Tal día como hoy se cumplen 39 años de los últimos
asesinatos del Régimen genocida del general Franco, después de casi cuarenta
años, más que hubo de dictadura, el apéndice de la misma aún no ha pedido
disculpas, es más sus herederos políticos continúan gobernando, su heredero a la
jefatura del Estado, ha pasado el testigo a una segunda generación. La dictadura,
aunque disfrazada de presunta democracia, continúa viva, con la complicidad de
partidos que dicen tener el alma republicana, pero que babean ante el sucesor
del dictador y le rinden pleitesía.
No hubo clemencia para ellos, pocas semanas después el primer gobierno de Juan Carlos de Borbón se
vestía de luto, pero no por el asesinato de aquellos cinco jóvenes antifranquistas,
sino por la muerte del criminal asesino que mando asesinarles, tan responsables
como el propio general algunos de los integrantes de aquel último gobierno del
dictador, que después fueron los integrantes del primero del apéndice de la
dictadura.
Los nombres de las víctimas de aquellos crueles asesinatos
fueron:
De los tres militantes del FRAP: José Humberto Baena, José
Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, y de los dos militantes de ETA
político-militar, Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui.
Carta a sus padres de José Humberto Baena
Papá, mamá:
Me ejecutarán mañana de mañana.
Quiero daros ánimos. Pensad que yo muero pero que la vida
sigue.
Recuerdo que en tu última visita, papá, me habías dicho que
fuese valiente, como un buen gallego. Lo he sido, te lo aseguro. Cuando me
fusilen mañana pediré que no me tapen los ojos, para ver la muerte de frente.
Siento tener que dejaros. Lo siento por vosotros que sois
viejos y sé que me queréis mucho, como yo os quiero. No por mí. Pero tenéis que
consolaros pensando que tenéis muchos hijos, que todo el pueblo es vuestro
hijo, al menos yo así os lo pido.
¿Recordáis lo que dije en el juicio? Que mi muerte sea la
última que dicte un tribunal militar. Ese era mi deseo. Pero tengo la seguridad
de que habrá muchos más. ¡Mala suerte!
¡Cuánto siento morir sin poder daros ni siquiera mi último
abrazo! Pero no os preocupéis, cada vez que abracéis a Fernando, el niño de
Mary, o a Manolo haceros a la idea de que yo continúo en ellos.
Además, yo estaré siempre con vosotros, os lo aseguro. Una
semana más y cumpliría 25 años. Muero joven pero estoy contento y convencido. Haced
todo lo posible para llevarme a Vigo. Como los nichos de la familia están
ocupados, enterradme, si podéis, en el cementerio civil, al lado de la tumba de
Ricardo Mella.
Nada más. Un abrazo muy fuerte, el último.
Adiós papá, adiós mamá.
José Humberto
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