Es la hora de la venganza, deben salir antes de que
termine de entrar en el pueblo el victorioso ejército de Franco. Las gentes que
se encuentran en la plaza, saben que los destinatarios de aquellos disparos
habían sido aquellas cuatro decenas de soldados, de quienes se habían despedido
momentos antes.
— ¡Que vienen los fascistas! —grita, al entrar en la
plaza la mujer del alcalde republicano, la madre de Clara.
Al instante se
escuchan dos disparos mucho más cercanos, que nadie supo de dónde habían
salido: pero, la mujer cae de bruces, herida ante la mirada atónita de quienes
segundos antes sentían una felicidad suprema. Los hombres, acostumbrados al
frente, se ponen tensos, buscando el fusil que ya no tienen. En segundos,
aparecen como por arte de magia, habitantes del pueblo, vestidos con camisa
azul recién planchada. Llevan escopetas de caza, con las que apuntan a los que
se encuentran en la plaza. La mujer, que había dado el grito, se encuentra en
el suelo, con un disparo en el costado derecho y otro en el tobillo, la primera
herida sangra de manera abundante. Clara y Carlos corren al lado de su madre,
esta permanece con los ojos abiertos, implorantes, con gesto de dolor en el
rostro, alarga su mano haciendo un último esfuerzo en dirección a sus hijos,
los cuales se acercan corriendo.
— ¡Madre! —gritan
ambos...
(extracto de la novela Magdalenas sin azúcar)
(extracto de la novela Magdalenas sin azúcar)
Entrañable reseña de "Magdalenas sin azúcar" del investigador de la Memoria Histórica, experto en la figura del poeta del pueblo Miguel Hernández.
Muchas gracias Eusebio.
El trabajo de Paco Arenas es muy duro. Nos refleja una
época terrible. Se puede pensar que exagera. Pero siempre la realidad supera a
la ficción. Determinadas "sensibilidades" pueden no soportar la
realidad. Han pasado los años y aún queda mucho por contar. Lo peor es que la
realidad sigue escondida. Paco Arenas se introduce en una herida sin cerrar. Y
la airea. Si los nombres de los personajes son ficticios, hay hechos tal cual
los describe. Y a tan solo pocos kilómetros del escenario en que Paco sitúa los
hechos, ocurrieron otros de la misma intensidad. Han sido años de silencio y
olvido. Obligado silencio. Pero el no hablar no impide la memoria. Hay datos.
Arenas se queda corto. Solo por una razón: no hay papel para relatar lo
ocurrido en esta España nuestra.
Ojalá hubiera más Pacos Arenas.
Gracias por tus relatos. Sinceramente. Yo no olvido las
vidas robadas, las vidas vividas sin vivir.
Eusebio Pérez Oca.
Entrañable reseña de "Magdalenas sin azúcar" del investigador de la Memoria Histórica, experto en la figura del poeta del pueblo Miguel Hernández.
Muchas gracias Eusebio.
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