viernes, 8 de noviembre de 2013

Test de Rorschach: Juan Carlos Monedero


por Numerocero / Foto: Elena Blanco

César Monedero



Al igual que un centro comercial vende el poster del Che Guevara, Hollywood no tiene problema en contar su visión sobre la vida de Julian Assange. La imagen idealizada del Che está despojada de fusiles, pistolas y revoluciones. La película sobre el fundador de Wikileaks sirve para sembrar sospechas sobre su persona. También insultaron a Espartaco, a Thomas Müntzer, a Robespierre y a Danton. Los tiempos cambian y los revolucionarios también. Si en el primer gobierno bolchevique estuvieron Lenin, Trotsky, Bujarin, en la foto de la preparación de la siguiente revolución estarán Julian Assange, Bradley Manning y Edward Snowden. Nada más peligroso que la verdad. ¿O nos hemos olvidado de que el último James Bond pelea ni más ni menos contra el rubio hacker que nos dijo que España no era un país soberano? Aún no sabíamos lo de las escuchas. Bueno, no lo sabíamos los ciudadanos.





España se acostó franquista y se levantó demócrata. Botín, que no sufrió en la escuela ningún escarnio por su apellido, se acostó rico y franquista y se levantó rico y demócrata. Y para que todo permaneciera en su sitio, es amigo de los partidos de poder. Pero, prudente como es, y si con eso no bastara, es amigo del Rey, que tiene amigos en desiertos tan lejanos y colinas perdidas donde antes iba a matar elefantes y ahora sigue yendo a hacer negocios de cosas de las que entienden las familias reales como la saudí y la borbón. Botín también caza. Últimamente, desahuciados y preferentes. En España, los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más y más pobres. La democracia no es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. La democracia es lo que diga Botín. Que los millones imprimen más carácter que los chistes fáciles sobre el apellido.




Los españoles estamos entre los pueblos más europtimistas de la Unión y, casi con toda seguridad, somos los más euroignorantes. Creemos que un comisario español representa a España y que los diputados del Parlamento Europeo se agrupan por países y no por ideología. Por cierto, la misma ideología. Salvo algunos pequeños grupos, Europa es una grosse Koalition donde el que se mueva no sale en la foto. Caído el Muro de Berlín y lograda la reunificación, Alemania anda otra vez desmesurada. Si una diputada española del Partido Popular dijo a los parados "que se jodan", si la Patronal quiere que nos jubilemos a los 70 años y que nos vayamos a trabajar a Laponia, si miembros de la española Casa Real andaban forrándose mientras se dinamitaba el Estado social, o al marido de la portavoz Cospedal le subían el sueldo cada vez que nos los bajaban a los demás, qué no opinará de nosotros un miembro de la CSU, fundada por un nazi, o de la CDU, dirigida por Ángela Merkel, un cuadro de la Alemania oriental que actualiza constantemente su pasado con formas de autoritarismo propio del comunismo soviético y del Club Bildelberg. Europa da miedo. Seguro que lo entendieron esos seres humanos que nos dijeron que los europeos damos asco justo antes de ahogarse en las costas de Lampedusa. Menos mal que también lo dijo el Papa. Que no es europeo.




La libertad de expresión ya no pertenece a los ciudadanos. Es un derecho que se ha disuelto en el derecho a decir lo que quieran las empresas de medios de comunicación. Y si les reprochas que están manipulando la información y prostituyendo un bien que es común y no una mercancía, te gritan que eres un enemigo de la libertad de expresión. Son los mismos que publicaron a varias columnas que Chávez había prohibido en Venezuela los Simpson, que Correa perseguía en Ecuador a los periodistas críticos o que Cristina Fernández de Kirchner había aprobado una ley que amordazaba a la prensa libre. La verdad es que la ley de medios en Venezuela lo único que prohibía eran determinados programas en horario infantil, como South Park o los Simpson, que Correa denunció a un periodista que había escrito que el Presidente ecuatoriano había dado la orden de disparar contra la gente en un hospital, o que Cristina Fernández quería acabar con que un solo medio -el grupo Clarín-  tuviera más del 80% del poder mediático de Argentina. Cuando un periodista español replica una vez a un político es un héroe; si lo hace dos veces, es elevado a la santidad. Si lo haces tres veces, puedes hasta merecer tener un marido periodista que no le ríe las gracias a todos los poderosos. Ay si ningún periodista cubriera las ruedas de prensa en televisiones de plasma...





En el Parlamento español no se puede dar el pecho a un bebé. En Alemania, los Verdes se hicieron un poco más famosos por llevar la vida al Bundestag y amamantar a sus críos entre debate y debate, votación y votación. Mejor que jugar en el ordenador. La derecha política y católica española se pone nerviosa con los pechos de las mujeres. Igual que algún clérigo ha afirmado que los jovencito van provocando y de ahí la pederastia, hay sitios donde no hay que tentar a la suerte. Porque además, ahora todos los diputados tienen una tablet con pantalla táctil. Hay que huir de cualquier tentación. Las mujeres de Mujeres no lo entendieron así. No hay cosa más anodina que una protesta de Femme en una playa nudista. En cambio, en un Parlamento que tiene la voluntad de regresar a la mujer a los tiempos de la Sección Femenina falangista, esos torsos jóvenes y agresivos consiguieron que las posiciones retrógradas del Gobierno de Rajoy, expresadas en el meapilas devenido de Gallardón, quedaran en entredicho. Mazinger Z se acojonaba cuando aparecía Afrodita y gritaba aquello de "¡Pechos fuera!". Y los diputados del PP aún recuerdan con pavor aquellos dibujos animados. Eran más de Marco.

Fuente:Numerocero

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