(A quienes morirán en
Venezuela)
No, no es la poesía, lo sé,
lo que estalla en mi cabeza,
¿pero qué importa
cuando sabes que la sangre
regará las calles?
¿Acaso un conjuro detendrá la
caza?
Lo invisible salta a la vista,
solo es preciso querer ver.
No es paz, lo sé,
Lo que trastorna mi cabeza.
Es verdad errante,
derramada como la inmundicia
de las cloacas
en un mar de mierda,
que devoran los pensamientos
desde los rayos catódicos
de ruidosos televisores.
No buscan libertad, lo sé,
quienes se suben a la tarima,
y se llenan sus bocas,
de su sagrado nombre.
La sangre que riega las
calles,
¡Ay amor!
Se paga en dólares.
© Paco Arenas
Los manuscritos de Teresa Panza
Caricias rotas
Esperando la lluvia-Cuentos al calor de la lumbre
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