Este fin de semana he marchado Barcelona a recoger el
segundo premio de un certamen literario contra la violencia machista, en el
cual he quedado como segundo clasificado, había pensado escribir sobre mis
impresiones de estos días en Cataluña, sobre
la nefasta gestión que está llevando a cabo el gobierno neofascista
español, lo equivocado que está empeñado en crear independentistas catalanes
del mismo modo que crea mangantes en las filas del seno de su partido, para así poder cosechar votos de lo más rancio
de la sociedad española. Antes de irme quería haber escrito que por fin un
relato mío es digno de ser impreso, sobre un tema tan sensible como la
violencia de género. Pero no voy a
escribir de ninguno de los dos temas planteados.
Sino de la vergüenza que siento de ser español, yo que llevo
la legitima bandera de España tatuada a fuego en mi corazón, sus tres colores,
los colores de la libertad, la igualdad y la fraternidad, ardiendo dentro de mí
cual ascuas incandescentes.
Siento la vergüenza
de ser español, a pesar de saber que pertenezco a otra España distinta de la
que me avergüenzo. Porque no es la misma
España la que sentimos los españoles honrados que los ladrones y sicarios de un
Régimen podrido y fascista. No puede ser
la misma España la que sienten nuestros gobernantes, con la monarquía y a la
cabeza, la difunta duquesa de Alba, Rajoy y sus ministros y altos cargos, Cospedal,
Mas, los Botines, la gran patronal, la fiscalía
del Estado, los ladrones de las entidades bancarias, los tribunales al servicio
del poder político. No por supuesto que no puede ser la misma España la de
ellos que la nuestra.
He sentido vergüenza de esa España, la que hoy al encender
la televisión me enseñaba las imágenes de un fuerte dispositivo policial, de la
policía antidisturbios siendo utilizada para robarle la casa a una anciana de
85 años en el barrio madrileño de Vallecas, en lugar de para meter en la cárcel
a los ladrones. Siento vergüenza de esa España, donde quienes debieran defender
al pueblo, son utilizados para robar al pueblo.
Quiero independizarme de esa España, que no es gobernada democráticamente por los representantes del pueblo, sino por los poderes económicos, al servicio de mafias corruptas. Quiero la independencia al igual que son muchas
los ciudadanos catalanes que llenan, ventanas y balcones de esteladas, quienes sentimos vergüenza de
pertenecer a esa España de delincuentes, mafiosos, babosos, sin conciencia ni ética,
deberíamos poner la legitima bandera constitucional de la República en nuestra
ventanas y balcones para pedir y exigir la independencia de esa España de
vergüenza.
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