domingo, 16 de marzo de 2014

Cuando España ofreció Ceuta y Melilla a Marruecos a cambio de trigo

Historias borbónicas, con algo de  humor y mala leche...

Escrito por Mar Merino Fernández 
En diciembre de 1788 era coronado rey de España Carlos IV, un monarca sin carácter ni personalidad -dejó el gobierno en manos de otros como su esposa María Luisa de Parma o el valido Manuel Godoy- y al que superaron los acontecimientos de la época -Revolución Francesa-. De su débil personalidad, incluso ingenuidad, es fiel reflejo una conversación con su padre, Carlos III, siendo príncipe heredero…



Los reyes somos los únicos que podemos estar tranquilos de que nuestras esposas no nos engañan. ¿Dónde van a encontrar algo mejor que un príncipe?
Su padre le contestó:
¡Pero qué tonto eres hijo mío!

Ya como rey, dejó en las manos del valido Manuel Godoy las cuestiones de gobierno y algunos dicen que también ocupó su lugar en el lecho real. Al otro lado del estrecho de Gibraltar, Muley Suleiman, de la dinastía alauita, fue proclamado sultán de Marruecos. En 1799, Carlos IV y Muley Suleiman firmaban el Tratado de Paz, Amistad, Navegación, Comercio y Pesca que, en un principio, mostraban predisposición al entendimiento y la diplomacia pero que en repetidas ocasiones se quedaría en papel mojado. [Como curiosidad: En 1799 Marruecos fue el primer país que reconoció a Estados Unidos y la primera embajada estadounidense del mundo] En 1801, por la escasez de las cosechas y como se había hecho anteriormente, el gobierno español inició los trámites para comprar trigo a Marruecos. Ante la negativa del sultán Suleiman, Godoy ordenó al embajador español ofrecer Ceuta y Melilla como moneda de cambio por el ansiado trigo. El sultán se negó… se haría con los posesiones españolas por la fuerza. Por la cabeza de Manuel Godoy pasó la ocupación de Marruecos y así tener su propio granero en el norte de África -de la misma forma que lo fue para el Imperio Romano-.

Como anillo al dedo, ese mismo año Domingo Badía y Leblich presentaba al gobierno un proyecto llamado Plan de viaje al Africa : haciéndose pasar por un musulmán de origen sirio recorrería África estudiando las posibilidades comerciales y elaborando mapas. Aquel proyecto científico de Domingo Badía, para Godoy se convirtió en una oportunidad de explorar el territorio de Marruecos y conocer sus fuerzas, acercarse a las tribus enemigas del sultán para una posible alianza en caso de conflicto bélico… convertir a África en una alternativa más barata y segura que América en el suministro de metales preciosos y materias primas. A pesar de la negativa institucional a financiar el proyecto, Godoy en persona decidió autorizarla y ordenó la financiación. Y como buen proyecto secreto español -propio de los agentes Mortadelo y Filemón- el 28 de noviembre de 1801 se publicaba el viaje en el Diario de Madrid (menos mal que el sultán no estaba suscrito al diario).

Para no ser descubierto se circuncidó, perfeccionó su árabe, se procuró ropajes adecuados y el nombre de Alí Bey al-Abbasi con una genealogía completa que lo hacía descendiente del mismo Profeta. En 1803 inició su viaje en Tánger. Gracias a su genealogía y a los muchos presentes que iba repartiendo por el camino, consiguió una audiencia con el sultán Soleiman. De éste obtuvo un salvoconducto para viajar por todo su reino. Durante dos años estuvo recorriendo aquel territorio tan cercano como desconocido, conociendo las costumbres de sus gentes e incluso contactar con los enemigos del sultán para una posible insurrección. Los informes llegaban a Godoy a través Francisco Amorós, cónsul español en Mogador (hoy Esauira) -estratégico puerto comercial-. En 1804, un informe de Alí Bey aconsejaba el envío de tropas y armamento a Ceuta para apoyar una insurrección que se estaba gestando. Godoy comenzó todos los preparativos… pero cuando se enteró Carlos IV, prohibió el envío. Tantos movimientos levantaron sospechas y en 1805 el sultán ordenó a Alí Bey abandonar Marruecos.

En aquel momento terminó su viaje político y comenzó su viaje científico que lo llevó a visitar Libia, Argelia, Egipto, la Meca -donde visitó la Kaaba, lugar prohibido para los no musulmanes-, Jerusalén, Siria y Constantinopla, donde se enteró de la entrada de los ejércitos napoleónicos en España. Después de un viaje de 5 años, el 12 de julio de 1808 regresaba a casa. Cuando llega se encuentra en una España convulsa bajo el gobierno títere de José Bonaparte. Ya sea por afrancesado o por cumplir las órdenes de Carlos IV con quien coincidió en Bayona, el caso es que Domingo se queda en España y en 1809 fue nombrado alcalde de Segovia y al año siguiente de Córdoba, donde será el responsable de la construcción de tres cementerios, la inauguración de los Jardines de la Agricultura y el trazado del primer plano de Córdoba. A él se debe también el servicio municipal de recogida de basuras permanente y otras disposiciones municipales para mantener limpia la ciudad como la obligación de los vecinos de barrer y regar las aceras de las casas dos veces al día o enterrar a los animales muertos lejos del casco urbano y a una determinada profundidad. Tras la derrota francesa se exilió a París donde en julio de 1814 se publicaba su libro “Viajes de Alí Bey el Abbassi por África y Asia durante los años 1803, 1804, 1805, 1806 y 1807“; una obra en tres volúmenes acompañada de un cuarto con mapas de su viaje. Una obra maestra de la literatura de viajes.

La verdadera identidad de Ali Bey se mantuvo en secreto hasta 1836, cuando se editó la primera traducción al español de su obra. En su prólogo, se indica que este viajero sirio era en realidad Domingo Badía e incluye una breve biografía de su vida. Ese mismo año, Manuel Godoy publica sus Memorias y en ellas revela que Badía era un agente secreto a su servicio. Domingo falleció en 1818 en Damasco en un viaje al servicio de Francia -se cree que pudo ser envenenado al ser descubierto por los ingleses. 
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