Ellos, los integrantes de la «Cofradía del Nudo Atado y
Bien Atado», autodenominados «constitucionalistas», siempre la tienen en la
boca la Constitución, y se proclaman así mismos garantes de la misma, de esa
Constitución que garantiza privilegios de los poderosos, y se olvida de
proteger a los débiles, a los desahuciados, a quienes trabajan para dar un
trozo de pan a sus hijos, estudios, un porvenir, y al amparo de esa PRESUNTA
Constitución elaboran reformas laborales que condena a los más jóvenes a la
esclavitud, a la que ahora llaman «trabajar de becario», lo cual provoca que
los mayores de cincuenta sean desahuciados laboralmente, porque ¿para qué pagar
por un trabajo que pueden tener gratis?
PERO ellos, los
integrantes de la «Cofradía del Nudo Atado y Bien Atado», autodenominados
«constitucionalistas» a esa Constitución que tienen siempre en la boca, a pesar
de que la violan cada noche o a la luz del día, cual prostituta celestinesca,
que después de cada ayuntamiento, le cosen el virgo para venderla como impoluta
virgen.
Nosotros los demócratas, pocas veces nombramos la
democracia. Sabemos que no es democracia lo que en España tenemos. Es cierto,
votamos; PERO, la democracia está como ausente, o tal vez, totalmente ausente.
No son nuestros votos los que cuentan a la hora de decidir un gobierno, sino
que son otros, que no se presentan a las elecciones quienes deciden. Y ellos,
los presuntos demócratas, le ponen a la DEMOCRACIA mordaza, no vaya a ser que
al pueblo le dé por cantar las cuarenta.
A ellos, los integrantes de la «Cofradía del Nudo Atado y Bien
Atado», se les llena la boca de democracia, quienes apelan a defender «NUESTRA
DEMOCRACIA», en realidad están apelando a privar al pueblo de ella. Hasta quien
con nocturnidad y alevosía fue designado, de espaldas al pueblo, jefe del
Estado, en sustitución de otro, nombrado por un dictador, habla de democracia,
de «NUESTRA DEMOCRACIA», sin que ni él, ni esos «demócratas constitucionalistas»
de la «Cofradía del Nudo Atado y Bien
Atado» reconozcan otra constitución y otra democracia que la suya. Y quien lo
ponga en duda será tachado de hereje radical y quemado en la hoguera, aunque
solo sea por dudar o cantar su duda, porque el rey es el único dios verdadero y
ellos sus sacerdotes, dispuestos a todo para evitar que la diosa democracia
reemplace a su ídolo de pies de pies de barro y trono de oro.
En su «democracia» y en su «constitución» no caben los
herejes, y menos que duden de su dios y sus dogmas, no se permite que nadie
desee una Constitución realmente democrática; aunque, cada vez que pronuncian
«democracia» o «constitución» prostituyen el sentido de las palabras y cada vez
que se intenta gritar fuerte su nombre le aplican la ley mordaza, porque lo que
jamás permitirán es que el mejor rey es el que no existe, porque para ellos, el
rey es su dios, blindado y protegido
toda ley y contra toda opinión o circunstancia. Y cual secta furibunda,
aplican su santo dogma de la cofradía del nudo atado y bien atado.
Nosotros, los
constitucionalistas y demócratas, queremos una Constitución de verdad, que nos
permita elegir a cada uno de nuestros representantes, desde el concejal rural,
al presidente de la República, sin que sea el espermatozoide más rápido quien
ocupe el cargo.
Muchos años después de la muerte de Javier Krahe, sus
palabras siguen vigentes:
«Me gustas, democracia, porque estás como ausente»
©Paco Arenas, autor de Magdalenas sin azúcar, la novela que según algunos profesores de historia deberían leer los jóvenes y todos quienes quieran conocer la verdad y que puedes leer AQUÍ los primeros capítulos.
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