jueves, 15 de mayo de 2014

Sobre la libertad de expresión y los controles de las redes sociales


En estos tiempos que corren de rabia e indignación las lenguas y los teclados se disparan como cañones, nunca se debe insultar, mi padre decía que no hay ninguna cosa tan seria que no se pueda decir con una sonrisa.  Pero las cosas se deben decir, no se deben quedar dentro, eso es muy malo y si alguien es un ladrón o un criminal es necesario denunciarlo, para eso no es necesario acordarse de su madre.  Que una persona haya sido asesinada es muy grave pero no por ello, después de condenar el crimen, sea por el motivo que sea, nunca se debe quitar la vida a otro ser humano, pero tampoco por el hecho de ser una persona asesinada si era un ser vil, pasa a ser una persona honorable, ni al revés tampoco.


Las personas somos lo que somos y lo que fuimos, que hayan muerto no hacen honorables a seres tan despreciables y criminales como, Felipe V, Isabel de Farnesio, Carlos IV, Fernando VII, al general Franco o a otros criminales.

El insulto siempre está demás, pero la libertad de expresión siempre debe estar en su justa medida, la justa medida de la libertad de expresión no es la que quiera imponer el tirano, el dictador o los gobernantes de turno.  La libertad de expresión en su justa medida es la de decir lo que te dé la gana, sin mentir ni falta al respeto a las personas.  Pero si esas personas son o han sido unos ladrones, unos corruptos o unos criminales, decirlo o denunciarlo no es faltar al respeto, es ejercitar la libertad de expresión.

Es muy grave el intentar controlar los comentarios que se producen en las redes sociales, que como tales, son espontáneos y no son diferentes esos comentarios a los que se puedan producir en un bar o en una tertulia entre amigos y que al igual en la calle o en cualquier lugar, si se producen amenazas o coacciones deben estar penados de acuerdo a la ley. Ni las amenazas ni la coacción se pueden ni se deben permitir, ni por parte de los ciudadanos ni mucho menos de sus gobernantes, como está ocurriendo en estos momentos, que diversas voces amenazan a los ciudadanos con perseguirles judicialmente por ejercer su libertad de expresión o manifestación  y se les coaccionan para impedirles que la ejerzan esos derechos.

Contrasta este interés por coartar y coaccionar a los ciudadanos para impedirles su libertad de expresión y de ¿pensamiento?, con el nulo interés que muestran nuestros gobernantes   por perseguir a delincuentes de traje y corbata, a corruptos, banqueros, políticos y grandes empresarios que con sus acciones y omisiones están causando la ruina y la muerte de muchos ciudadanos y  algo muy llamativo, se deja en libertad a narcotraficantes internacionales.  ¿Debemos pensar que el gobierno es cómplice de dichos delincuentes? Me gustaría pensar que no, me temo que es pedir peras al olmo pretender que ahora ocurra algo diferente y se persiga a personas implicadas en graves casos de corrupción, blanqueo de capitales, estafas y narcotrafico, cuando presuntamente han colaborado con determinados partidos políticos con sobresueldos y prebendas.

 Al menos que por lo menos a los ciudadanos se nos permita el derecho al pataleo, porque la democracia sin libertad de expresión nunca se puede considerar como tal, aunque a la presunta "democracia" española le faltan multitud de componentes esenciales que debieran darse en una democracia y que están muy lejos de darse en este país que se llama España, un ejemplo claro de lo que nunca debe confundirse con un Estado basado en la ética, la justicia social y la democracia.


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