ISABEL DE FARNESIO, LA MADRASTRA, MALA, MALISIMA de España o
la puñetera abuela de todos los borbones.
Cuando hace poco más de unos años comencé a recopilar
información en esta gran biblioteca pública que es internet, no pensé que el
personaje más interesante y malvado de todos era esta mujer, incluso más que su
marido Felipe V, tal vez tan solo superada por el más abominable de todos los
reyes borbones, Fernando VII, fue una autentica madrastra no solo para sus dos
hijastros sino para España...
Esta Isabel de
Farnesio, reina consorte de Felipe V, vivió durante el reinado de cuatro reyes,
o honor a la verdad, cinco reinados y una regencia: Los reinados de sus dos
hijastros, Luis I y Fernando VI, el de su hijo Carlos III, los dos reinados de
su marido y regente de Carlos III, tras la muerte de Fernando VI. Ejerció de auténtica monarca soberana, por encima de Felipe V y Luis I, que
resultaron ser auténticos peleles sumisos a su malvada voluntad, lo intentó sin
éxito con Fernando VI, que termino desterrándola a La Granja, siendo, como ya he dicho anteriormente, regente tras la muerte de este y valedora de
su hijo Carlos III. Fue una instigadora nata, se presume que su hijastro Luis I
no enfermo de viruela por casualidad y también quedaron sombras sobre la muerte
de su otro hijastro Fernando VI. Fue una
autentica madrastra mala, malísima, pero no de cuento sino de película de
terror, por tanto no debe sorprendernos la herencia genética que transmitió a
sus descendientes, esta madre de todos ellos y madrastra de los dos hijos de su
marido y de todos los españoles.
De Isabel Farnesio, el rey Federico II de Prusia escribió:
"La Reina Isabel Farnesio habría querido gobernar al mundo entero; no
podía vivir más que en el trono. Se la acusó de haber precipitado la muerte de
don Luis, hijo de un primer matrimonio de Felipe V. Los contemporáneos no
pueden ni acusarla ni justificarla de este asesinato. El carácter de esta mujer
singular estaba formado por la soberbia de un espartano, la tozudez de un
inglés, la sutileza italiana y la vivacidad francesa. Andaba audazmente hacia
la realización de sus propósitos; nada la sorprendía, nada podía
detenerla..."
Como ya comenté en Felipe V, “el Guarro”, se quedó viudo y su
apetito sexual resultaba inagotable, al mismo tiempo que su puritanismo y
remordimiento eran inmensos, lo cual le provocaba terribles dolores de
cabeza. Siempre encontraba nobles damas
de la corte dispuestas a aliviarle, solteras, casadas, vírgenes o no, incluso
prostitutas. Pero claro luego los
remordimientos en una mente tan enferma y reprimida hacían que la cabeza la
tuviese siempre a punto de estallar, pensando como ya he dicho, iba a ser
cliente de Satanás, considerando mucho más pecaminoso esos devaneos sexuales
que el tráfico de esclavos, los cuales no le producían ningún remordimiento de
conciencia. El pobre pecador, alternaba
momentos de desenfreno con apatía total, hasta el punto de ver visiones. Por tanto, la prioridad era encontrar nueva
esposa para que el rey pudiese fornicar sin miedo a arder en las hogueras del
infierno.
La princesa de los Ursinos como camarera mayor de la corte y
"regente" efectiva de la corona española ante la apatía de Felipe V,
fue la encargada de las negociaciones matrimoniales, siendo ella la decisión de
elegir a la candidata. La designada
para convertirse en segunda esposa de Felipe V fue Isabel Farnesio , princesa
de Parma, única hija de los príncipes herederos de Parma. La elección no fue nada casual, aparte de la anciana
princesa de Ursinos influyeron en la
elección, los cortesanos más allegados al rey,
hartos de hacer de “celestinas” o cornudos consentidos ¿cómo iban a
negarle ellos nada a su católica majestad?
Dicen que Isabel de Parma era una mujer alta y bien formada,
con gran vitalidad y unos ojos que
emanaban carácter y ambición como de inmediato se demostró, por haber padecido
la viruela había perdido parte de su belleza original. A su mentora la princesa de Ursinos , le fue
descrita como como una mujer sumisa, sencilla, sin carácter, inofensiva y
manipulable, relegada a una posición tan discreta que no tenía más aficiones
que la de bordar y atiborrarse de pasta, queso parmesano y mantequilla, en suma
todo lo contrario de cómo realmente era. Claro le querían vender el burro y lo
consiguieron con terribles consecuencias para la Princesa de Ursinos, como ya vemos a
continuación:
Isabel de Farnesio realizo el viaje por tierra, en
Guadalajara le esperaba la princesa de Ursinos, como ya he dicho era una
anciana de más de setenta años, con los achaques propios de la edad, por lo que
al recibirla no ejecuto la reverencia completa que correspondía hacer a la reina,
que ya lo era porque se había casado por poderes en Parma, confiada la anciana
de la descripción dada la trato con familiaridad, permitiéndose incluso coger a
la reina de la cintura, Isabel se puso fuera de sí, ante tales familiaridades,
expulsándola inmediatamente de su presencia y de España. El jefe de la Guardia Real, temeroso de las
posibles represalias de la princesa de Ursinos, solicito la orden por escrito a
la nueva reina, e Isabel sin dudarlo un momento pidió pluma y papel y firmo la
orden de expulsión de quien la había hecho reina de España, como vemos el
agradecimiento no era virtud que mostrase ni en público ni en privado.
Informada sobre el
punto débil de Felipe V no dudó en aprovecharse de él, comenzando pronto la
terapia de choque, apenas había
terminado la ceremonia nupcial, sin comenzar el banquete, agarro a su marido y
se lo llevo a la cama para consumar el matrimonio, dejando plantados a todos los ilustres
huéspedes e invitados, que bien sus ojos
no fueron testigos si lo fueron sus oídos…
Desde ese día, Isabel
descubrió que, debido al lujurioso temperamento de su marido, podría dominarlo
fácilmente desde el lecho conyugal, sus armas de mujer y su ambición serían su
sello. Tanto es así, que unos años después de la boda, se comentaba no solo en
la Corte española sino también en la de Versalles que el rey se debilitaba a
ojos vista, debido sobre todo a los numerosos encuentros que tenía con la
reina.
Autoritaria defecto que transmitió a los futuros borbones,
con gran carácter. Isabel de Farnesio,
su peso en la corte fue aumentando paulatinamente llegando al cenit en los
últimos años de reinado de su marido, más retraído y ensimismado a medida que
envejecía. Fue una autentica madrastra en el peor sentido de la palabra, no hay
nada claro de las circunstancias de como contrajo la viruela su hijastro Luis
I, siempre hubo sospechas fundadas o no contra la reina madre, a la muerte de
su marido, intento hacer valer los derechos de sus hijos contra su hijastro
Fernando VI, convirtiéndose en una auténtica
pesadilla para sus hijastros, a los cuales nunca mostro afecto alguno,
al considerarlos rivales de sus propios hijos y de la carrera de los mismos hacia el trono.
Fernando VI tomó una decisión drástica para poder gobernar en
paz: la desterró al Palacio de La Granja, cerca de Segovia. Pero ella,
orgullosa, se salió por la tangente. Consiguió permiso del rey para edificar su
propio palacio en el cercano paraje de Riofrío,
un coto de caza real donde aspiraba a levantar su propia corte desde
donde presionar al rey. Éste, con tal de tenerla lejos y ocupada, accedió a sus
pretensiones.
Tras la muerte de Fernando VI, consiguió ver a su hijo Carlos
III como rey de España. Isabel de Farnesio
fue madre de un rey y dos reinas: Carlos (1716-1788), que ocuparía los tronos
de Nápoles-Sicilia y de España con el nombre de Carlos III; María Ana Victoria
(1718-1781), que sería reina de Portugal tras casarse con José I y María
Antonia Fernanda (1729-1785), esposa de Víctor-Amadeo III (Turín, 1726-Moncalieri,
1796) duque de Saboya y rey de Cerdeña entre 1773 y 1796.
Isabel de Farnesio bien pudo ser inspiradora de otras
madrastras de cuento, desgraciadamente para España, esta madrastra mala,
malísima fue real y de esa maldad descienden todos los borbones que han reinado
España.
©Mis historias borbónicas
©Paco Arenas
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