilla para la fabricación de las famosas tinajas de Villarrobledo, tenían una profundidad de unos 40 metros. Las víctimas, vecinos del pueblo o la comarca, eran colocadas unas al lado de otras y fusiladas, sin preocuparse de darles el tiro de gracia, algunos, en un acto de máxima crueldad, heridos levemente, siendo muchos quienes caían con vida, siendo sepultados por la siguiente tanda de víctimas. Sus gritos y lamentos se escuchaban kilómetros a la redonda, mi madre asegura haberlos escuchado desde cerca de San Clemente.  Se calcula que en los primeros días del triunfo de los golpistas traidores a la patria del general Franco, que fueron asesinadas más de 300 personas de ese modo tan cruel. Después, los asesinatos pasaron a producirse en el cementerio de Albacete.

Debo decir que mi padre y un paisano de Pinarejo, no llegaron a Villarrobledo, tal y conforme narro en mi novela Magdalenas sin azúcar, aprovechando una fuerte lluvia, saltaron del camión, poco antes de llegar. Salvando así la vida

Ambos estuvieron durante varios días escondidos por los campos y montes, hasta que consiguieron, a cambio de sus mejores tierras, ser avalados, por el alcalde franquista de Pinarejo.

Fue el testimonio de Ezequiel, de palabras y a través de este documento, publicado por el Instituto de Estudios Albacetenses.

Paco Arenas, autor de Magdalenas sin azúcar



Sobre las cárceles franquistas

 (El testimonio de Ezequiel San José López)


Ezequiel San José , con el penal de El Dueso en el año 2001

La documentación y las referencias sobre los campos de concentración nazis son abundantísimas. Particularmente cuando tratan del genocidio sufrido por los judíos, lo cual es positivo por-que el olvido de tales salvajadas iría contra la más elemental decencia. Otra cosa es que tras buena parte de esta campaña antinazi estén ciertos grupos judíos que se mueven por intereses económicos políticos muy actuales. Algunos colectivos asimismo víctimas del nazismo no han tenido parecidos vale-dores y a estas alturas mucha gente ignora que en el infierno concentración ario se asesinó a gitanos, homosexuales y sobre todo comunistas. Desde 1936 el fascismo español, al que Alemania e Italia ayudaron, cometió aquí también crímenes espantosos. Sin embargo, existe una diferencia abismal entre la publicidad de unos y otros casos. Son raros y poco divulgados, particularmente en España, los trabajos sobre las torturas y la muerte de decenas de miles de hombres y mujeres en los centros policíacos, cuarteles, campos de concentración, cárceles y paredones de nuestro país. El distinto tratamiento dado a ambas represiones quizás se debe al distinto final de las dos dictaduras. El nazismo alemán fue derrotado militarmente y el franquismo, muerto Franco, acabó aquí en una transición pactada entre fuerzas franquistas.

todavía poderosas y una oposición variopinta dividida y manipulada, algunos de cuyos componentes aceptaron aquella especie de borrón y cuenta nueva que beneficiaba a los represores silenciando sus atrocidades y otra parte, la más represa-liada, carente de medios y fiel defensora de la Reconciliación Nacional abanderada desde años antes que no creyó políticamente oportuno sacar a relucir el sangriento pasado. Ahora, decenios después, a muchos nos parece que con tal actitud las fuerzas de izquierda cometieron un tremendo error histórico. Es conveniente, por tanto, divulgar cuanto sea posible los horrores del ayer franquista y contar sus aspectos represivos, algunas de cuyas facetas peores se vieron en las cárceles. Hay que decir que aquí, en España, los presos que no recibían ayuda de sus familiares del exterior estuvieron condenados al hambre más espantosa. Luego de meses de bazofia aguada compuesta de algunos trozos de nabo y restos podridos de un pescado salado (Corvina), se les hinchaban cara, manos y pies y frecuentemente morían de inanición. Quienes padecimos aquello no encontramos mucha diferencia entre las fotos de los supervivientes esqueléticos de los campos nazis y el aspecto nuestro de entonces. ¿Se ha publicado lo suficiente que los chinches y los piojos nos devoraban? No conozco ninguna información que mencione la proliferación del ántrax y la sarna entre los reclusos. Ni de las epidemias de tifus y viruela en la Prisión Provincial de Albacete. Ni de la tuberculosis que sufrimos tantísimos. Yo he padecido dos largos períodos carcelarios. El primero desde julio de 1939 hasta finales de 1943 y el segundo desde abril de 1947 hasta noviembre de 1951, más varios años de libertad vigilada controlado por la policía. Las dos veces por actividades políticas contra la seguridad del Estado (de aquel Estado). En las dos ocasiones condenado por Consejos de Guerra que pidieron penas de muerte a algunos compañeros. Los dos períodos fueron terribles, aunque sin duda el peor el primero. Hay que señalar que, acabada la guerra, las cárceles proliferaron. Los establecimientos penitenciarios existentes eran insuficientes para recluir en ellos a los miles y miles de personas que los fascistas vencedores consideraban enemigos. Plazas de toros, estadios y conventos e iglesias todavía no habilitados para el culto se llenaron, tanto de soldados del ejército republicano derrotado como de cualquiera considerado sospechoso por las nuevas autoridades.

En cada pueblo, tras las matanzas vengativas de los primeros días, los izquierdistas fueron recluidos en los sitios más diversos y poco a poco trasladados a lugares que ofrecieran mayor seguridad como los pueblos cabeza de partido o capitales de provincia. Para regentar tanta cárcel se promocionó como funcionarios de prisiones a falangistas, alféreces provisionales licenciados y "adictos a la causa nacional". Cabe imaginar el comportamiento de tales guardianes.

Cárceles en Albacete

En Albacete, la vieja prisión provincial quedó abarrotada al instante. El hacinamiento era tal que con las celdas y galerías (las llamaban esparteras) repletas, muchos presos pasaban la noche sentados en la escalera que conducía a la planta superior. De los dos patios existentes a uno lo convirtieron en enorme celda donde por las noches los detenidos dormían en el suelo, bajo las estrellas. Nada comparado con lo reservado a los condenados a muerte. En celdas concebidas para dos personas eran encerrados de dieciséis en dieciséis, "chapadas" las puertas y con dos zambullos para sus necesidades.

Los zambullos eran unos recipientes cilíndricos de barro cocido de cincuenta centímetros de altura por veinte o veinticinco de diámetro que se les retiraba por la mañana tras el recuento y les volvían a colocar después de vaciados. No salían de sus celdas, excepto para la comunicación semanal en un locutorio horripilante los que recibían visita de familiares, hasta que se les conmutaba la pena o eran conducidos al paredón. Cuando dejaban aquel antro ya parecían cadáveres. Escribir esto ahora hasta nos parece inconcebible a quienes lo vivimos. Pero había otras cosas. Los retretes y escasos lavabos no funcionaban y excrementos, orines y agua sucia anegaban la planta baja de la cárcel ensuciando a quienes tenían que dormir allí.

He señalado que el trato de los carceleros hacia nosotros era indecente. Violencias físicas aparte, siguiendo directrices superiores, buscaban humillarnos. Era obligatorio cantar diariamente, en formación, los himnos Arimendi y Cara al Sol y escuchar la marcha real tras la cual el funcionario de turno aullaba los consabidos España, una; España, grande; España, libre, que debíamos corear. Dirigirse a cualquier carcelero llevaba consigo saludos a la romana y comenzar: "a sus órdenes don fulano", para después decirle lo que fuera. Y las misas dominicales ineludibles. No tengo noticias de que la Iglesia haya pedido perdón por su colaboración con aquello. Lo que acabo de relatar se prolongó durante años. Y aunque las condenas y malos tratos se prolongaron ron prácticamente hasta el final del franquismo, luego de la derrota de Alemania algunas cosas se modificaron: se suprimieron los cantos fascistas y el obligado saludo brazo en alto. El régimen ya no era una hechura nazi, era simplemente nacionalsindicalista.

Leído lo anterior es posible que, hoy, alguien se interese por el comportamiento de los prisioneros ante el hambre, las humillaciones, la promiscuidad, la amenaza de largas condenas o la muerte. Como en todo colectivo humano en grave coyuntura las reacciones eran varias. A un sector relativamente numeroso que de buena fe creyó aquello de la "Paz Honrosa" propalado por los acólitos del coronel Casado en los últimos días de la guerra, le sorprendió algo tan distinto a lo esperado. Otros se extrañaban de que "a ellos" les ocurriera esto admitiendo que los demás lo merecieran; eran los menos. Grupos reducidos embrutecidos por el hambre y la miseria hurgaban entre la basura buscando residuos que comer o colillas. Pero generalmente la moral era alta. La guerra había concienciado a los más y quienes se creen posesores de la razón, de la verdad, se enfrentan a la tragedia y a la muerte con valor. Las noches de "saca" cuando los condenados a morir eran conducidos a "capilla" nos saludaban a los todavía vivos con vivas a la República, a la Revolución, a la Libertad. Y desde su último encierro muchos cantaban "La Internacional".

Al amanecer, con la cárcel silenciosa, llegaba desde el cementerio no lejano, el eco apagado de los disparos. La solidaridad era frecuente, aunque no general. Quien poseía comida aportada desde la calle por la familia solía compartirla con parientes y compañeros más necesitados creando comunas. Años después en una población penal más politizada, surgió todo un complejo de Comisiones: Comisión de Ayuda, Comisión Jurídica, Comisión Cultural y de Enseñanza, que repartían entre todos los recursos existentes, preparaban a los procesados para enfrentarse a los Consejos de Guerra rechazando a los "defensores de oficio" que no defendían nada, creaban colectivos culturales; todo, claro está, clandestinamente frente a las autoridades carcelarias.

Poco más o menos, salvadas las concretas diferencias de lugar, algo similar ocurrió en los campos de concentración alemanes donde igual que aquí tales acciones las dirigían los más combativos. Hay que señalar que las afinidades ideológicas aglutinaban a bastantes. También la procedencia. Era normal la mayor relación entre paisanos. Algo especial marcaba a los de Villarrobledo. Después de las matanzas de los barreros trajeron a Albacete a muchos desde allí. Proceder de Villarrobledo en aquella época significaba un agravante. Los juicios sumarísimos los condenaban a muerte en mayor proporción que a otros. Un militar, no recuerdo su graduación, venía con frecuencia a tomarles declaración o a ultimar los trámites procesales. Pude verlo, casualmente. Era un individuo enfermizo, macilento, con cara de mala persona. Los presos le temían. Su gestión acrecentó el número de víctimas de este pueblo manchego. Más tarde oí que estaba casado con una ricachona de allí.

Aunque la represión de Villarrobledo es destacable, otros pueblos, Almansa, Hellín, Yeste, La Gineta, Tarazona. En la capital, Albacete, no escaparon mucho mejor a las torturas y piquetes. Pero como al principio de este trabajo comenté parece cual si una pesada losa de silencio hubiera caído sobre aquel pasado. Conviene, lo escribí en otra ocasión, que las nuevas generaciones lo conozcan. Conocer el pasado ayudará a evitar tragedias similares. Es necesario que historiadores e investigadores de nuestra provincia indaguen, busquen documentos y datos, recaben el testimonio de los supervivientes y los expongan para general conocimiento. ¿O es que todavía hay miedo?

Autor: Ezequiel San José López

RESUMEN: El autor fue un miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas durante la guerra. Ocupó puestos de dirección en la Organización de Albacete. Marcha al frente a los dieciséis años de edad luchando en la 5.9 Brigada Mixta de Carabineros en los frentes del Jarama: Arganda, Morata de Tajuña, Pingarrón, etc. Combate en Madrid contra los golpistas dirigidos por el coronel Casado y al terminar la guerra es detenido formando parte de un grupo clandestino del Partido Comunista. Tras salir en libertad vigilada a finales de 1943 se reincorpora a la Resistencia y es apresado nuevamente en Madrid en abril de 1947.

P.D. Tuve el placer de hablar con Ezequiel el 9 de abril de 2014, cuando contaba 92 años tenía una lucidez impresionante y unas ganas de luchar que ya quisiéramos muchos.

jueves, 20 de mayo de 2021

De aquellos lodos... Sí, de aquellos lodos, porque aquella dictadura franquista era un lodazal putrefacto...

 


De aquellos lodos...

Sí, de aquellos lodos, porque aquella dictadura franquista era un lodazal putrefacto...

¿Recordáis cuando el sátrapa de Marruecos, Hassan II, aquel que el demérito le llamaba hermano, decidió llevar a cabo la llamada Marcha Verde?

 Pues eso, España con su capitán general al mando, abandonó cobardemente al pueblo saharaui en manos de un reyezuelo de ambición desmedida, al cual nunca le importó su pueblo, al que jamás ha dudado en matarlos de hambre.

En aquellos tiempos de infamia, mandó a familias a ocupar una tierra que pertenecía al pueblo saharaui, entonces ciudadanos españoles.

 “El hermano” de aquel reyezuelo, regaló, para vergüenza de España, a Marruecos, el Sahara Español, en lugar de devolver esa tierra a sus legítimos dueños, los saharauis, traicionando a España y   aquellos ciudadanos españoles, que hablaban español y tenían carné de identidad español. Nada le importó al heredero del dictador, en su toma de posesión como rey impuesto, recibió como sobrino al actual dictador marroquí, a título de rey.

Desde ese momento, España y sus diversos gobiernos se han arrodillado ante el “hermano” y después "sobrino" del campechano huido en Dubái, eso sí forrado y con guardaespaldas pagados por España. 

Hassan II lo supo, el actual dictador de Marruecos, Mohamed VI, lo sabe también, que puede hacer lo mismo con Ceuta, Melilla y hasta Canarias o al menos chantajear a España para que pague vasallaje, el último de 13 millones de euros. Marruecos es un país muy rico, tanto que su sátrapa se permite comprarse relojes de millón y medio de euros, o hacerse un palacio en París de 88 millones de euros. A buen seguro que al igual que su "tío" tendrá miles de millones en paraísos fiscales, mientras que su pueblo pasa hambre.

 Los migrantes son víctimas de ese tirano, no son soldados, como dicen los salvapatrias.  Padre e hijo desde el primer momento han chantajeado a España ha utilizado a su pueblo como carnaza para asegurarse para como otros que conocemos aumentan sus cuentas en paraísos fiscales. 

El problema es grave, pero no nos debemos equivocar, las familias, niños y adolescentes que han cruzado la frontera, con el beneplácito de la policía y el engaño del dictador marroquí, lo han hecho huyendo del hambre y la tiranía de la monarquía marroquí.

La cobardía de los diversos gobiernos españoles negándose a reconocer a la República Democrática Saharaui, ha provocado ese continúo chantaje. Si el “hermano” de Hassan II hubiera actuado con lealtad hacia esos ciudadanos españoles, que eran entonces, se habría terminado los chantajes, así España incumple el mandato de la ONU y siempre estará sometida al chantaje perpetuo. España, y Europa tienen otras armas para arrodillar al dictador marroquí, sin recurrir a lo que piden los “salvapatrias” que tanto alaban al campechano y que siembran el odio y la xenofobia contra los ciudadanos marroquíes, que como digo son víctimas del dictador. La Unión Europea es el mayor mercado de Marruecos, si realmente somos una Unión, que no me lo creo, Europa siempre le ha dado la espalda a España, como ocurrió tras el golpe de Estado de Franco.

No sé cuál es la solución, desde luego, nunca la armada, el Gobierno y Europa deben estar a la altura y acabar con el chantaje permanente. Lo que tengo claro es que la solución debe llegar de manera democrática y diplomática, respetando las víctimas del sátrapa de Mohamed VI, y siendo fuertes con el matón de patio que es el dictador marroquí. 

Y esos políticos que se les llena la boca de España, y presumen de patriotas (dime de qué presumen y te diré de qué careces) sean realmente patriotas y ni tomen por válidos los argumentos del hijo del “hermano” del emérito, (tal para cual, la familia ideal), y ejerzan de patriotas de verdad, no solo de boquilla. Las palabras de Casado no están en ese camino, daría cualquier cosa porque la cosa fuese mal, incluso perdiendo Ceuta, si con ello llega al gobierno.

Otro punto y aparte es el líder del partido nazi, que ha vivido siempre cual ladilla, de chiringuitos y que hizo lo posible e imposible por no hacer el servicio militar, y no lo hizo, ahora se vista con símbolos militares y quiera mandar a los soldados españoles a matar niños y familias para “resolver” una crisis que no es militar. Lo malo es que ese mensaje xenófobo y belicista cala entre muchos españoles.  

Para acabar, pienso, que esta crisis humanitaria provocará que los sembradores de odio multipliquen sus adeptos, por lo cual, nos jugamos mucho más de lo que parece.  Y eso me da mucho más miedo que los migrantes, que repito, son víctimas de un reyezuelo, que lo único que buscan es un futuro digno, que no tienen en Marruecos, porque todas las ayudas que da la Unión Europea y España, se las queda el dictador marroquí, sin que llegue nada a sus súbditos.

Paco Arenas, autor de la novela, entre otras Magdalenassin azúcar.

viernes, 12 de marzo de 2021

¿Madrileñofobia? El estúpido argumento de los ineptos

Sólo los estúpidos pueden creer que existe madrileñofobia. Es el viejo de envolverse en la bandera, algo que hacen todos los corruptos e ineptos para seguir sus tropelías.

Ha ocurrido siempre, recuerdo a Zaplana, a Francisco Camps, que hablaban de envidia, manía o fobia a los valencianos, cuando la prensa hablaba de sus corruptelas, antes de dimitir, también varios discursos bastantes parecidos, al de Isabel Díaz Ayuso:

No permitiré que se ataque a Valencia. Todos los valencianos, no podemos permitir que se nos diga a los valencianos como debemos pensar en nuestra tierra, ni que se dañe ni a su economía ni instituciones. Mientras yo sea president, defenderé hasta con mi vida la libertad del Reino de Valencia de todos los ataques que se hagan contra el valencianismo. Estarem tots a l'una veu per a defensar València i ofrenar noves glòries a Espanya…

Ni existía fobia a los valencianos entonces, ni ahora a los madrileños, ¡menuda gilipollez! Ni Camps, ni Zaplana eran Valencia, ni Pujol o Puigdemont, Cataluña, ni el rey emérito ni el actual son España, del mismo modo que Isabel Díaz Ayuso, es Madrid, ni representa la libertad en Madrid, más bien al contrario.  Y que se critique a Ayuso, a Zaplana, Camps, los reyes o Pujol, no es atacar a Madrid, Valencia, España o Cataluña. 

Sólo gente sin riego en el cerebro puede caer en la trampa de esta tipa peligrosa, la bolsonaro española, ha llevado a Madrid al colapso sanitario, lo cual ha provocado que uno de cada cinco fallecidos en España, sea madrileño.       

Isabel Díaz Ayuso, no es Agustina de Aragón, no está defendiendo a Madrid de una agresión externa, sus cañones apuntan al corazón y a los bolsillos de los madrileños, y por si fuera poco, tiene menos luces que un candil apagado.

martes, 23 de febrero de 2021

¿Fracasó el golpe del 23F? 40 años de una farsa (la fabricación de un héroe de ficción)


 


 ¿Fracasó el golpe del 23F? 40 años de una farsa

A estas alturas del cuento sería preciso ser muy ingenuo para creer que el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 fue un fracaso, a pesar de la mascarada de ensalzamiento, hoy en el Congreso, de quién fue erigido como héroe sin serlo, y que ahora está huido rodeado de lujos que pagamos todos en Dubái, protegido por personajes de conductas todavía menos ejemplares que el presunto héroe.

Antes del presunto golpe de Estado las manifestaciones eran multitudinarias y comenzaba a hablarse de República, el propio primer ministro, Adolfo Suárez reconocía ante Victoria Prego, que no se hacía referéndum sobre monarquía o República, porque la Democracia habría arrasado por amplia mayoría, según las encuestas que realizaba el Gobierno y diversos medios.  

El heredero de dictador y su reinado estaban en peligro. Suárez, a pesar de proceder del Movimiento Nacional, se había creído la Democracia, y puede que tal vez soñara con ser el tercer jefe de Estado elegido de manera democrática, ¿quién sabe? Lo cierto es que, según diversos medios, rechazó la propuesta de recortar drásticamente aquel sucedáneo fraudulento de democracia y decidieron quitárselo del medio.

Creo que todos deberíamos hacer memoria, leer lo que se escribió fuera, en el extranjero, el informe de la embajada alemana, el libro del coronel Martínez Inglés, para terminar, preguntándonos si realmente fracasó el golpe de Estado del 23-F de 1981, o si fue golpe o autogolpe.

Vamos por partes:

 29 de enero de 1981, los preparativos del golpe en Melilla 

Lo que aquí relato lo viví en primera persona junto a otros muchos soldados, por tanto, saqué conclusiones, creo que acertadas. Vamos a ello:

 El presunto golpe de Estado fue algo que se estuvo fraguando desde hacía tiempo, a mi entender Adolfo Suárez no estaba de acuerdo con él, creía en la Democracia, al contrario que su hijo.  Suárez fue una víctima inocente, pero no así otros, deberían servir de pista sus palabras:

 «No quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España» 

Yo tuve oportunidad de verlo en persona aquel 29 de enero de 1981, y lo que vi, literalmente fue un cadáver y no solo político...

 La memoria siempre es frágil y antojadiza, pero a pesar de ello, mirando las cosas con perspectiva, desde el presente, se llegan a comprender cosas que en los momentos, en los cuales transcurrieron los acontecimientos, suelen pasar desapercibidas, ocultas arrastradas por los mismos.

El 29 de enero de 1981, dos de las tres banderas de la Legión de Melilla formamos en el fuerte de Rostro Gordo, para recibir la visita del entonces presidente del gobierno Adolfo Suárez. La visita estaba prevista para las 3 de la tarde, nos hicieron vestir con el uniforme de gala de la legión, en manga corta y con el pecho descubierto, el frío helaba hasta las pestañas, aquel día en Melilla la temperatura primaveral se había marchado de vacaciones, sin que pasase Filomena de visita.

 El presidente del gobierno llegó sobre las seis de la tarde en helicóptero, el cual aterrizó allí mismo en la explanada del fuerte.    A esas alturas de tarde, ya casi de noche, estábamos helados y tiritando, para combatir el frío, los mandos cometieron la torpeza de hacernos desfilar a paso legionario a intervalos, siendo infinitamente peor, el remedio que la enfermedad. Tras cada sesión de paso legionario, terminábamos chorreando de sudor, con la ropa empapada, con el aire frío secando nuestra ropa y riñones. Fueron muchos los compañeros que en los días posteriores cayeron enfermos, por aquella negligencia de los mandos.

Cuando Adolfo Suárez pasó revista a las tropas, como ya he dicho me pareció ver a un auténtico cadáver, políticamente ya lo era. Su rostro blanco como la nieve, acartonado, totalmente demacrado. Podría decirse que sus ojos mostraban la misma preocupación o desesperación que muestra una madre cuando le dicen que su hijo va a morir por una grave enfermedad.

Mucho después supe que fue obligado a dimitir por parte del rey, al que hoy se le rinde homenaje y pleitesía a pesar de sus conductas poco ejemplares. Fue obligado a dimitir por presiones del rey y de militares de su entorno, es algo que ha salido en diversos medios después, y en la prensa internacional entonces.

 El día 22 de ese mismo mes, Suárez fue citado por el Rey para almorzar en La Zarzuela. Compartiendo mesa y mantel con significados comensales: los tenientes generales Milans del Bosch, González del Yerro y Merry Gordon, responsables militares, respectivamente, de Valencia, Canarias y Sevilla. Los tres llevan tiempo quejándose de la situación y no ocultan su apuesta por un golpe de timón que «enderece» la vida política española, ignoro si entonces también hablaron de asesinar a veintiséis millones de españoles, Suárez estaba al tanto de sus conspiraciones.

Aunque Suárez intenta exculpar al rey, según Moran:

 El Rey no sólo se lo había pedido, sino que había presionado para que dimitiera, pues los militares amenazaban con un golpe de Estado, si Suárez no abandonaba la presidencia, por ya no considerarlo «uno de los suyos».

 

El objetivo era formar un gobierno de concentración, presidido por Alfonso Armada, jefe militar de la Casa Real, gobierno que incluso contaba con la aquiescencia de los socialistas, al menos por el oligarca Felipe González y allegados, gerifaltes, ahora posicionados en la extrema derecha y sentados en consejos de administración de las empresas energéticas.

Volvamos a aquel miércoles, 29 de enero de 1981

Fuimos muchos quienes comentamos el aspecto demacrado del presidente del gobierno.  No estaría en la explanada de Rostro Gordo más allá de cinco minutos, el tiempo necesario para un rápido desfile legionario, después se marchó con los mandos militares presentes, entre los que había de diversos cuerpos, y mandaron romper filas. Entonces no comprendí el motivo de aquella extraña visita a la guarnición de Melilla, la cual no fue publicitada para nada. Cuando al día siguiente, bajamos a Melilla, nadie sabía nada de la misma, de hecho, resulta muy difícil encontrar nada sobre aquel viaje de Suárez, existe alguna referencia mínima.  

Por otra parte, si el discurso de la dimisión como presidente del gobierno lo grabó por la mañana, si ese día nada sabíamos de la visita, hasta la hora de comer, si la visita estaba prevista para las tres de la tarde y no llegó hasta pasadas las seis de la tarde, mi conclusión:  es que no fue la guarnición de Melilla la única guarnición que visitó en aquellos días previos al golpe de Estado, que fueron varias.  No tenía sentido una visita como aquella en un día como aquel, para presenciar un desfile de cinco escasos minutos con la guarnición temblando de frío, no así los mandos que se encontraban en la cantina. 

Unos días antes de aquella extraña visita, según el calendario previsto, nos anunciaron que los legionarios de primer reemplazo de 1979, al cual pertenecía yo, deberíamos entregar la ropa militar el día 2 de febrero, para licenciarnos el día 4 de febrero.  Muy contento llamé a mi madre para comunicarle la noticia, diciéndole que me iría directamente para mi pueblo, a Pinarejo, donde el día 5 febrero comenzaban las fiestas patronales. 

 Llegado el día 2 de febrero, comenzamos a preparar toda la ropa militar para entregarla por la tarde en guarnecería. Los licenciados ese día ya no participamos en la instrucción y lo dedicamos por la mañana a limpiar nuestras armas reglamentarias para entregarlas al cabo furrier. Sobre las doce de la mañana, se presentó un teniente de apellido, creo recordar que Moreno, el cual nos comunicó que no nos licenciamos, que nos marchábamos de maniobras a la península y que los veteranos y sobre todo los tiradores, como era mi caso, éramos necesarios para participar en las maniobras.   Pensamos que se trataba de unas palabras surgidas de un colocón de hierba que se habría fumado, algo habitual en él.  Resultaba más que extraño, siempre, absolutamente siempre, cuando debíamos marchar de maniobras, lo sabíamos con un mes o dos de antelación. No tenía sentido esa noticia, cuando se marchó el teniente, comenzamos a bromear sobre el asunto, nos reímos con ganas, pero solo durante unos minutos. Al instante, a paso ligero llegó el resto de la compañía, más de una hora antes de lo previsto, confirmando lo dicho por el teniente.

Sin darnos tregua ni permiso para avisar a nuestras familias comenzamos la frenética preparación de todo lo imprescindible para llevar a cabo las maniobras, en muchos aspectos diferentes a las habituales. Primero se cargó mucha más munición y explosivos de lo normal, según me dijeron los legionarios que participaron en la carga, para ser unas maniobras improvisadas, varios camiones.  Por otro, en lugar de entregar nosotros la ropa, nos entregaron un equipaje de camuflaje y tiendas de campaña, también de camuflaje, no vestíamos el uniforme verde de la Legión.

Con todo esto a las siete de la tarde/noche estábamos en el barco que nos llevaría a Almería, donde fuimos a un acuartelamiento que estaba a las afueras de la ciudad, para, después de cenar, salir hacia una zona del desierto almeriense cercano a un pueblo que se llama Campo Hermoso. Allí donde nos dejaron ir a dar una vuelta, algunos aprovechamos para llamar a nuestras familias y comunicarles la mala nueva, y que no sabíamos cuándo seríamos licenciados.

Las maniobras fueron inexistentes, salvo un día que fuimos a tirar granadas de mano y otro día hicimos ejercicios de tiro, algo que hacíamos de manera asidua en Melilla. Dichas maniobras consistieron en ir por la noche de un lado a otro de marcha, cambiando la ubicación continuamente, auténticas palizas para los pies, yo tuve suerte, al estar en defensa contra carros, que las marchas las realizaba sobre el vehículo del CSR (Cañón Sin Retroceso) en contrapartida nos tocaba hacer la primera guardia de la noche, ya de madrugada. 

Algunos días comíamos de caliente, los menos, muchos eran los días que la comida era enlatada, y casi todos los días, para cada cuatro legionarios, nos daban una botella de medio litro de coñac o de anís, algo bastante peligroso, teniendo en cuenta que íbamos armados hasta los dientes.  No ocurrió nada afortunadamente, pasamos los días aburridos, algo de instrucción y con muchas incertidumbres sin saber cuándo terminaban las maniobras y por tanto cuando seríamos licenciados. Los únicos que parecían tener actividad intensa, yo diría frenética, eran los altos mandos, que permanecían mucho tiempo reunidos, y de vez en cuando llegaba helicópteros; pero, no sabíamos ni quienes eran, ni quienes no.

   Cada vez la monotonía era mayor, nos extrañaba esa falta de inactividad, esas «maniobras». Días enteros de estar los días ocultos, sin hacer absolutamente nada, como si estuviésemos de vacaciones en el campo, armados y con alcohol de sobra.   Notamos nerviosismo en los mandos.  En dos ocasiones nos reunieron, la primera para darnos un discurso «patriótico suicida» en el cual se nos invitaba a derramar la sangre por España y el rey, y la segunda después de una nula actividad entre la tropa y muchas idas y venidas de helicópteros durante dos días. Tras los cuales, el teniente coronel nos arengó con un segundo discurso, en esta ocasión leído, en líneas generales nos volvió a decir lo mismo, nos dio las gracias por nuestra «entrega generosa a la patria, a la bandera y a su católica majestad».

Unas horas después llegaron un montón de camiones, los cuales nos trasladan al puerto de Almería y de ahí al barco, barco que al día siguiente sin demora nos devolvía a quienes debíamos habernos licenciados el día cuatro de febrero al puerto de Málaga, sin apenas darnos tiempo a hacer el equipaje.

Saco las siguientes conclusiones con este relato, el cual se ajusta a la realidad:

  La primera que el golpe de Estado no se improvisó de la noche a la mañana, que Suárez en persona recorrió distintos acuartelamientos, en mi opinión para sopesar apoyos y que posiblemente por no decir seguro, estaba en contra del mismo, que el entonces capitán general de la IIª Región Militar, en principio apoyó el golpe y por desconocidas razones, después se volvió atrás y que el golpe, fue sólo presunto y con las pruebas aportadas, tanto por la embajada alemana, como por diversas fuentes, tuvo bastante de autogolpe.

 Que ese golpe escenificado por Antonio Tejero y Milans del Bosch en su versión más cutre, no fracasó, sino que posiblemente fue un gran éxito, formando parte del guión de una mala película de terror, en el cual las víctimas eran la Democracia en España y el pueblo español, al tiempo que se fabricaba un héroe de ficción que los medios y la clase política harían que pareciera real.

Los efectos de ese presunto autogolpe del Régimen, fueron inmediatos. Consiguiendo claramente sus objetivos: se generó un clima de miedo, quienes lo impulsaron vieron cómo se llevaba a la práctica sus recomendaciones principales y su «caótica majestad» quedaba como un «héroe nacional», capaz de frenar cualquier intentona golpista, eso sí, con varias horas de retraso, cuando ya todos los váteres del país estaban atascados.

La gran estafa. 2ª parte

¿Fracaso el golpe del 23F? ¿Sabremos algún día la verdad?

 A estas alturas casi nadie es tan ingenuo como para creerse que el presunto golpe de Estado no fue en realidad un autogolpe en el que hubo muchos implicados presuntamente «demócratas», y por supuesto ningún héroe.

Tras ser licenciado el 18 de febrero, el día 23 de febrero de 1981, llegué con un amigo de Utrera a Valencia, procedente de Sevilla. Llegamos a las 18:30 horas.    Nos enteramos del golpe de Milans del Bosch a las 19:30, cuando nos encontrábamos tomando unas cervezas en el bar de un amigo. De repente, vimos largas colas en una tienda de ultramarinos del barrio, entonces no existía Mercadona, ni Comsum, ni ninguna gran multinacional o plataforma digital capaz de hundir y hacer desaparecer al pequeño comercio de barrio.

 

Valencia se quedó totalmente bloqueada por cuarenta tanques, las personas que se encontraban en el centro de la ciudad tardaron, en muchos casos, más de cuatro horas en llegar a sus casas, provocando el temor entre la población. Debo decir que tanto mi amigo como yo, teníamos miedo, nuestro valor, como el de todo soldado, se nos suponía.  Al menos, en mi caso, no era un valiente, él tampoco, por mucho que hubiésemos estado en la legión.  Ambos teníamos similar ideología y teníamos muy claro que si se liaba, ninguno de los dos podríamos volver al ejército.

 

En estos momentos creo que todos, o la mayoría, tenemos claro que el 23 de febrero, si bien fue un golpe contra las nacientes libertades de los españoles, no fue contra el Régimen, continuador de la dictadura franquista, ni fue su heredero quien lo evitó.  En ese golpe participaron muchos «héroes del silencio», muchos que deberían haber hablado y callaron y que no hablarán jamás, porque realmente fueron unos traidores a la democracia española, y por tanto a España, y el régimen les pagó y muy bien.  «héroes del silencio» que entonces y después se convirtieron en cómplices de esa gran farsa que hoy, cuarenta años después, se escenifica en el Congreso de los Diputados.

 

No todos los militares estaban de acuerdo, ya relate en la primera parte los presumibles intentos de Suárez por evitar ese presunto «golpe de Estado», dirigido, en parte contra su persona. La visita al acuartelamiento de la Legión el mismo día de su dimisión, y el traslado de las tropas legionarias, el día 2 de febrero a Almería, para participar en unas presuntas maniobras militares, a mí me lo dejan claro.

 

Hubo quien en esos momentos no fue un «héroe del silencio» Jordi Pujol, por mucho que luego se demostrará que es un gran corrupto, con los mismos testaferros que el emérito, y que no será juzgado, tampoco el emérito, porque como bien dijo, si mueven las ramas, cae el Régimen, por eso no se juzga, ni se juzgará jamás, por su silencio cómplice con el Régimen. Debo confesar, y está muy claro, que la persona de Jordi Pujol, no es santo de mi devoción, ni antes ni, ni mucho menos ahora que sé, como todos, cuáles son sus amistades, y por qué no se toca.  Sin embargo, yo le concedo un mérito y un valor que no tuvieron otros, y no me refiero en este caso solo al rey, principal beneficiado del presunto golpe de Estado.   Sobre las 20:30 horas Jordi Pujol fue la persona más valiente y responsable de toda la clase política española, el único que tomo la iniciativa que debería haber tomado quien después se llevó el mérito: a través de Radio Nacional de España de Barcelona se dirigió a toda España para decir lo que estaba ocurriendo, y además,  en castellano, lo cual le daba un plus de inquietud, en mi caso fue la primera ocasión en que le escuche hablar en castellano, la segunda vez cuando tuve oportunidad de saludarlo, a él y a su mujer,  en San Mateo(Castellón), donde coincidimos.

 

No era a Jordi Pujol a quien le correspondía ese discurso tranquilizador, que no tranquilizo, más bien al contrario.  Jordi Pujol, hablando en castellano y dirigiéndose a todos los españoles, para decir que no pasaba nada y que tenía una parte del ejército y al director general de la guardia civil a sus órdenes, no tranquilizaba, al contrario, dejaba claro que algo gordo está pasando cuando es él y  no  la persona que esperó  varias horas para desautorizar ese presunto golpe de Estado, quien se dirigía a la nación española. El presunto «héroe» no lo hizo hasta después de la una de la madrugada, cinco horas después que Pujol.

La pregunta del millón, en este caso no es una, sino varias y que dejan bastantes respuestas claras y otras muchas en duda, son:

 ¿Por qué razón no se dirigió el presunto «héroe del 23-F» a los españoles inmediatamente después de producirse la intentona o al menos antes que Pujol?

 ¿Esperó, si no estaba en el asunto, para ver qué cariz tomaban los acontecimientos e inclinarse a un lado u otro de la balanza?

¿Por qué razón o motivo el PSOE a través de Enrique Múgica consultó o propuso a Jordi Pujol, sustituir a Adolfo Suárez por un militar de «mentalidad» democrática?

 ¿Por qué motivo o razón hay tantos silencios y tantas respuestas sin responder 40 años después?

 ¿Cuántos españoles creemos en estos momentos que realmente fracasó aquel presunto golpe de estado del 23 de febrero de 1981?

 ¿Acaso ese golpe no sirvió para llevarnos a la situación actual de descomposición de las formas presuntamente democráticas generando corrupción, para pagar favores y amordazar a la población en todos los estamentos e instituciones del Estado?

¿Sabremos algún día la VERDAD?

Hoy 40 años después, mientras en el Congreso se honra al huido en Abu Dabi, en un acto de ensalzamiento de un héroe que nunca fue, en un acto de autobombo para poner en valor una institución que no lo tiene, como es la monarquía, instaurada por Franco. Sobre el honrado, hoy en el Congreso, el presunto héroe de conductas poco ejemplares, que está siendo juzgado en Suiza, (aunque la prensa española no se haga eco, la otra gran artífice de la mentira sobre la presunta transición a la democracia) algún día sabremos la verdad, cuando políticos y prensa, no babeen, por intereses o corruptelas.


 Este Régimen es un régimen corrupto, sinónimo, a nivel mundial de corrupción. Un país en el que no nos creemos las palabras del mentiroso de Rajoy al decir que España no es un país corrupto, puede que lleve razón, España no, todas y cada una de las instituciones del Estado. España, hoy es un país con el 40% la juventud menor de 30 años, desempleada, por culpa de los corruptos y de conductas poco ejemplares. Juventud, que ve como no tiene futuro, y mientras que s ellos se les priva del futuro, a la nieta de ese presunto «héroe», se le paga una educación de varios miles de euros.

©Paco Arenas- Escritor, autor de Magdalenas sin azúcar. 

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