Como aficionado a la historia y a la literatura clásica,
decidí investigar sobre los misterios que giran en torno al “Lazarillo de
Tormes, sus fortunas y adversidades”, obra cumbre de las letras españolas de
autor desconocido, que quien más y quien menos ha leído en alguna ocasión. Conocía que fue prohibido por la Inquisición
en 1559, que de nuevo tras cercenarlo y manipularlo apareció “El Lazarillo
Castigado en 1573”, y que incluso Juan de Luna en 1620, tras leer la segunda parte del Lazarillo, sacó, su propia segunda parte, en esta cuestión no había caído,
supongo que al igual que la mayoría que dábamos por sentado que el Lazarillo
solo era el que conocíamos todos, que va desde el nacimiento en el Tormes , hasta su
matrimonio. Desconocía esa segunda parte a la que aludía Juan de Luna, e
incluso aceptaba como todo el mundo que la segunda parte era la erasmista obra
de Juan de Luna. Como otros muchos estaba
equivocado, existía una segunda parte del Lazarillo, que nada tenía que ver ni
con El Lazarillo Castigado de López de Velasco, ni con la segunda parte del Lazarillo
de Juan de Luna. Tras mucho buscar encontré
en la biblioteca Cervantes, esta joya literaria, publicado en Amberes de manera
conjunta con la primera parte del Lazarillo y que del mismo modo y prohibida
por la Inquisición de manera automática, sin que existiese posibilidad de ser
publicado en España hasta 1844 y que incluso después de esa fecha se intentase
que desapareciese de la circulación.
En
realidad sí es peligroso, por cuestionar absolutamente todo el Antiguo Régimen
doscientos treinta años antes de que fuese cuestionado por los revolucionarios
franceses y los ilustrados. El autor criticó la corrupción imperante en la
Corte, la necedad del emperador por rodearse de los consejeros más ricos, en
lugar de hacerlo de los más sabios, la codicia de sus capitanes, como
utilizaban las guerras para enriquecerse, en lugar de para beneficio del
Imperio, capaces de embarcar España en guerras que terminaban siendo auténticas
sangrías de soldados españoles y fuente de riqueza para sus bolsillos. No solo cita sino que incluso transcurre la acción durante la cuestionada jornada de Argel, donde
murieron más de 10.000 soldados españoles y casi otros tantos fueron hechos
prisioneros, donde los ambiciosos capitanes y sacerdotes que se supone que
deberían velar por la vida de sus soldados, huyen como ratas, abandonando a las
tripulaciones a su suerte; suceso que el Emperador expresamente prohibió que se
investigase, habla de esos capitanes cobardes y ambiciosos, pero también de la
ambición y cobardía del Emperador, de su falsa moral y su afición por las
entretenidas y las vírgenes y el modo en que las desechaba una vez se cansaba
de ellas, convierte la Corte en una Corte bajo el mar, una sociedad de atunes
que retrata y compara con la sociedad que existe en la superficie de la tierra. Tampoco deja títere con cabeza entre los
ilustrados, el autor conoce bien la universidad y por tanto sabe que por
entonces se perdían muchos días en debates estériles: como la cantidad de agua del mar, los días que
habían transcurrido desde la creación del mundo o la distancia entre la tierra
y el cielo, cuestiones imposibles de dilucidad, más en aquellos tiempos, se
burla de los catedráticos de la Universidad por ello, demostrando que cualquier
ignorante como se tenía el protagonista, con un poco de ingenio podía llegar a
dejar en ridículo a aquellos sabios de la época. Por tanto no gusta a nadie y
molesta a todos, razón por la cual, esta segunda parte se convierte en el
clásico más prohibido y castigado de la historia de España, a pesar de ser un
libro divertido y bastante clarificador sobre muchas cuestiones y de resolver
enigmas, ocultos en la primera parte.
La
adaptación de esta segunda parte pertenece la versión original publicada en
Amberes en 1555, del mismo autor que la primera parte del Lazarillo,
posiblemente Diego
Hurtado de Mendoza y que se publicó de manera conjunta formando parte de una
misma novela, en un mismo volumen, nada tiene que ver por tanto con la versión de
Juan de Luna publicada en París en 1620, bastante más conocida que esta segunda
parte original y continuadora de la primera parte, por ser la original una obra
maldita y condenada al ostracismo, a pesar de aportar claves más que
interesantes sobre multitud de incógnitas y dudas que deja la primera parte.
Es
por tanto intención mía recuperar este magnífico texto y adaptarlo al
castellano actual para su mejor complexión intentando que ello dé lugar a la
recuperación de la obra clásica original.
La primera parte fue cercenada por la
Inquisición, lo que se conoce por “El Lazarillo Castigado” publicado y
reescrito por el censor Juan López de Velasco en 1573, suavizando su crítica
anticlerical o mejor dicho dándole un sentido opuesto al original,
transformando el texto, e eliminando el tratado sexto, Así llego al público hasta el mencionado año
1844. Sin embargo, poco o casi nada se sabe en España de la existencia de la
segunda parte del Lazarillo, publicada, como ya he dicho, conjuntamente en
Amberes junto con la primera parte en 1555. Resulta curioso que entre los
trescientos libros prohibidos por la Inquisición, sólo estuviesen cuatro
novelas: la primera parte de la Caballería Celestial, Gamaliel y la primera
(1554) y segunda (1555) parte de El Lazarillo de Tormes.
El
personaje, Lázaro, asciende de criado a valido del Rey para mostrarnos la
corrupción de la Corte Española.
Resulta
sorprendente el olvido o el intento de ignorar esta obra por parte de la
crítica literaria, de las editoriales o las autoridades académicas, como si no
hubiese existido, privando al lector de su conocimiento, desacreditando una obra que tiene mucho más valor de lo que
parece, que resuelve muchas incógnitas de la historia de la literatura
española, e incluso sobre hechos históricos que de estudiarse despejarían dudas
y contradicciones entre los diversos estudiosos del Lazarillo, tanto sobre la
autoría, como la fecha en que se escribe y las razones por las cuales tuvo el
triste honor de ser el libro más prohibido de la historia de España.
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