domingo, 7 de octubre de 2012

El cementerio nuclear centralizado o ATC: la semilla del diablo




No soy ningún experto en energía nuclear, pero hay, me suelo guiar por mi instinto, y cuando ves las reacciones de los políticos de la Comunidad Valenciana, cuando el anterior Gobierno, adjudico el emplazamiento de Zarra, al cual daban más del doble de dinero que a Villar de Cañas, todos los políticos sin excepción de la Comunidad Valenciana dijeron que era una agresión contra Valencia, especialmente virulentos fueron los ataques del PP.  Sin embargo al llegar la manipuladora y prescindible de Castilla-La Mancha, la madrileña Dolores de Cospedal, viendo lo problemas que tenían en el P.V. para hacer el encaje de bolillos después de haber echado pestes contra el ATC de los políticos valencianos.  Puso su mirada en el peor situado de los municipios candidatos, en Villar de Cañas, gobernado por un miembro de su partido, el cual se le hicieron los ojos chiribitas cuando se lo comunicaron.  Pero como dice este magnífico artículo de Terra Org.   



Ecologia Practica




Enero, 2010. Nadie conoce el rostro del diablo, pero en el imaginario popular es alguien que gusta del caldero y del agua hirviente para cocinar a humanos. Esta pasión es inherente en los defensores de la energía nuclear, ya que esta tecnología no es más que una gran olla a presión alimentada con el letal fuego radioactivo. Una tecnología destinada a poner en jaque a humanos durante siglos y siglos una vez terminado su ciclo industrial o de diseño, pues la radioactividad no termina con el final de la central. El ministro de Industria del Gobierno de España, Miguel Sebastián Gascón (legislatura 2008-2011) está decidido en sembrar con alevosía su particular semilla del diablo en nuestro país, dando todo su apoyo a la producción energética a base de la olla de agua hirviendo (véase nucleares, térmicas de gas y carbón, etc.) y en contra de las renovables. Esta es su cruzada personal, que una vez más queda patente en la forma de implantar una solución obsoleta para los residuos de alta actividad como es el llamado ATC.

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La mayoría de los reactores nucleares de producción de energía eléctrica utilizan como combustible uranio ligeramente enriquecido en U-235. Cuando este combustible se descarga del reactor contiene alrededor de:
   - 0,8% de U 235 sin quemar,
   - 94,3% de U 238
   - 4,9% de productos de fisión e isótopos radiactivos formados en el reactor, entre los que se incluyen alrededor de un 1% de una mezcla de diferentes isótopos del plutonio.

Así que, el ministro Sebastián da un paso más al iniciar el proceso de articulación del cementerio nuclear centralizado de residuos de alta actividad (ATC, siglas de Almacén Temporal Centralizado) sin un calendario de cierre de las 9 centrales nucleares ubicadas en 7 emplazamientos. Por tanto, sin poder evaluar para cuantos residuos radiactivos. Pero además lo hace en la forma de una convocatoria pública (aura democrática) con premio millonario (aura vil), para que municipios que ya tienen instalaciones de este tipo den un paso al frente. Ni el mismísimo diablo hubiera tenido la osadía de convocar a la sociedad civil a que se elija un único lugar donde asumir el riesgo de los residuos radioactivos de todos los españoles. Pero poderoso es don dinero. Además todo se enmascara anunciando la construcción de un "Centro Tecnológico Asociado" al ATC, una instalación experimental nuclear para investigar con técnicas de transmutación. Un centro que Implicaría tener que construir y albergar un reactor nuclear transmutador, instalaciones para el reprocesamiento y elaboración de elementos combustibles nucleares para ese reactor, con los riesgos de accidentes nucleares y escapes de radiactividad inherentes a su funcionamiento. O sea, más riesgos asociados.
Greenpeace, Ecologistas en Acción y otras plataformas como Tanquem les Nuclears manifiestan su rotunda oposición a la construcción de un cementerio nuclear centralizado, sea cual sea su denominación (Almacén Temporal Centralizado, u otras) y el tipo de residuos radiactivos que fuera a albergar. Éstas han denunciado la estrategia del ministro Sebastián de tentar a los alcaldes con dinero público (de los fondos de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, ENRESA) para tratar de conseguir que algún municipio se ofrezca candidato a albergar el cementerio nuclear, sin importar si ese consistorio ha tenido en cuenta la opinión de la población de ese municipio, la de los pueblos de su entorno y la de su comunidad autónoma. Curiosa forma de hacer de un ministro,  perteneciente a un gobierno cuyo Presidente, en el Debate del Estado de la Nación del 30 de mayo de 2006, dijo: "Y paralelamente también está el tema de los residuos, que exige, sin duda alguna, un amplio consenso social de organizaciones defensoras del medio ambiente, que exige el mayor consenso territorial posible y ojalá el mayor consenso político, porque, como muy bien sabe S.S., es un problema de hondo calado".
Problemática de la obsoleta tecnología del ATC
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  Esquema de un Almacén Temporal Centralizado. El combustible irradiado general calor como consecuencia del proceso de desintegración de los isótopos radiactivos que contiene; esta generación de calor continúa aún después de haber sido descargado del núcleo del reactor.
 Este combustible, si no va a ser sometido a reelaboración, constituye un residuo de alta actividad que debe ser previamente "enfriado" antes de proceder a su acondicionamiento. El mejor sitio para guardar los residuos radioactivos de alta actividad es en espacios dentro de las propias centrales nucleares.
Gráfico: ENRESA
Que el problema de los residuos radiactivos es una cuestión compleja, se sabe lamentablemente desde el primer día que se tuvo que extraer el uranio consumido y guardarlo para evitar que su elevada radioactividad no se convirtiera en letal. La investigación a nivel mundial sobre el tema no tiene resuelta la cuestión. Ideas y proyectos de investigación, seguridad poca. Según el Consejo de Seguridad Nuclear hay que gestionar 12.800 m3 de residuos, con lo que algo hay que hacer. De momento, se guardan en las propias centrales. Pero esto tiene sus días contados si no se hace algo. La institución responsable de los residuos es ENRESA, quien ha fracasado en todas sus propuestas. Ahora lanza una nueva idea incentivada con un buen premio en metálico para quien se lo trague. Se trata del proyecto del ATC que ahora promueve el ministro de Industria, Miguel Sebastián, pero iniciado en 2006 por su predecesor en el cargo, José Montilla, actual presidente de la Generalitat de Catalunya. El rechazo al ATC, tanto de los gobiernos autonómicos (el Parlamento catalán, las Cortes valencianas, la Asamblea de Extremadura, el Parlamento gallego, el aragonés), diversos presidentes autonómicos (el de Castilla y León, el de Castilla-La Mancha, Andalucía), y numerosas diputaciones provinciales, consejos comarcales y ayuntamientos es rotundo y explícito. Aunque la Asociación de Municipios en Áreas Nucleares (AMAC), busca generar el “consenso suficiente” entre los ayuntamientos aspirantes, puesto que la zona que acoja los residuos se repartirá una compensación máxima anual de 7,8 miliones de euros.  Recordemos que por ejemplo, ahora mismo Ascó - uno de los candidatos mejor situados - ingresa en sus arcas de su central nuclear 6,5 millones al año; el triple que si no tuviera esta central por las características de este municipio.
Este cementerio o ATC de nueva construcción deberá albergar residuos con un alto nivel de radiactividad que persistirá durante cientos de miles de años. Y su elevado potencial radiotóxico - la mera existencia de los residuos radiactivos de alta actividad (RR.AA.) - supone un grave problema ambiental, económico y de salud pública que la industria nuclear no ha sabido resolver durante sus 50 años de existencia. Tendrán que pasar 482.000 años para que el plutonio-239 que se encuentra en los RR.AA. deje de ser radiactivo, 34.000 años para el radio-226, 112.000 años en el caso del carbono-14, etc.
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Instalaciones inscritas como productores de residuos radioactivos en España. Fuente ENRESA
La generación de residuos radiactivos de alta actividad es un hecho técnicamente inevitable que está unido a la tecnología de fisión nuclear; es decir, que las centrales nucleares son las productoras de estas sustancias. Su gestión es hoy en día un problema no resuelto en ningún país del mundo ante el que ha quedado demostrado que no existe - ni ahora ni en un futuro previsible - ninguna forma de gestión definitiva satisfactoria desde el punto de vista técnico. Además, con un centro de almacenamiento temporal centralizado se incrementa el riesgo de accidente durante el transporte de larga distancia desde las centrales de toda la península. Y lo peor es que el tipo de almacenamiento obliga a que este centro se convierta en un auténtico bunker militar si queremos preservar la seguridad nacional. Recordemos que estos residuos, a parte de contaminar radiactivamente, se pueden usar en la fabricación de bombas atómicas.
La alternativa de los ATI con un plan de cierre
El ATC no es la solución. La solución real a los residuos radioactivos es asumir que las centrales nucleares fueron una lamentable decisión con la que centenares de generaciones inocentes tendrán que lidiar y asumir los riesgos legados. Para ello antes que asumir que hacer, y en espera de hallar una solución adecuada (el llamado almacenamiento geológico profundo sigue sembrando dudas con los residuos) hay que aprobar un CALENDARIO de CIERRE. Sólo de este modo se pueden hacer previsiones reales.

Las centrales nucleares españolas producen un gramo de residuos de alta actividad por español y año. Esta cifra es cien veces inferior a la cantidad de residuos tóxicos industriales generados en España. Sin embargo, representa unas 40 toneladas al año de un residuo mortal durante siglos. El traslado de combustible es una de las tareas previas necesarias para el desmantelamiento de una central nuclear. En la imagen, traslado en enero 2009 de un contenedor de combustible gastado sacado de la piscina de la central nuclear José Cabrera de Almonacid de Zorita - cerrada en abril del 2006 - al almacén temporal individualizado (ATI) en seco, construido en esta instalación. En total se trasladaron doce contenedores en los que se distribuían 377 elementos de combustible gastado que reposaban en la piscina de la central. Foto: Enresa.
A partir de este, la única solución sensata, solidaria y de mínimo riesgo, es asumir que sea en los recintos de las propias centrales nucleares en donde se construyan los llamados ATI (Almacenamiento Temporal Individualizado) en “seco” con contenedores sólidos. Los contenedores en los que se almacenan los residuos están cubiertos de acero, herméticamente cerrados, y recubiertos también de blindajes de hormigón y plomo de aproximadamente un metro de espesor. Curiosamente, esta tecnología es la que adoptarán en otros países en contra del ATC ya  que implica altos riesgos no sólo los derivados de la presencia, manipulación y almacenaje de los elementos de combustible nuclear que se ubicarían en el interior de la instalación ATC, sino que como hemos apuntado, por los asociados a los transportes de esos residuos radiactivos desde las centrales nucleares al ATC. Y porque la gestión de residuos en cada central asegura la inversión en mantener sin riesgo estas instalaciones una vez terminen su vida útil.
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La protesta social contra el cementerio nuclear centralizado parece que no importa a las autoridades y mucho menos al ministro Miguel Sebastián que ha convocado un lamentable concurso para optar al premio de albergar un cementario nuclear centralizado. En una sesión del Senado Español se reconocía que los residuos radiactivos de alta actividad pueden implicar riesgos durante miles de años.
Por tanto, la única solución sensata a defender es que se apruebe y ponga en marcha un plan de cierre progresivo, pero urgente de las centrales nucleares, dado que éstas son las productoras de estos peligrosos residuos. El abandono de la energía nuclear y su sustitución por recursos energéticos limpios (energías renovables y programas de ahorro y eficiencia energética) es posible gracias a su elevado potencial. Que las propias centrales nucleares existentes se asuman como un problema colectivo y se invierta para que se puedan contener en sus recintos los propios residuos es lo deseable y la única opción con suficiente consenso, porque simplemente es asumir con sensatez un riesgo conocido en lugar de añadir otro de consecuencias imprevisibles como es el ATC.
Ahora las plataformas sociales se lanzan a defender que en “su patio” no es aceptable. Gracias a la propuesta del “concurso del diablo” diferentes municipios optan al “premio económico”. Catalunya tiene todo los números porque ENRESA tiene en esta comunidad autónoma la mayor parte de sus técnicos que han participado en el desmantelamiento de Vandellós 1 y porque tiene un gobierno autónomo presidido por quien concibió la idea y acostumbrado al pacto político de baja estofa por dinero. Sólo la unión de las plataformas sociales exigiendo el calendario de cierre programado sobre la mesa e instando a establecer el plan de construcción de los diferentes ATI en cada una de los recintos de las actuales centrales puede triunfar según Carlos Bravo, responsable de Energía de Greenpeace.
Como sucede a menudo con el diablo, de momento este ya ha puesto su semilla valorada en una inversión de 700 millones de euros y la creación de más de 300 empleos y mientras los desalmados se pelearán para que lo pongan en casa del vecino. Un espectáculo como siempre dantesco, pero que refleja la inmadurez socioecológica colectiva. Desde algunas entidades como Tanquem les Nuclears, algunos de sus miembros apuestan para que en lugar de decir NO AL ATC se aproveche este burda opción del ministro Sebastián para exigir el CALENDARIO DE CIERRE + ATI en defensa de la solidaridad territorial e intergeneracional. Lo demás, es hacer crecer la semilla que Sebastián va plantando para que nos cozamos con el calentamiento global incrementando nuestras emisiones a base de frenar las renovables.

En España el volumen total previsto de residuos radiactivos que se gestiona de baja y media actividad es de 176.300 m3. Construído en 1992 almacena ya a un 30 % de su capacidad. En la foto, el centro de almacenamiento de El Cabril. Los residuos nucleares de corta vida media y baja actividad como los que almacena El Cabril, su peligrosidad se prolonga entre 100 y 300 años. Foto: Enresa.

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