Durante casi cuatro décadas fueron muchos quienes
arriesgaron sus vidas en la clandestinidad,
muchos quienes se tuvieron que marchar al exilio, muchísimos quienes pasaron
por las cárceles de la dictadura y sufrieron torturas e incluso perdieron la
vida. Todos ellos sabían lo que querían, lo que podrían lograr y lo difícil cuando
no imposible que resultaba conseguir ese objetivo, todos sabían lo que arriesgaban,
tranquilidad, familia y su propia vida y en muchos casos la vida de aquellas
personas a quienes querían y amaban, sin embargo lucharon con esperanza por
aquello en lo que creían.
Tras la muerte del dictador nace la idea de cambiar algo
para que nada cambie y el 18 de noviembre de 1976 las Cortes franquistas
aprueban la Ley para la Reforma Política, que es sometida a “referéndum” el 15
de diciembre de 1976. Por entonces ya se
había constituido un primer partido político al amparo de la ley de
asociaciones de Arias Navarro- Alianza Popular- liderado por Manuel Fraga y
Licinio de la Fuente.
En la izquierda comenzaban a darse a conocer otras fuerzas
diferentes al PCE, a Ibiza llegaban militantes izquierdistas principalmente de
Cataluña, aunque también de Valencia y algunos de Madrid, a darnos charlas a
los jóvenes descontentos con la dictadura, éramos pocos e inmaduros, sin una
idea clara a nivel ideológico, no sabíamos cuáles eran nuestros ideales reales,
ni conocíamos la bandera de la república todavía, pero sí con una idea muy clara de lo que no
nos gustaba, ni la dictadura, ni la continuación monárquica.
Nuestro principal asesor fue un militante
andaluz del PSUC ( Partit Socialista Unificat de Catalunya), el mismo nombre
del partido nos planteaba dudas, creíamos ser comunistas y no comprendíamos el
motivo del por qué si era comunista se llamaba socialista, fueron necesarias
algunas reuniones y lecciones de
historia del socialismo para que llegásemos a comprender algunas cuestiones
sobre el tema, hablábamos de ruptura democrática, de eurocomunismo y república,
teníamos claro que aquella reforma política propiciada por Adolfo Suarez y
Torcuato Fernández Miranda no era lo que queríamos para España y no colmaba en
absoluto nuestras aspiraciones, no se parecía en nada a lo que nos había
explicado Raquel, una chilena nacionalizada sueca que había tenido que huir de
su país tres años antes, queríamos algo con lo que unos años antes habían
soñado en Chile, Allende y Víctor Jara eran nuestros ídolos, junto con “el Che”.
Éramos cuatro adolescentes que adolecíamos de casi todo, de
nosotros solo uno era estudiante, y no era español, sino suizo, no recuerdo ni
el nombre ni el apellido, los otros tres trabajábamos en el verano en la
hostelería y en el invierno en la construcción, desde que éramos unos críos y
contemplábamos como los jóvenes de familias adineradas de la isla tenían
posibilidad de estudiar, mientras que nosotros con trece años florecían los
callos en nuestras manos, sentíamos envidia de ellos, envidia y rabia, nos gustaba
leer y apenas nos quedaban ganas de coger un libro tras las largas jornadas de
12 o 14 horas en hoteles u obras, aun así lo hacíamos, nos divertíamos como
todos y devorábamos libros de historia y literatura, aunque ninguno fuimos
capaz de leer “El Capital” ni otros libros de teoría marxista, sin embargo queríamos
y no nos faltaban ganas para luchar por
el mundo más justo con el cual
soñábamos, aunque eso sí, nos tomábamos esa lucha como un juego de
riesgo, pero un juego al fin y al cabo.
Con la convocatoria del referéndum para el 15 de diciembre
de 1976, nos organizamos para llevar a cabo unas pintadas en favor de la
abstención, nos trajeron pintura negra, que no spray, unos pinceles y pasadas
las doce de la noche envueltos en bufandas para no ser reconocidos, aunque a
esa hora del bullicioso Sant Antoni estival no quedaba nada, al final del otoño
a esa hora nadie deambulaba por sus calles,
nos lanzamos a realizar nuestras pintadas, siendo yo el más joven sin
cumplir los 16, lo demás no llegaban a los 17 años. Quisimos empezar por el mercado municipal que
se había comenzado a construir unos años antes pero que estaba todavía con
bloques de hormigón sin enlucir, pero en el cual los payeses ya realizaban la
venta de sus productos, no habíamos
abierto todavía el bote de pintura cuando vimos a un grupo de unos cinco
jóvenes, pero bastante más mayores y curtidos que nosotros, ante lo cual nos escondimos, acto seguido una
voz salía a nuestras espaldas.
Pies para qué os quiero, soltamos el bote de pintura, las
brochas y salimos corriendo como alma que sigue el diablo, los guardias tras de
nosotros amenazando con disparar si no nos deteníamos, pero ninguno de nosotros
estábamos dispuestos a realizar lo que hubiese sido lo más sensato, tal vez, al
fin y al cabo éramos críos, nos hubiesen pegado cuatro hostias y aviado, pero
no.
- Sabemos quiénes sois, será mejor que os entreguéis.
Nosotros corríamos más y más , nos escondimos en el momento
que los perdimos de vista, en la casa de
un amigo y allí permanecimos hasta cerca de la hora de ir a trabajar, pasamos
cada uno por nuestra casa y pudimos comprobar en el recorrido que Sant Antoni
estaba lleno de pintadas en favor de la abstención, al estar la guardia civil
detrás de nosotros, el otro grupo de
desconocidos había llevado a cabo las pintadas tranquilamente. Posiblemente nunca en nuestras vidas habíamos
pasado tanto miedo, fue nuestra primera vez.
Fue la primera y única vez que realice una acción clandestina,
aparte de las reuniones, después la clandestinidad quedo atrás para dar paso al
fraude, pero eso ya pertenece a otra historia, ya no volví a tener que correr
delante de la guardia civil, aunque si muchas veces más, ya en Valencia,
delante de los grises.
Este escrito es un homenaje a aquellos que realmente
lucharon por la libertad y la república para nuestro país.
Publicado también en :
Unidad Cívica por la República
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