lunes, 16 de septiembre de 2019

Yo no olvido ni perdono.




Es la hora de la venganza, deben salir antes de que termine de entrar en el pueblo el victorioso ejército de Franco. Las gentes que se encuentran en la plaza, saben que los destinatarios de aquellos disparos habían sido aquellas cuatro decenas de soldados, de quienes se habían despedido momentos antes.
— ¡Que vienen los fascistas! —grita, al entrar en la plaza la mujer del alcalde republicano, la madre de Clara.
 Al instante se escuchan dos disparos mucho más cercanos, que nadie supo de dónde habían salido: pero, la mujer cae de bruces, herida ante la mirada atónita de quienes segundos antes sentían una felicidad suprema. Los hombres, acostumbrados al frente, se ponen tensos, buscando el fusil que ya no tienen. En segundos, aparecen como por arte de magia, habitantes del pueblo, vestidos con camisa azul recién planchada. Llevan escopetas de caza, con las que apuntan a los que se encuentran en la plaza. La mujer, que había dado el grito, se encuentra en el suelo, con un disparo en el costado derecho y otro en el tobillo, la primera herida sangra de manera abundante. Clara y Carlos corren al lado de su madre, esta permanece con los ojos abiertos, implorantes, con gesto de dolor en el rostro, alarga su mano haciendo un último esfuerzo en dirección a sus hijos, los cuales se acercan corriendo.
 — ¡Madre! —gritan ambos...
  (extracto de la novela Magdalenas sin azúcar)

Entrañable reseña de "Magdalenas sin azúcar" del investigador de la Memoria Histórica, experto en la figura del poeta del pueblo Miguel Hernández.  


Muchas gracias Eusebio. 

El trabajo de Paco Arenas es muy duro. Nos refleja una época terrible. Se puede pensar que exagera. Pero siempre la realidad supera a la ficción. Determinadas "sensibilidades" pueden no soportar la realidad. Han pasado los años y aún queda mucho por contar. Lo peor es que la realidad sigue escondida. Paco Arenas se introduce en una herida sin cerrar. Y la airea. Si los nombres de los personajes son ficticios, hay hechos tal cual los describe. Y a tan solo pocos kilómetros del escenario en que Paco sitúa los hechos, ocurrieron otros de la misma intensidad. Han sido años de silencio y olvido. Obligado silencio. Pero el no hablar no impide la memoria. Hay datos. Arenas se queda corto. Solo por una razón: no hay papel para relatar lo ocurrido en esta España nuestra.
Ojalá hubiera más Pacos Arenas.

Gracias por tus relatos. Sinceramente. Yo no olvido las vidas robadas, las vidas vividas sin vivir.

Eusebio Pérez Oca. 

Entrañable reseña de "Magdalenas sin azúcar" del investigador de la Memoria Histórica, experto en la figura del poeta del pueblo Miguel Hernández.  
Muchas gracias Eusebio. 

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