Este viernes un relato mío contra la violencia machista ha
tenido el honor de ser premiado con el segundo puesto. Para mí ha sido un gran
honor y alegría, pero mucho mayor hubiese sido si la violencia de género fuese
algo del pasado. Desgraciadamente es algo tan cotidiano que apenas se le dedica
una pequeña mención en los noticiarios. Nadie sabe lo que ocurre tras las
paredes de una casa. Y aunque se ha avanzado mucho sigue siendo una triste
realidad.
Que se convoquen estos premios contra la violencia machista
es en sí misma un síntoma de que algo no funciona en nuestra sociedad, la
violencia de cualquier tipo debería ser algo que perteneciese al pasado. Hace unos días en una publicación mi amiga
Yola Torvisco, me corregía diciendo que me había equivocado en el número de
mujeres asesinadas, yo había puesto 43, entonces ya iban 50, unos días después van
55.
¿Cómo se soluciona eso?
Es muy difícil erradicar
una mentalidad machista acentuada en España durante la dictadura, que fomento
la supremacía del hombre sobre la mujer.
Educación desde la cuna, no sexista, que en muchas ocasiones
fomentan las mismas madres, sí, es triste, pero así es. Resulta frecuente que a
la hija se le enseñe y obligue a hacer determinadas labores, camas, poner la
mesa, mientras con el hijo se sea bastante más condescendiente, eso está
cambiando pero queda mucho camino por andar.
Mi madre decía que no hay hombres ni mujeres sino personas,
debo decir que ella nunca sufrió violencia de género, ni tampoco en mi entorno
se han dado esa lacra. Somos personas,
seamos hombres mujeres debemos tener la capacidad para comportarnos como personas.
Las personas no son o no debieran ser propiedad de nadie, ni
tan siquiera los hijos, a los cuales debemos enseñar a ser libres, sin que por
ello debamos dejar de intentar hacer valer nuestra autoridad para formarles no
como hombres o mujeres, sino como personas
En mi opinión el único modo de erradicar esta lacra es
mediante la educación, a la cual es necesario añadir educación y multiplicar
por educación, nadie puede saber o controlar lo que ocurre en el interior de
las paredes de una casa. Quien ejerce
esa violencia deja de actuar como un ser racional, actúa convencido de tener
razón y ser dueño de una propiedad y como tal imponer su autoridad, incluso por
la fuerza, nada le importa la cárcel, ni en muchos casos la muerte. Por tanto
solo a través de la educación en la formación, no de hombres o mujeres sino de
personas se puede llegar a eliminar
esta lacra. Nunca debemos cerrar los ojos ante ningún tipo de violencia.
Mi relato Aurora cierra los ojos intenta mostrar, que la
violencia se puede llegar a ejercer incluso después de la muerte del agresor,
en no pocas ocasiones la mujer llega a sentirse culpable del trato que recibe,
llegando a perdonar e incluso justificar los mismos. Lo cual puede llegar a
provocar cerrar los ojos ante la evidencia de que el único culpable es quien la
ejerce.
Aurora cierra los ojos, él es capaz de educarla, entre
comillas, de hacer que se sienta culpable incluso después de la desaparición
física del maltratador. Al que guarda luto durante veinticinco años y se
inventa para su hija el buen marido que nunca fue. A raíz de la boda de su hija
decide romper con el pasado, desenmascarar al maltratador, abrir los ojos a la
vida, afortunadamente los abre a pesar de encontrarse incluso con la
incomprensión de su propia hija, al romper el falso mito del marido perfecto,
del padre idealizado.
Cuando Aurora abre los ojos, solo está dispuesta a cerrarlos
de nuevo, por una cosa por placer, por el placer de sentirse amada, deseada, el
placer de ser mujer, de ser persona, porque siempre debe haber una luz de
esperanza.
Publicado también en Unidad Cívica por la República
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