A ellos, que después de asesinarlos los enterraron bajo la tumba de su asesino
Generales traidores a la patria,
echaron cal sobre la memoria,
al ritmo del tronar de los fusiles.
Al ritmo de la dinamita,
los presos morían
cavando su propia tumba
en el valle de su asesino.
Honor y gloria a los miserables,
a los traidores,
a los asesinos.
A quienes apretaron el gatillo,
honor y gloria.
Sal sobre los ojos de las viudas,
y sobre las lágrimas derramadas silencio,
para no encaminar la desgracia
de nuevo a las casas de los inocentes.
Murió el traidor en su cama,
y sus bastardos hijos le dieron sepultura
sobre las cuencas vacías,
sobre la honra mancillada,
sobre la libertad pisoteada
en el valle del asesino.
Crujen los huesos
clamando justicia,
hasta después de muertos
humillados.
Desde lo más profundo
de los osarios sin nombre,
alguien grita:
¿Quién pondrá la dinamita?
¡Por dignidad!
¡Por la libertad!
¡Por la justicia!
¡Por la igualdad!
Por las lágrimas derramadas,
las palabras silenciadas…
desde el valle del asesino,
repite la voz casi ochenta años silenciada:
¿Quién pondrá la dinamita?
©Paco Arenas
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Poemario: Pisando barro, soñando palabras(PDF)
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