La caza no cabe duda que desde los albores de la humanidad
ha sido una fuente de sustento de la misma, algo necesario para la supervivencia
de la especie tanto por su alimentación como por su piel, seria por tanto ilógico
cuestionar esas prácticas ancestrales en la antigüedad.
No soy cazador y me horroriza tan solo la idea de acabar con
la vida de cualquier ser vivo por placer, puedo comprender la caza como método de
supervivencia entre diversos pueblos, incluso haciendo un gran esfuerzo, puedo asimilar
y llegar a comprender la caza por placer de distintas especies comestibles, que
tienen como destino final el consumo humano, incluso en nuestro país, perdices,
codornices, liebres, conejos o jabalíes, aunque jamás aceptaría la invitación a
una montería, de hecho habiendo nacido en un pueblo de abundante caza jamás he
ido a una montería o caza, me horroriza la idea, tanto como tocar un arma,
incluso cuando estaba en el ejército(mili obligatoria), la posibilidad de que
un día tuviese que usarla se convertía en pesadilla.
Pero jamás comprenderé el placer de matar por matar, esa
total falta de sensibilidad, de moral, para ser capaz de disparar, a un oso,
borracho o no, un lince, un elefante o cualquier animal que no tenga como
destino final la necesidad humana de alimentarse, más si está en grave peligro
de extinción, como ha terminado ocurriendo con el rinoceronte negro en África.
En los últimos días hemos sido alertados sobre la extinción
del Rinoceronte Negro en África Occidental debido a la caza ilegal que golpeó
fuertemente a esta especie.
Existe una lista Roja de Especies Amenazadas elaborada por
la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La extinción de rinoceronte negro ha
provocado profundo impacto. La extinción
se ha debido tanto a la caza ilegal, como a la caza llevada a cabo por
caprichosos multimillonarios que tienen como placer máximo el matar por matar.
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