jueves, 29 de noviembre de 2012

Noches de clandestinidad, con la guardia civil en los talones.





Durante casi cuatro décadas fueron muchos quienes arriesgaron  sus vidas en la clandestinidad, muchos quienes se tuvieron que marchar al exilio, muchísimos quienes pasaron por las cárceles de la dictadura y sufrieron torturas e incluso perdieron la vida. Todos ellos sabían lo que querían, lo que podrían lograr y lo difícil cuando no imposible que resultaba conseguir ese objetivo, todos sabían lo que arriesgaban, tranquilidad, familia y su propia vida y en muchos casos la vida de aquellas personas a quienes querían y amaban, sin embargo lucharon con esperanza por aquello en lo que creían.
Tras la muerte del dictador nace la idea de cambiar algo para que nada cambie y el 18 de noviembre de 1976 las Cortes franquistas aprueban la Ley para la Reforma Política, que es sometida a “referéndum” el 15 de diciembre de 1976.  Por entonces ya se había constituido un primer partido político al amparo de la ley de asociaciones de Arias Navarro- Alianza Popular- liderado por Manuel Fraga y Licinio de la Fuente.

En la izquierda comenzaban a darse a conocer otras fuerzas diferentes al PCE, a Ibiza llegaban militantes izquierdistas principalmente de Cataluña, aunque también de Valencia y algunos de Madrid, a darnos charlas a los jóvenes descontentos con la dictadura, éramos pocos e inmaduros, sin una idea clara a nivel ideológico, no sabíamos cuáles eran nuestros ideales reales, ni conocíamos la bandera de la república todavía,  pero sí con una idea muy clara de lo que no nos gustaba, ni la dictadura, ni la continuación monárquica.   

   Nuestro principal asesor fue un militante andaluz del PSUC ( Partit Socialista Unificat de Catalunya), el mismo nombre del partido nos planteaba dudas, creíamos ser comunistas y no comprendíamos el motivo del por qué si era comunista se llamaba socialista, fueron necesarias algunas reuniones  y lecciones de historia del socialismo para que llegásemos a comprender algunas cuestiones sobre el tema, hablábamos de ruptura democrática, de eurocomunismo y república, teníamos claro que aquella reforma política propiciada por Adolfo Suarez y Torcuato Fernández Miranda no era lo que queríamos para España y no colmaba en absoluto nuestras aspiraciones, no se parecía en nada a lo que nos había explicado Raquel, una chilena nacionalizada sueca que había tenido que huir de su país tres años antes, queríamos algo con lo que unos años antes habían soñado en Chile, Allende y Víctor Jara eran nuestros ídolos, junto con “el Che”.

Éramos cuatro adolescentes que adolecíamos de casi todo, de nosotros solo uno era estudiante, y no era español, sino suizo, no recuerdo ni el nombre ni el apellido, los otros tres trabajábamos en el verano en la hostelería y en el invierno en la construcción, desde que éramos unos críos y contemplábamos como los jóvenes de familias adineradas de la isla tenían posibilidad de estudiar, mientras que nosotros con trece años florecían los callos en nuestras manos, sentíamos envidia de ellos, envidia y rabia, nos gustaba leer y apenas nos quedaban ganas de coger un libro tras las largas jornadas de 12 o 14 horas en hoteles u obras, aun así lo hacíamos, nos divertíamos como todos y devorábamos libros de historia y literatura, aunque ninguno fuimos capaz de leer “El Capital” ni otros libros de teoría marxista, sin embargo queríamos  y no nos faltaban ganas para luchar por el mundo más justo con el cual  soñábamos, aunque eso sí, nos tomábamos esa lucha como un juego de riesgo, pero un juego al fin y al cabo.

Con la convocatoria del referéndum para el 15 de diciembre de 1976, nos organizamos para llevar a cabo unas pintadas en favor de la abstención, nos trajeron pintura negra, que no spray, unos pinceles y pasadas las doce de la noche envueltos en bufandas para no ser reconocidos, aunque a esa hora del bullicioso Sant Antoni estival no quedaba nada, al final del otoño a esa hora nadie deambulaba por sus calles,  nos lanzamos a realizar nuestras pintadas, siendo yo el más joven sin cumplir los 16, lo demás no llegaban a los 17 años.  Quisimos empezar por el mercado municipal que se había comenzado a construir unos años antes pero que estaba todavía con bloques de hormigón sin enlucir, pero en el cual los payeses ya realizaban la venta de sus productos,  no habíamos abierto todavía el bote de pintura cuando vimos a un grupo de unos cinco jóvenes, pero bastante más mayores y curtidos que nosotros,  ante lo cual nos escondimos, acto seguido una voz salía a nuestras espaldas.

     -    Alto a la guardia civil.

Pies para qué os quiero, soltamos el bote de pintura, las brochas y salimos corriendo como alma que sigue el diablo, los guardias tras de nosotros amenazando con disparar si no nos deteníamos, pero ninguno de nosotros estábamos dispuestos a realizar lo que hubiese sido lo más sensato, tal vez, al fin y al cabo éramos críos, nos hubiesen pegado cuatro hostias y aviado, pero no.

     -    Sabemos quiénes sois, será   mejor que os entreguéis.

Nosotros corríamos más y más , nos escondimos en el momento que los perdimos de vista,  en la casa de un amigo y allí permanecimos hasta cerca de la hora de ir a trabajar, pasamos cada uno por nuestra casa y pudimos comprobar en el recorrido que Sant Antoni estaba lleno de pintadas en favor de la abstención, al estar la guardia civil detrás de nosotros,  el otro grupo de desconocidos había llevado a cabo las pintadas tranquilamente.  Posiblemente nunca en nuestras vidas habíamos pasado tanto miedo, fue nuestra primera vez.

Fue la primera y única vez que realice una acción clandestina, aparte de las reuniones, después la clandestinidad quedo atrás para dar paso al fraude, pero eso ya pertenece a otra historia, ya no volví a tener que correr delante de la guardia civil, aunque si muchas veces más, ya en Valencia, delante de los grises. 

Este escrito es un homenaje a aquellos que realmente lucharon por la libertad y la república para nuestro país.


Publicado también en :
Unidad Cívica por la República

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