Llegará el día que de nuevo en la Puerta del Sol brille con
los colores de la libertad. Llegará el día, espero que así sea, que, entre el
barullo de gentes alegres e inconscientes, no haya otras sentadas en el suelo
al lado de sus colchones o cartones, donde cuando los caminantes regresen en el
último tren a sus confortables casas, ellos, los mendigos, los desahuciados por
el terrorismo político financiero, intentarán conciliar el sueño y combatir el
frío, en una inútil batalla perdida.
Llegará el día que todos los palacios sean museos o
bibliotecas al servicio del pueblo y no lujosas fortalezas donde habitan gentes
sin oficio ni beneficio que viven a costa de los desahuciados, si también de
los desahuciados, y de esos que trabajando se ven obligados al racionar sus
pobres viandas para que sus hijos puedan comer, también de los inconscientes
que votan a ladrones, haciéndose cómplices de los delincuentes...
Llegará el día en que los parásitos serán solo insectos
invertebrados, no delincuentes con traje y corbata...
Llegará el día que salga el sol en la Puerta del Sol.
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