Lo confieso soy un gran admirador de poetas como Antonio Machado, Miguel Hernández, Lorca, Neruda, Cernuda o Benedetti, sin embargo a León Felipe siempre lo deje un poco de lado, de unos meses a esta parte le he prestado la atención que se merece y realmente me resulta extraordinario. Sus poemas tienen la fuerza que jamás hubiese imaginado, son poemas que invitan a la reflexión profunda, que viven y sufren el exilio de manera personal y comprometida, no es la poesía por la poesía, es la poesía comprometida, clara, filosófica, profunda y al mismo tiempo bella en si misma, como el dice:
EL poeta Prometeico viene a dar testimonio de la luz
El Poeta maldito… a dar testimonio de la Sombra. Es el mismo
poeta prometeico. Se le llama así... cuando
se acerca a los infiernos… porque la línea inquebrantable y monótona de
sus versos que es siempre la resultante de la voluntad humana y del empuje del viento
y que no se doblega ni se tuerce... tiene que pasar fatalmente... por el centro
mismo del infierno como el eje de la Tierra. Entonces sus versos toman unas
formas extrañas y blasfematorias.
La verdad es... que cuando Franco,el sapo Iscariote ladrón con
su gran escuadrón de cardenales y banqueros se atrevió a decir que la guerra de
España era una "cruzada religiosa" y que Dios estaba con ellos... al
poeta le entraron unas ganas irrefrenables de blasfemar.
Porque fue aquella la
Gran Bufonada teológica donde gánsters y los clowns del mundo se repartieron a Dios,
como se habían repartido la ambición la trilita y las plumas estilográficas
para escribir las leyes y el decálogo del mundo venidero: Chamberlain tenía un Dios para que le abriese
el paraguas...
Churchill otro para
que le encendiese el cigarro...
Hitler el suyo, para que le recortase el
bigotito...
El de Mussolini le pulía la
cabezota pelada aquel cráneo grotesco y
brillante como si fuese un mármol
clásico glorificado para la Historia.
A Franco uno muy especial le está limpiando las todavía, con
la venia y la bula del Sumo Pontífice…
Aquí arriba, en este
continente, los yankis levantaron más alto que de costumbre su viejo slogan
inglés Gold´s country. Pero ya sabemos
quién es este Dios: una unidad antiséptica y esterilizada que no se propaga una
especie de malaria muerta... Todos los espías. Todos los traficantes de pólvora
y todos los canallas del mundo llevaban a Dios en el bolsillo. Todos tenían su Dios... ¡Todos.
El escarnio y la ignominia...
el crimen... la
cobardía y la injusticia.
¡Las babas y la
Sombra!
¡Sólo los republicanos españoles
no teníamos Dios!
Fue la época trágica y grotesca de la blasfemia y de risa.
El poeta blasfemó contra todos aquellos dioses y se hasta el espasmo
contagioso... ¡Nos reímos mucho todos!
¡Hubo un coro de risas siderales!
Dios... el Dios antiguo y paternal, que se sienta bonachón
en una nube... se rió... hasta desmandibularse…
El Dios viejo y abstracto que asoma su ojo vigilante el
triángulo metafísico se rió también...
Y a Cristo en la Cruz la hiel se le hizo más amarga… y se
rió con amargura y con sarcasmo.
Se rieron las estrellas y las constelaciones... y hubo una
procesión de carcajadas estrepitosas por Vía Láctea... ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!
¡Cómo nos reímos, Señor!
De esta época son algunos versos míos que yo he cado aquí.
No los he escrito para asombrar al "tenedor de libros” ni para que los
excomulgue el arzobispo.
Son sencillamente documentos poéticos donde la voz de la
tierra ultrajada por la injusticia de los hombres...se levanta inconsciente y
blasfematoria a dar testimonio de la Sombra.
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