martes, 23 de febrero de 2021

¿Fracasó el golpe del 23F? 40 años de una farsa (la fabricación de un héroe de ficción)


 


 ¿Fracasó el golpe del 23F? 40 años de una farsa

A estas alturas del cuento sería preciso ser muy ingenuo para creer que el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 fue un fracaso, a pesar de la mascarada de ensalzamiento, hoy en el Congreso, de quién fue erigido como héroe sin serlo, y que ahora está huido rodeado de lujos que pagamos todos en Dubái, protegido por personajes de conductas todavía menos ejemplares que el presunto héroe.

Antes del presunto golpe de Estado las manifestaciones eran multitudinarias y comenzaba a hablarse de República, el propio primer ministro, Adolfo Suárez reconocía ante Victoria Prego, que no se hacía referéndum sobre monarquía o República, porque la Democracia habría arrasado por amplia mayoría, según las encuestas que realizaba el Gobierno y diversos medios.  

El heredero de dictador y su reinado estaban en peligro. Suárez, a pesar de proceder del Movimiento Nacional, se había creído la Democracia, y puede que tal vez soñara con ser el tercer jefe de Estado elegido de manera democrática, ¿quién sabe? Lo cierto es que, según diversos medios, rechazó la propuesta de recortar drásticamente aquel sucedáneo fraudulento de democracia y decidieron quitárselo del medio.

Creo que todos deberíamos hacer memoria, leer lo que se escribió fuera, en el extranjero, el informe de la embajada alemana, el libro del coronel Martínez Inglés, para terminar, preguntándonos si realmente fracasó el golpe de Estado del 23-F de 1981, o si fue golpe o autogolpe.

Vamos por partes:

 29 de enero de 1981, los preparativos del golpe en Melilla 

Lo que aquí relato lo viví en primera persona junto a otros muchos soldados, por tanto, saqué conclusiones, creo que acertadas. Vamos a ello:

 El presunto golpe de Estado fue algo que se estuvo fraguando desde hacía tiempo, a mi entender Adolfo Suárez no estaba de acuerdo con él, creía en la Democracia, al contrario que su hijo.  Suárez fue una víctima inocente, pero no así otros, deberían servir de pista sus palabras:

 «No quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España» 

Yo tuve oportunidad de verlo en persona aquel 29 de enero de 1981, y lo que vi, literalmente fue un cadáver y no solo político...

 La memoria siempre es frágil y antojadiza, pero a pesar de ello, mirando las cosas con perspectiva, desde el presente, se llegan a comprender cosas que en los momentos, en los cuales transcurrieron los acontecimientos, suelen pasar desapercibidas, ocultas arrastradas por los mismos.

El 29 de enero de 1981, dos de las tres banderas de la Legión de Melilla formamos en el fuerte de Rostro Gordo, para recibir la visita del entonces presidente del gobierno Adolfo Suárez. La visita estaba prevista para las 3 de la tarde, nos hicieron vestir con el uniforme de gala de la legión, en manga corta y con el pecho descubierto, el frío helaba hasta las pestañas, aquel día en Melilla la temperatura primaveral se había marchado de vacaciones, sin que pasase Filomena de visita.

 El presidente del gobierno llegó sobre las seis de la tarde en helicóptero, el cual aterrizó allí mismo en la explanada del fuerte.    A esas alturas de tarde, ya casi de noche, estábamos helados y tiritando, para combatir el frío, los mandos cometieron la torpeza de hacernos desfilar a paso legionario a intervalos, siendo infinitamente peor, el remedio que la enfermedad. Tras cada sesión de paso legionario, terminábamos chorreando de sudor, con la ropa empapada, con el aire frío secando nuestra ropa y riñones. Fueron muchos los compañeros que en los días posteriores cayeron enfermos, por aquella negligencia de los mandos.

Cuando Adolfo Suárez pasó revista a las tropas, como ya he dicho me pareció ver a un auténtico cadáver, políticamente ya lo era. Su rostro blanco como la nieve, acartonado, totalmente demacrado. Podría decirse que sus ojos mostraban la misma preocupación o desesperación que muestra una madre cuando le dicen que su hijo va a morir por una grave enfermedad.

Mucho después supe que fue obligado a dimitir por parte del rey, al que hoy se le rinde homenaje y pleitesía a pesar de sus conductas poco ejemplares. Fue obligado a dimitir por presiones del rey y de militares de su entorno, es algo que ha salido en diversos medios después, y en la prensa internacional entonces.

 El día 22 de ese mismo mes, Suárez fue citado por el Rey para almorzar en La Zarzuela. Compartiendo mesa y mantel con significados comensales: los tenientes generales Milans del Bosch, González del Yerro y Merry Gordon, responsables militares, respectivamente, de Valencia, Canarias y Sevilla. Los tres llevan tiempo quejándose de la situación y no ocultan su apuesta por un golpe de timón que «enderece» la vida política española, ignoro si entonces también hablaron de asesinar a veintiséis millones de españoles, Suárez estaba al tanto de sus conspiraciones.

Aunque Suárez intenta exculpar al rey, según Moran:

 El Rey no sólo se lo había pedido, sino que había presionado para que dimitiera, pues los militares amenazaban con un golpe de Estado, si Suárez no abandonaba la presidencia, por ya no considerarlo «uno de los suyos».

 

El objetivo era formar un gobierno de concentración, presidido por Alfonso Armada, jefe militar de la Casa Real, gobierno que incluso contaba con la aquiescencia de los socialistas, al menos por el oligarca Felipe González y allegados, gerifaltes, ahora posicionados en la extrema derecha y sentados en consejos de administración de las empresas energéticas.

Volvamos a aquel miércoles, 29 de enero de 1981

Fuimos muchos quienes comentamos el aspecto demacrado del presidente del gobierno.  No estaría en la explanada de Rostro Gordo más allá de cinco minutos, el tiempo necesario para un rápido desfile legionario, después se marchó con los mandos militares presentes, entre los que había de diversos cuerpos, y mandaron romper filas. Entonces no comprendí el motivo de aquella extraña visita a la guarnición de Melilla, la cual no fue publicitada para nada. Cuando al día siguiente, bajamos a Melilla, nadie sabía nada de la misma, de hecho, resulta muy difícil encontrar nada sobre aquel viaje de Suárez, existe alguna referencia mínima.  

Por otra parte, si el discurso de la dimisión como presidente del gobierno lo grabó por la mañana, si ese día nada sabíamos de la visita, hasta la hora de comer, si la visita estaba prevista para las tres de la tarde y no llegó hasta pasadas las seis de la tarde, mi conclusión:  es que no fue la guarnición de Melilla la única guarnición que visitó en aquellos días previos al golpe de Estado, que fueron varias.  No tenía sentido una visita como aquella en un día como aquel, para presenciar un desfile de cinco escasos minutos con la guarnición temblando de frío, no así los mandos que se encontraban en la cantina. 

Unos días antes de aquella extraña visita, según el calendario previsto, nos anunciaron que los legionarios de primer reemplazo de 1979, al cual pertenecía yo, deberíamos entregar la ropa militar el día 2 de febrero, para licenciarnos el día 4 de febrero.  Muy contento llamé a mi madre para comunicarle la noticia, diciéndole que me iría directamente para mi pueblo, a Pinarejo, donde el día 5 febrero comenzaban las fiestas patronales. 

 Llegado el día 2 de febrero, comenzamos a preparar toda la ropa militar para entregarla por la tarde en guarnecería. Los licenciados ese día ya no participamos en la instrucción y lo dedicamos por la mañana a limpiar nuestras armas reglamentarias para entregarlas al cabo furrier. Sobre las doce de la mañana, se presentó un teniente de apellido, creo recordar que Moreno, el cual nos comunicó que no nos licenciamos, que nos marchábamos de maniobras a la península y que los veteranos y sobre todo los tiradores, como era mi caso, éramos necesarios para participar en las maniobras.   Pensamos que se trataba de unas palabras surgidas de un colocón de hierba que se habría fumado, algo habitual en él.  Resultaba más que extraño, siempre, absolutamente siempre, cuando debíamos marchar de maniobras, lo sabíamos con un mes o dos de antelación. No tenía sentido esa noticia, cuando se marchó el teniente, comenzamos a bromear sobre el asunto, nos reímos con ganas, pero solo durante unos minutos. Al instante, a paso ligero llegó el resto de la compañía, más de una hora antes de lo previsto, confirmando lo dicho por el teniente.

Sin darnos tregua ni permiso para avisar a nuestras familias comenzamos la frenética preparación de todo lo imprescindible para llevar a cabo las maniobras, en muchos aspectos diferentes a las habituales. Primero se cargó mucha más munición y explosivos de lo normal, según me dijeron los legionarios que participaron en la carga, para ser unas maniobras improvisadas, varios camiones.  Por otro, en lugar de entregar nosotros la ropa, nos entregaron un equipaje de camuflaje y tiendas de campaña, también de camuflaje, no vestíamos el uniforme verde de la Legión.

Con todo esto a las siete de la tarde/noche estábamos en el barco que nos llevaría a Almería, donde fuimos a un acuartelamiento que estaba a las afueras de la ciudad, para, después de cenar, salir hacia una zona del desierto almeriense cercano a un pueblo que se llama Campo Hermoso. Allí donde nos dejaron ir a dar una vuelta, algunos aprovechamos para llamar a nuestras familias y comunicarles la mala nueva, y que no sabíamos cuándo seríamos licenciados.

Las maniobras fueron inexistentes, salvo un día que fuimos a tirar granadas de mano y otro día hicimos ejercicios de tiro, algo que hacíamos de manera asidua en Melilla. Dichas maniobras consistieron en ir por la noche de un lado a otro de marcha, cambiando la ubicación continuamente, auténticas palizas para los pies, yo tuve suerte, al estar en defensa contra carros, que las marchas las realizaba sobre el vehículo del CSR (Cañón Sin Retroceso) en contrapartida nos tocaba hacer la primera guardia de la noche, ya de madrugada. 

Algunos días comíamos de caliente, los menos, muchos eran los días que la comida era enlatada, y casi todos los días, para cada cuatro legionarios, nos daban una botella de medio litro de coñac o de anís, algo bastante peligroso, teniendo en cuenta que íbamos armados hasta los dientes.  No ocurrió nada afortunadamente, pasamos los días aburridos, algo de instrucción y con muchas incertidumbres sin saber cuándo terminaban las maniobras y por tanto cuando seríamos licenciados. Los únicos que parecían tener actividad intensa, yo diría frenética, eran los altos mandos, que permanecían mucho tiempo reunidos, y de vez en cuando llegaba helicópteros; pero, no sabíamos ni quienes eran, ni quienes no.

   Cada vez la monotonía era mayor, nos extrañaba esa falta de inactividad, esas «maniobras». Días enteros de estar los días ocultos, sin hacer absolutamente nada, como si estuviésemos de vacaciones en el campo, armados y con alcohol de sobra.   Notamos nerviosismo en los mandos.  En dos ocasiones nos reunieron, la primera para darnos un discurso «patriótico suicida» en el cual se nos invitaba a derramar la sangre por España y el rey, y la segunda después de una nula actividad entre la tropa y muchas idas y venidas de helicópteros durante dos días. Tras los cuales, el teniente coronel nos arengó con un segundo discurso, en esta ocasión leído, en líneas generales nos volvió a decir lo mismo, nos dio las gracias por nuestra «entrega generosa a la patria, a la bandera y a su católica majestad».

Unas horas después llegaron un montón de camiones, los cuales nos trasladan al puerto de Almería y de ahí al barco, barco que al día siguiente sin demora nos devolvía a quienes debíamos habernos licenciados el día cuatro de febrero al puerto de Málaga, sin apenas darnos tiempo a hacer el equipaje.

Saco las siguientes conclusiones con este relato, el cual se ajusta a la realidad:

  La primera que el golpe de Estado no se improvisó de la noche a la mañana, que Suárez en persona recorrió distintos acuartelamientos, en mi opinión para sopesar apoyos y que posiblemente por no decir seguro, estaba en contra del mismo, que el entonces capitán general de la IIª Región Militar, en principio apoyó el golpe y por desconocidas razones, después se volvió atrás y que el golpe, fue sólo presunto y con las pruebas aportadas, tanto por la embajada alemana, como por diversas fuentes, tuvo bastante de autogolpe.

 Que ese golpe escenificado por Antonio Tejero y Milans del Bosch en su versión más cutre, no fracasó, sino que posiblemente fue un gran éxito, formando parte del guión de una mala película de terror, en el cual las víctimas eran la Democracia en España y el pueblo español, al tiempo que se fabricaba un héroe de ficción que los medios y la clase política harían que pareciera real.

Los efectos de ese presunto autogolpe del Régimen, fueron inmediatos. Consiguiendo claramente sus objetivos: se generó un clima de miedo, quienes lo impulsaron vieron cómo se llevaba a la práctica sus recomendaciones principales y su «caótica majestad» quedaba como un «héroe nacional», capaz de frenar cualquier intentona golpista, eso sí, con varias horas de retraso, cuando ya todos los váteres del país estaban atascados.

La gran estafa. 2ª parte

¿Fracaso el golpe del 23F? ¿Sabremos algún día la verdad?

 A estas alturas casi nadie es tan ingenuo como para creerse que el presunto golpe de Estado no fue en realidad un autogolpe en el que hubo muchos implicados presuntamente «demócratas», y por supuesto ningún héroe.

Tras ser licenciado el 18 de febrero, el día 23 de febrero de 1981, llegué con un amigo de Utrera a Valencia, procedente de Sevilla. Llegamos a las 18:30 horas.    Nos enteramos del golpe de Milans del Bosch a las 19:30, cuando nos encontrábamos tomando unas cervezas en el bar de un amigo. De repente, vimos largas colas en una tienda de ultramarinos del barrio, entonces no existía Mercadona, ni Comsum, ni ninguna gran multinacional o plataforma digital capaz de hundir y hacer desaparecer al pequeño comercio de barrio.

 

Valencia se quedó totalmente bloqueada por cuarenta tanques, las personas que se encontraban en el centro de la ciudad tardaron, en muchos casos, más de cuatro horas en llegar a sus casas, provocando el temor entre la población. Debo decir que tanto mi amigo como yo, teníamos miedo, nuestro valor, como el de todo soldado, se nos suponía.  Al menos, en mi caso, no era un valiente, él tampoco, por mucho que hubiésemos estado en la legión.  Ambos teníamos similar ideología y teníamos muy claro que si se liaba, ninguno de los dos podríamos volver al ejército.

 

En estos momentos creo que todos, o la mayoría, tenemos claro que el 23 de febrero, si bien fue un golpe contra las nacientes libertades de los españoles, no fue contra el Régimen, continuador de la dictadura franquista, ni fue su heredero quien lo evitó.  En ese golpe participaron muchos «héroes del silencio», muchos que deberían haber hablado y callaron y que no hablarán jamás, porque realmente fueron unos traidores a la democracia española, y por tanto a España, y el régimen les pagó y muy bien.  «héroes del silencio» que entonces y después se convirtieron en cómplices de esa gran farsa que hoy, cuarenta años después, se escenifica en el Congreso de los Diputados.

 

No todos los militares estaban de acuerdo, ya relate en la primera parte los presumibles intentos de Suárez por evitar ese presunto «golpe de Estado», dirigido, en parte contra su persona. La visita al acuartelamiento de la Legión el mismo día de su dimisión, y el traslado de las tropas legionarias, el día 2 de febrero a Almería, para participar en unas presuntas maniobras militares, a mí me lo dejan claro.

 

Hubo quien en esos momentos no fue un «héroe del silencio» Jordi Pujol, por mucho que luego se demostrará que es un gran corrupto, con los mismos testaferros que el emérito, y que no será juzgado, tampoco el emérito, porque como bien dijo, si mueven las ramas, cae el Régimen, por eso no se juzga, ni se juzgará jamás, por su silencio cómplice con el Régimen. Debo confesar, y está muy claro, que la persona de Jordi Pujol, no es santo de mi devoción, ni antes ni, ni mucho menos ahora que sé, como todos, cuáles son sus amistades, y por qué no se toca.  Sin embargo, yo le concedo un mérito y un valor que no tuvieron otros, y no me refiero en este caso solo al rey, principal beneficiado del presunto golpe de Estado.   Sobre las 20:30 horas Jordi Pujol fue la persona más valiente y responsable de toda la clase política española, el único que tomo la iniciativa que debería haber tomado quien después se llevó el mérito: a través de Radio Nacional de España de Barcelona se dirigió a toda España para decir lo que estaba ocurriendo, y además,  en castellano, lo cual le daba un plus de inquietud, en mi caso fue la primera ocasión en que le escuche hablar en castellano, la segunda vez cuando tuve oportunidad de saludarlo, a él y a su mujer,  en San Mateo(Castellón), donde coincidimos.

 

No era a Jordi Pujol a quien le correspondía ese discurso tranquilizador, que no tranquilizo, más bien al contrario.  Jordi Pujol, hablando en castellano y dirigiéndose a todos los españoles, para decir que no pasaba nada y que tenía una parte del ejército y al director general de la guardia civil a sus órdenes, no tranquilizaba, al contrario, dejaba claro que algo gordo está pasando cuando es él y  no  la persona que esperó  varias horas para desautorizar ese presunto golpe de Estado, quien se dirigía a la nación española. El presunto «héroe» no lo hizo hasta después de la una de la madrugada, cinco horas después que Pujol.

La pregunta del millón, en este caso no es una, sino varias y que dejan bastantes respuestas claras y otras muchas en duda, son:

 ¿Por qué razón no se dirigió el presunto «héroe del 23-F» a los españoles inmediatamente después de producirse la intentona o al menos antes que Pujol?

 ¿Esperó, si no estaba en el asunto, para ver qué cariz tomaban los acontecimientos e inclinarse a un lado u otro de la balanza?

¿Por qué razón o motivo el PSOE a través de Enrique Múgica consultó o propuso a Jordi Pujol, sustituir a Adolfo Suárez por un militar de «mentalidad» democrática?

 ¿Por qué motivo o razón hay tantos silencios y tantas respuestas sin responder 40 años después?

 ¿Cuántos españoles creemos en estos momentos que realmente fracasó aquel presunto golpe de estado del 23 de febrero de 1981?

 ¿Acaso ese golpe no sirvió para llevarnos a la situación actual de descomposición de las formas presuntamente democráticas generando corrupción, para pagar favores y amordazar a la población en todos los estamentos e instituciones del Estado?

¿Sabremos algún día la VERDAD?

Hoy 40 años después, mientras en el Congreso se honra al huido en Abu Dabi, en un acto de ensalzamiento de un héroe que nunca fue, en un acto de autobombo para poner en valor una institución que no lo tiene, como es la monarquía, instaurada por Franco. Sobre el honrado, hoy en el Congreso, el presunto héroe de conductas poco ejemplares, que está siendo juzgado en Suiza, (aunque la prensa española no se haga eco, la otra gran artífice de la mentira sobre la presunta transición a la democracia) algún día sabremos la verdad, cuando políticos y prensa, no babeen, por intereses o corruptelas.


 Este Régimen es un régimen corrupto, sinónimo, a nivel mundial de corrupción. Un país en el que no nos creemos las palabras del mentiroso de Rajoy al decir que España no es un país corrupto, puede que lleve razón, España no, todas y cada una de las instituciones del Estado. España, hoy es un país con el 40% la juventud menor de 30 años, desempleada, por culpa de los corruptos y de conductas poco ejemplares. Juventud, que ve como no tiene futuro, y mientras que s ellos se les priva del futuro, a la nieta de ese presunto «héroe», se le paga una educación de varios miles de euros.

©Paco Arenas- Escritor, autor de Magdalenas sin azúcar. 

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