Levantaron
una valla, dividiendo la ciudad entre ricos y pobres, tapando su mezquindad con
banderas, siempre fue así, a más corrupción o tiranía, más metros de banderas,
Como ya no podían culpabilizar a las mujeres,
culpabilizando a las víctimas, a los pobres, a los inmigrantes, con
desdén e ineptitud. No pusieron rastreadores, ni médicos, y pusieron capellanes
y policías.
Buscaron cómplices a los que luego echar la
culpa, en nombre de la cooperación, la monarquía y el "interés
general", y el primer ministro cayó en la trampa o fue cómplice, accedió a
las propuestas de esos aprendices de Huxley y su "Mundo feliz" o de
Orwell y "1984" o esa serie inspirada en ellos, de la reaccionaria
Antena 3, dijeron que iban a acordar
soluciones, y sólo acordaron poner
banderas, policías y capellanes, donde debían haber puesto médicos y
rastreadores.
En
"Parásitos" el rico parásito
dicen que los pobres huelen a pobre, al olor a Metro, ayer una parásita decía
que no había olor más molesto que el Metro después de las tres de la tarde.
Quienes se reunieron ayer, no van en
Metro, por eso acordaron poner policías y no vagones de Metro, donde todas las
mañanas, antes del alba, los obreros hacinado se meten en los vagones, hombro
con hombro con hombro, aliento con aliento, si no trabajan no comen, y van a
los barrios ricos a servir a los del
otro lado de la valla, mientras las miradas
de la policía, amenazan, evitando cualquier fuga del camino
marcado, mostrándoles con sus armas que
podría ser peor.
Han puesto
policías, donde debían poner médicos, los gobernantes se gastaron, lo que no
robaron, que lo que roban a buen recaudo lo ponen. No hay dinero para médicos,
tampoco para maestros, lo que no roban, se lo gastan en policías.
Todas las
tardes, los obreros cruzan la valla en vagones atestados, con olor a sudor de
regreso a sus casas, llevando los virus de los barrios ricos a sus pobres
casas.
Entre
banderas los gobernantes brindaban con vino y rosas, tapaban con banderas su
mezquindad, sin ninguno mencionar que en Madrid, como antaño en Sudáfrica o en Palestina, ahora, en Madrid, imponían el
"apartheid"
Y pusieron
policías y capellanes, donde debían poner médicos, maestros, vagones...
©Paco Arenas, autor de Magdalenas sin azúcar