Los traidores
llegaron como un
grito de verano
en el silencio de la
noche oscura,
amordazando las
gargantas,
atando las manos,
arrojando ceniza en
los ojos,
sembraron la muerte
en nombre de la
patria
aquellos que la
apuñaban por la espalda.
No es paz,
lo que impone la espada
que derrama la sangre del pueblo.
No es paz,
La que siembra de cadáveres los
campos
Donde el trigo debe crecer.
No es paz,
La que llena de lágrimas los
cementerios.
No es paz,
La impuesta por los traidores.
©Paco Arenas
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