En Andalucía ya han aprobado
impartir clase de caza y tauromaquia, también implantaran el «pin
neandertal», como ya lo han hecho en Murcia. Quien manda en la derecha no es el
PP, el jefe de la derecha es el ayatolá Abascal, convirtiéndose tanto el
PP, como Cs, en meras marionetas de los nazis.
Ahora, debemos recordar que, si en
los tiempos de la dictadura, que tanto añoran, algún padre se hubiese atrevido
a decir algo así, automáticamente lo habrían fusilado. Ellos, que durante más
cincuenta años han estado adoctrinando a los niños, ¿hablan de no adoctrinar?
Ellos, que durante los años de la dictadura se robaron miles de niños a sus
padres, y la pederastia estaba al orden del día, ¿se inventan historias de
juegos eróticos a menores, que están solo en sus perturbadas mentes
trogloditas?
Eran tiempos en los cuales se decía
que «el verso y la letra con sangre entra», o «quien bien te quiere
te hará llorar». Tiempos grises, en los cuales los hijos de los
obreros se tenían que conformar con la enseñanza primaria, si es que la
terminaban. Siendo escasos aquellos que llegaban a la
universidad. Tiempos en los cuales la religión y el Espíritu
Nacional del Movimiento eran las asignaturas más importantes, todos debíamos
ser buenos cristianos y sobre todo buenos «patriotas» y estar
dispuestos a derramar hasta la última gota de sangre por el «Caudillo»,
que según ponía en las monedas, «era por la gracia de Dios».
Se rezaba todos los días, al
comenzar la mañana y en la hora del «ángelus», y de vez en cuando se iba a
la iglesia por cualquier circunstancia, viniera a cuento o no. No
existía el «veto parental» el adoctrinamiento era machacón y
constante, sobre todo en las clases de historia, de religión, pero también de
geografía o de lengua castellana. Se cantaba el «Cara al sol» , con
brazo en alto haciendo el saludo romano, nazi o fascista:
«Cara al sol con la camisa nueva, que tú
bordaste en rojo ayer…»
Debo decir que yo nunca llegue a
cantarla, no porque fuese más chulo o valiente que nadie, en Pinarejo, no
recuerdo que se cantase, en Ibiza, era ya por entonces era un lugar que servía
de escaparate a la dictadura y hubiese dado mala imagen ante los turistas
internacionales. Gracias a eso me libre, no así en otras partes de España.
Las aulas las presidia el crucifijo, a
los lados las fotos en blanco y negro del fundador de Falange y del dictador e
instaurador del actual régimen borbónico. Como tal, a principios de los años 80
todavía en alguna escuela quedaban los retratos, a los cuales se les había
unido el del Borbón. Una vez retirados los símbolos fascistas,
fueron muchos los padres que intentaron con poco éxito la retirada del
crucifijo, un símbolo que pertenece a una determinada religión, la mayoritaria
sí, pero que hoy no puede decirse con los datos en la mano que España sea un
país católico, en teoría el 70% de los españoles se declara católico, pero solo
un 15% pisa la iglesia de manera habitual, mientras que un 55% no la pisa como
no sea por una ceremonia familiar, quedándose en muchos casos en los bares del
contorno. El interés de los españoles por la supervivencia de la
Iglesia católica queda demostrado con el número de españoles que marcan la casilla
en favor de la Iglesia Católica, menos de un 35%, cuando no por ello van a
pagar más y a pesar de la publicidad en los medios de manipulación masiva,
mientras que en otros países quien quiere contribuir a subvencionar cualquier
religión debe pagar una cantidad aparte de los impuestos que tocan, caso de
Alemania.
No seré yo quien prohíba ninguna
religión, creencia o decisión de adorar a Cristo, a Mahoma, Yahveh o a un tótem
siux; no obstante, pienso que no debo estar obligado a pagar unos espectáculos
a los cuales no asisto, como dicen en mi pueblo, cada cual que se pague sus
propios vicios. Mucho menos me parece de recibo que sea la Iglesia
católica o cualquier otra secta o religión quien tenga la potestad de marcar la
educación de mis hijos, que les roben horas lectivas de matemáticas o
humanidades para lavarles el cerebro con una doctrina que ni ellos mismos
creen. Que eliminen educación para la ciudadanía en la cual se
inculcaban valores éticos y de respeto a las diferencias por supuestamente
adoctrinar a los jóvenes, y, en su lugar impongan la religión católica como
asignatura obligatoria o en su defecto una asignatura basada en la moral judeo
cristiana de esa misma religión.
Eran tiempos grises, de retratos
de fascistas y crucifijos en la escuela, esos tiempos que sus herederos
políticos pretenden que regresen.
Paco Arenas