Artículo de Antonio Machado publicado en La Vanguardia de Barcelona el 16 de julio de 1937.
Antonio Machado fue aparte de ser un gran poeta, tal vez el mejor, fue un gran pensador, su poesía hace pensar y reflexionar, no da puntada sin hilo y siempre demuestra una gran sensibilidad y sentimiento...
Los últimos años de la ida española han cambiado
profundamente nuestra psicología. Acabamos de cosechar muy amargos frutos; y el
recuerdo del reciente desastre nacional, surge en nuestro espíritu como una
nube negra que nos vela el épico sol de otros días.
Tras un largo período de profunda inconsciencia, en que no
faltaron lauros para los viejos héroes, ni patrióticas charangas, ni cantos de
cuartel, perdimos –como todos sabéis- los preciosos restos de nuestro imperio
colonial. Fue éste un golpe previsto por una minoría inteligente y que
sorprendió a los más. Imaginaos al pueblo español como a un hombre que,
inesperadamente, recibiera un fuerte garrotazo en la cabeza, cayera a tierra
sin sentido y al recobrarlo, se levantara preguntando: ¿Dónde estoy?
Comenzamos a despertar y a mirar en torno nuestro.
Acaso el golpe recibido nos pondrá en contacto con nuestra
conciencia.
Por lo pronto, nuestro patriotismo ha cambiado de rumbo y de
cauce. Sabemos que ya que no se puede vivir ni del esfuerzo, ni de la virtud,
ni de la fortuna de nuestros abuelos; que la misma vida parasitaria no puede
nutrirse de cosa tan inconsistente como el recuerdo; que las más remotas
posibilidades del porvenir distan menos de nosotros que las realidades muertas
en nuestras manos. Luchamos por libertarnos del culto supersticioso del pasado.
¿Nos valió, acaso el heroísmo de Castro y Palafox para
salvar nuestro prestigio, en jornadas recientes que no quiero recordar?
¿Vendría en nuestra ayuda la tizona de Rodrigo, si tuviéramos que lidiar otra
vez con la misma? No creemos ya en los milagros de la leyenda heroica.
Somos los hijos de una tierra pobre e ignorante, de una
tierra donde todo está por hacer. He aquí lo que sabemos.
Sabemos que la patria no es un finca heredada de nuestros
abuelos; buena no más para ser defendida a la hora de la invasión extranjera.
Sabemos que la patria es algo que se hace constantemente y se conserva sólo para
la cultura y el trabajo. El pueblo que la descuida o abandona, la pierde,
aunque sepa morir. Sabemos que no es patria el suelo que se pisa, sino el suelo
que se labra; que no basta vivir sobre él, sino para él; que allí donde no
existe huella del esfuerzo humano no hay patria, ni siquiera región, sino una
tierra estéril, que tanto puede ser nuestra como de los buitres o de las
águilas que sobre ella se ciernen. No
sois patriotas pensando que algún día sabréis morir para defender esos pelados
cascotes; lo seréis acudiendo con el árbol o con la semilla, con la reja del
arado o con el pico del minero.
Antonio Machado
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