"En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército
Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La
guerra ha terminado.”
Con estas palabras oficialmente terminaba la guerra, pero
como es habitual en la derecha de este país, fue otra de sus muchas mentiras,
la guerra de trincheras del pueblo español contra las potencias fascistas
europeas si termino ese día. Con el fin
de la guerra no llego la paz.
Tras ese “fin de la guerra,” los muertos, diversas fuentes
cifran en más 400.000, de ellas 192.000 en los diversos campos de concentración
repartidos por nuestra geografía, a diferencia de los nazis, aquí el método era
más tradicional, fusilamiento, situación que se prolongó hasta terminada la
Segunda Guerra. Hubo ajusticiamientos "legales", en cumplimiento de
sentencias dictadas por tribunales militares pero también hubo asesinatos
ilegales, las llamadas sacas, practicadas al margen de las autoridades
militares, pero con el pleno conocimiento de que se estaban llevando a
cabo. Muchas de las víctimas fueron
enterradas en fosas comunes repartidas por toda España, no siempre en los
cementerios, sin que su muerte fuese inscrita en los registros civiles y sin
que sus familiares en muchos casos fuesen informados, ni dónde ni cuándo ni
cómo.
También hubo desapariciones misteriosas nunca aclaradas,
presos hacinados en las cárceles, algunos de ellos por haber sido denunciados
sin pruebas ninguna. La cultura dejo de
escribirse con mayúsculas, poetas fusilados, o encarcelados y dejados morir a
propósito.
La posguerra fue mucho peor que la guerra para una parte muy
importante de españoles, unos tuvieron tiempo de salir hacía otros países,
muchos de ellos terminaron en campo de exterminio nazis, ante el abandono por
parte de la dictadura franquista, que al ser consultada, por los nazis, sobre
que hacían con los españoles residentes en España, el Gobierno del “padrino” de
su católica majestad, replicó que no
existían españoles allende las fronteras.
Otros lograron enrolarse en la resistencia francesa, otros marcharon a
México, Argentina, Venezuela, o la Unión Soviética, con distintas suerte según
los casos y países. Para ninguno termino
la guerra.
Pero para aquellos que se quedaron dentro de las fronteras
españolas, esa máxima que presumían las autoridades del Régimen por el
cual "la consideración y aun la
honra del enemigo vencido son compatibles con la dureza de la guerra y están
dentro de la mejor tradición española".
Como se ve el uso del cinismo y la mentira en la derecha reaccionaria
española no es de ahora, viene de antiguo. No hubo rastro de consideración ni
de respeto hacía el vencido, España entera se convirtió en un inmenso campo de
concentración, miles y miles de personas fueron encarcelas, asesinadas,
humilladas de la peor manera posible, especialmente la dictadura se cebó con
las mujeres, ya fuesen por ser ellas “rojas” por serlo sus maridos, o sus
padres, niñas de catorce años y menos, fueron entregadas para disfrute de
mercenarios moros. El rapado al cero o
las purgas con aceite de ricino, fueron cotidianos.
En muchos pueblos la represalia contra los combatientes fue
cruel, asesinatos, encarcelamiento y algo de lo que se ha hablado poco, los
avales no solían darse por buena voluntad de quienes firmaban. Los avales se firmaban a cambio de la entrega
de tierras, propiedad de republicanos a cambio de aval, eso sí con el chantaje
permanente de que en cualquier momento ese aval podría caducar, por lo cual los
robos podían extenderse durante mucho tiempo, una viña ahora, una parcela…
Fueron muchos los fascistas que juntaron auténticos latifundios gracias a esta
criminal práctica. Como vemos lo de
robar o apoyar a quienes roban, como actualmente hace el gobierno de España
apoyando a las entidades financieras que roban a los ciudadanos, tampoco es
algo nuevo, viene de lejos.
Esa corrupción generalizada, continúa. Termino la guerra ese primero de abril de
1939, pero la paz no llegará hasta que se restituya la legalidad arrebatada. No
se puede cimentar una “democracia” legal utilizando como argamasa la sangre de
los españoles asesinados por un régimen terrorista y criminal, ni se puede ni
se debe tolerar que el genocida sea quien marque, ordene y mande el futuro de
los españoles, como así lo hizo, atando y amordazando la soberanía del pueblo a una anacrónica y
corrupta monarquía, continuadora directa de aquella criminal dictadura.
Publicado también en; Unidad Cívica por la República
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