miércoles, 8 de mayo de 2019

Inundaciones en España por babeo de caracoles y babosas




En Londres nace un chiquillo en una lujosa clínica que cuesta no sé cuantos miles de libras esterlinas la noche, y a la vez se gastan millones en alumbrar la ciudad. Dicen que es un nacimiento "real" atípico y envuelto en secretismo, pero todos los medios de comunicación babean como estúpidos que consideran imbéciles a sus lectores, televidentes o radioyentes. Un nacimiento que no es más digno ni interesante que el de cualquier otro niño que nace en los suburbios de Londres; sin embargo, la ciudad del Támesis es una gran pista de patinaje por las babas de los caracoles.

En Tailandia, un golfo encarcela a su tercera esposa y a los parientes de la misma, porque se ha encaprichado de la que será su cuarta víctima, con la que decide casarse hasta que se encapriche de la quinta o decida que sea apedreada hasta la muerte. Antes hace que se arrastre como una babosa, porque él es el rey. Ese déspota Golfo se gasta millones y millones en ceremonias ridículas, muchos de sus siervos se mueren en chozas de hambre o son asesinados por sentir o pensar diferente; a pesar de todo, Bangkok es una gran pista de patinaje por las babas de los caracoles.

En Riad, un traficante de armas decide sobre las vidas de sus abnegados súbditos y regala joyas y diamantes a sus colegas. En Riad, no hay inundaciones, las saladas lágrimas de sus mujeres han secado el suelo donde caen.

En el Congreso de los imputados, perdón de los diputados, cuelgan el retrato de una persona que nunca ha hecho otra cosa que vivir a cuerpo de rey, gastándose casi quince millones de pesetas. son tales los elogios que recibe el sujeto, que Madrid se ha inundado por el exceso de babas.

Y como siempre se ha dicho: para que los listos puedan vivir a cuerpo de rey, sin pegar palo al agua, tiene que haber muchos tontos babeantes.

P.D. Si todas estas situaciones parecen y son ridículas, mucho más ridículo es que en pleno siglo XXI, quienes nos consideramos ciudadanos, permitamos que instituciones tan caducas, como inútiles y parasitarias sigan viviendo a costa nuestra.

Paco Arenas, autor de la novela que da voz a quienes se vieron privada de ella MAGDALENAS SIN AZÚCAR. 

Leer cinco primeros capítulos


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