lunes, 26 de octubre de 2020

La quema de libros o la fobia de los retrogrados a la Cultura

 



—libros +España = Menos Libros, Más Ignorancia:

La Quema de Libros a lo Largo de la Historia

 

En las sombras de la ignorancia, un bruto se pavonea frente a la pared, jactándose de no haber leído un solo libro en su vida. Este individuo, que admira a su líder vestido como el legendario Cid Campeador, parece creer que montar a caballo lo convierte en un gran capitán o en un Santiago Matamoros dispuesto a expulsar sarracenos inexistentes de una España que solo existe en su imaginación. A veces, incluso se atreve a mencionar el ingenio de Cervantes, aunque no haya leído ni siquiera un breve entremés.

 

Estos mismos individuos son los censores de obras teatrales, películas infantiles y, paradójicamente, libros. Recomiendan cuáles deben leerse y cuáles merecen el olvido o, peor aún, la hoguera.

 

La quema de libros ha sido una constante en la historia de la humanidad, desde tiempos inmemoriales. A continuación, exploraremos algunos ejemplos históricos de esta práctica:

 

La Biblioteca de Alejandría (siglo III a.C.):

— La Biblioteca de Alejandría, con más de 20,000 rollos ejemplares, sufrió una de las primeras y más famosas quemas de libros llevada a cabo por los primeros cristianos al mando de Teófilo, obispo de Alejandría. Se estima que se perdió el 75% de la literatura y la filosofía de la época.

 

China (2013 a.C.):

— En el año 2013 a.C., en China, se ordenó la destrucción de todos los libros, excepto aquellos relacionados con medicina, agricultura o profecías.

 

España (siglos XVI-XVII):

— En 1500, el cardenal Cisneros mandó quemar todos los libros escritos en árabe.

— Durante más de 400 años, la Inquisición española también llevó a cabo quemas de libros considerados herejía, incluyendo algunos la mayoría de los escritos por mujeres.

— Los conquistadores españoles, como fray Juan de Zumárraga, quemaron los escritos, códices e ídolos de los aztecas y, más tarde, los códices de los antiguos mayas.

 

Europa en el siglo XX:

 — La Alemania nazi, la Italia fascista y la España franquista llevaron a cabo masivas quemas de libros. La más famosa fue el «Bibliocausto» en Alemania en 1933, donde se destruyeron obras de más de 5,500 autores.

  — Durante la Guerra Civil Española y la dictadura franquista El «bibliocausto» español tuvo su propio ritual, con «autos de fe en los que los presentes leían pasajes de las llamadas buenas lecturas» y maldecían a los intelectuales y a los escritores objeto de la persecución franquista. Algo que ocurrió casi desde el principio.  1 de agosto de 1936 el periódico Arriba España, en su primer número, incitaba a la destrucción de libros:

«Camarada, tienes obligación de perseguir al judaísmo, a la masonería, al marxismo y al separatismo. Destruye y quema sus periódicos, sus libros, sus revistas, sus propagandas».

El escritor franquista José María Pemán, al que todavía se le rinden honores y tiene calles y bibliotecas con su nombre, acusaba o otros escritores de:

«envenenadores del alma popular, primero y mayores responsables de todos los crímenes y destrucciones que sobrecogen al mundo.»

En una ceremonia de quema de libros en Huelva en 1936 el jefe de la Falange de allí, Curiosamente antes o durante la quema de libros se leían libros sagrados y una frase de «El Quijote» el referido a la quema de libros que realizan el barbero y el cura:

«No, dijo la sobrina, no hay para qué perdonar a ninguno porque todos han sido los dañadores, mejor será arrojarlos por las ventanas y prenderlos fuego».

Ramiro de Maeztu, que al igual que Pemán se le sigue rindiendo honores y tiene calles a su nombre, en sede parlamentaria, durante la II República, pidió que los libros ardieran porque los libros que se repartían en las bibliotecas públicas abiertas a todos, gratuitas, estaban sembrando el germen de la revolución.

«Las llamas subían al cielo con alegre y purificador chisporroteo y la juventud universitaria, brazo en alto, cantó con ardimiento y valentía el himno Cara al Sol». Escribió el diario «Ya».

Las dictaduras tenían miedo a la cultura, por eso se ensañaron con los maestros, cerraron escuelas, que en muchas zonas rurales tardaron hasta más de una década en volver a abrirse.

 

  —Más recientemente, en Argentina, durante la dictadura de Videla en 1980, más de medio millón de libros fue quemado en un solo día.

 

Guerra del Golfo (2003)

— Tras la entrada de las tropas estadounidenses en Bagdad en 2003, varios centros culturales, incluida la Biblioteca Nacional de Bagdad y el Archivo Nacional de Iraq, fueron destruidos por las tropas norteamericanas.  Más de 10,000,000 de libros y documentos fueron quemados.

 

En resumen, la quema de libros ha dejado una huella indeleble en la historia de la humanidad. Aunque no podremos recuperar todo lo que se perdió, debemos recordar estos episodios oscuros para evitar repetirlos en el futuro.

No es cosa del pasado, como se ve en esta pintada. En el último año se han retirado libros y revistas de bibliotecas públicas, se han censurado varias obras de teatro y películas y algún libro…

En mi novela Magdalenas sin azúcar, como no podía ser de otro modo, por la época en que transcurre, se habla de libros y de la quema de los mismos, aquí dos breves extractos:

Artículo diversas fuentes y Eldiario.es


 

Extracto 1

 

«Nunca le habían conocido novia hasta el punto de que, hasta su propio padre, lo consideraba un muchacho raro.

 

—Cualquier otro ya habría tenido veinte novias, es que no vas ni de putas —le recriminó su padre—, sólo de borracheras. ¿No te llama ninguna muchacha la atención?

 

—¿Para luego acostarme con putas, como hacía usted?

 

—Es lo que hacen los hombres, los de verdad. Es lo que mueve el mundo y lo que necesitas, más que los cuartos. Un día voy a quemar todos los libros…

 

—Me tendrá que quemar a mí con ellos.

 

—Tú tontea, que soy capaz de quemarlos contigo dentro, todo antes que tener a un hijo marica.

 

—Yo no soy marica.

 

—¿Entonces qué coño eres? ¿Un flojo? Para eso metete a cura, ¿por qué te escapaste del seminario, para estar como un monje de clausura entre libros o borracho entre gente baja?

 

—Para hacer lo que me dé la real gana, y esa gente, que usted llama baja, es la que le da de comer, a usted y a todos los vagos como…—no terminó la frase Felipe.

 

Su padre alzó la mano, pero se contuvo, recordando la amenaza de su hijo, tras escapar del seminario.»

 

 

Extracto 2

«No eran libros subversivos, ya se había encargado María de quemar o esconder concienzudamente los mismos:

 

—Hasta Tormento, Marianela y Miau, de Pérez Galdós, estuve a punto de quemar, del miedo que tenía –se quejó María, al entregar Niebla, de Unamuno a la muchacha. La lectura también tenía algo de clandestino, cuando se lee a luz de un candil

 

©Paco Arenas  



 


©Paco Arenas  

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2 comentarios:

  1. Sin lugar a dudas esos acontecimientos, lesionan a la humanidad una sociedad que no posee Educación con cultura se proyecta a un abismal fracaso.

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