martes, 18 de marzo de 2014

La vieja bandera de la República, la nueva bandera de la esperanza



La vieja bandera de la IIª República ha salido de los baúles, de los cajones, de debajo de los colchones, de las buhardillas, de los trasteros y desvanes, donde algún soñador la escondió esperando poder sacarla algún día antes de morir.  Eran banderas que fueron de libertad, viejas banderas de algodón, recias, algunas con el escudo bordado a mano. Envueltas cuidadosamente, para que no fuesen descubiertas.  Viejas banderas que fueron la esperanza de un pueblo, la ilusión por un mundo mejor, un mundo de libertad, truncado por un criminal golpe de Estado.
Banderas que iban a llenar las calles al morir el dictador, que estaban impacientes por ser sacadas a la luz, por ondear al viento, por gritar al mundo con su movimiento, que España, por fin se podía gritar LIBERTAD.  Banderas que se quedaron un montón de años más en los cajones, baúles, trasteros y desvanes, porque sus profetas, esos que decían desear su presencia, esos que habían prometido lealtad, se convirtieron en traidores, a la bandera, a la república y lo que es peor, al PUEBLO.
Banderas que quienes las guardaron con ilusión ya no pueden ondearlas, porque están muertos, pero otras manos, otros corazones llenos de juventud, ilusión y vitalidad,  las están sacando de los baúles, de debajo de los colchones, de los trasteros, de los desvanes y curiosamente, no huelen a rancio, ni a naftalina, al contrario que la bandera monarco/franquista.  La vieja bandera de la República huele a primavera, a libertad a juventud; su ondear despierta la ilusión y la esperanza, en un país moribundo, al que le han robado por encima de sus posibilidades que sabe, que la única salida, el único camino para acabar con los ladrones, lo representa esa bandera con olor a primavera, con olor a libertad.

Lienzo: Alegoría de la República, del pintor Alfredo Claros, escondida por el padre de Joan Fuster junto a imágenes religiosas, pudo de nuevo recobrar sus colores de esperanza y libertad y luce de nuevo en el ayuntamiento de Sueca, como presagio de libertad y futuro.

Paco Arenas, autor de la novela  Magdalenas sin azúcar, que puedes leer sus primeros capítulos AQUÍ:

Publicado también en: Unidad Cívica por la República

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