La Franja de Gaza. El 'mutis' internacional
Desconocemos si el mutismo grupal es voluntario o impuesto, pero en cualquier caso, resulta deleznable ante una situación que atenta contra toda licitud existente. La imposición o voluntariedad generalizada del 'chist' internacional prevalece sobre el derramamiento de sangre. Aquí entran los Territorios Palestinos, que durante años soportan la presión fría y armamentística de otro pueblo, Israel.
Desde los cananeos, que fueron los primeros en habitar el territorio palestino, hasta la actualidad, lo que llamamos la Franja de Gaza y Cisjordania han sido motivo de guerrillas, ataques y bombardeos, con el único fin de la conquista, del poder y de la ocupación, caiga quien caiga. La mente comercial y mercantilista, la economía como motor y la religión como mejor recurso, son, en mi opinión, las principales causas del sacrilegio vital.
(En conversaciones con mi otro 'yo', erraba la duda de la legitimidad del territorio y a continuación, detallo. Por un lado, el 'ego económico' consideraba el territorio palestino como una propiedad del Estado de Israel, donde la administración, defensa y gestión económica eran llevados por el Estado israelí, por lo que, simplificando bastante, veía Palestina como una cuestión de poder, de Estado, necesariamente ligado a la economía. Por el contrario, el 'ego cultural' tenía en cuenta la identidad de un pueblo, una sociedad en su sentido más interno, donde confluyen ideas y sentimientos comunes, englobados en una Palestina culturalmente unida. En este caso, sentía a Palestina como un conjunto ideológico-cultural, simbolizado en la actualidad en el propio territorio.)
Tras este absurdo y breve debate interno y afincándome un poco más en la segunda de las posturas, subrayaría la más que sacrificada identidad de Palestina, donde mujeres y hombres desarmados son atacados por un pueblo que hace años declaró la retirada mediante el Plan de Desconexión que nunca llegó a su fin, sino todo lo contrario. Siete años después de este supuesto y una vez más, Palestina es ultrajada, en todos los sentidos del término, por su peor enemigo, Israel.
Mahmud Abbas dijo una vez: "construyamos los puentes del diálogo en lugar de muros de separación y puestos de control, y construyamos unas relaciones de cooperación basadas en la equidad y la paridad entre dos estados vecinos, en lugar de entablar políticas de ocupación, asentamientos, guerra y la eliminación mutua". El genocidio es un delito y el extremo de la violencia, cometido del Estado de Israel desde hace días y ya acto vivido en otras ocasiones. Como consecuencia, Palestina se enfrenta a un infanticidio intencionado y apuntado que cada día vive y tiene lugar en medio del silencio internacional. Derechos humanos son infringidos en cada ataque, donde las inexorables muertes se promulgan en territorios cercados y las voces de dolor traspasan los muros de la libertad y la independencia. Pero un silencio sepulcral reina en los más altos y poderosos entes, ya sean individuales o colectivos, por lo que esta sinrazón parece tener un punto y seguido.
Antiguos y recientes premiados con el Nobel de la Paz callan la injusta y maltrecha herencia de los ciudadanos palestinos, alardeando por una hipocresía que infringe la legalidad y permitiendo, y abogando con su silencio, los continuos asesinatos.
A pesar de todo y de todos, en algún medio de comunicación, habremos visto fotografías como las publicadas en este artículo o post, pero intentemos que nuestra mente no se habitúe a ellas, como en otros tantos casos ha ocurrido, y nos horroricemos cada día con imágenes como ésta. La libertad sólo es posible ejercerla cuando la esclavitud de un pueblo sometido a otro, el crimen y la posesión ilegal e ilegítima, en términos de ocupación, son denunciados.
(Por Manuel Navarrete)
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