Da la impresión que con la confesión de Jordi Pujol hemos
descubierto algo que no sabíamos, y si lees determinados medios o escuchas a elocuentes tertulianos parece como si la corrupción fuese algo que
territorialmente se circunscriba a Cataluña, escuchar la desfachatez de los
afines al partido podrido o al de los ERES, o a Periodistas del Mundo, La
Razón, el ABC o el País, o centrando la corrupción en Cataluña o puniendo el
ventilador y esparciendo su mierda entre todos.
Desde el comienzo del apéndice de la dictadura franquista,
si en algo se ha caracterizado este reino, ha sido por los casos de corrupción,
no es que en la puta madre de la
monarquía, es decir en la dictadura criminal del general Franco, existiese menos corrupción, puede que más,
pero la censura y la inexistente falta de libertad impedían que los españoles
tuviésemos conocimientos de ello.