La verdad me sentí desilusionado, si bien lo veía como algo
raro que personas de la categoría de Gabilondo o Garci, se sometieran gustosos
a la farsa, que REALMENTE FUE, el 23F.
Lo cierto es que la historia de Jordi Évole no es menos real que la que
nos han contado como real.
Mi escaso raciocinio
me dice que el golpe, tuvo más de presunto que de real, y que por supuesto fue
un éxito claro en cuanto a los objetivos alcanzados. Necesitaban
un “salvador de la patria”, un “héroe”, que mutase las reticencias de aquellos
que todavía se atrevían o nos atrevíamos a decir claramente que ese Régimen
nacido de la dictadura era una prolongación de la misma y por tanto era ilegal
e inmoral darle apoyo.
Hay pruebas más que suficientes como para que tengamos claro
que todo fue un montaje, para presentarnos al Rey como el salvador y el garante
de la democracia.
El falso documental de
Évole, nos muestra, que incluso en estos tiempos de la comunicación, resulta
muy fácil la manipulación, pero también, sin quererlo, nos da claves y nos
ayuda a reflexionar sobre lo fácil que le resulto al apéndice de la dictadura,
al PsoE, al PcE, a los herederos del dictador, manipular a un pueblo que
todavía tenía las heridas abiertas por golpe de Estado que termino en genocidio
y en 36 años de dictadura criminal.
En esos tiempos, los republicanos estábamos huérfanos de
referentes partidistas, desechado el PcE de Carrillo, en el PsoE, había algo de
llama tricolor, a partir de ese momentos, la llama se apagó, y no digo que no
quedase algún ascua, pero la mayoría se redujo a cenizas y desde ese momento cuestionar
la figura del heredero del genocida dictador fue declarado herejía, solo
algunos tozudos nos atrevíamos a soñar con la República. Recuerdo que hasta el único partido
republicano legalizado por entonces, ARDE, alabó la actuación del heredero del
dictador. De repente había nacido la “ideología”
más cobarde y vergonzante, el “juancarlismo”.
Cobarde y vergonzante porque quienes se declaraban así, cobardemente se
agarraron a un ascua que sabían que iba contra la razón y que era algo
inexistente e incompatible con la razón y la democracia, pero que servía para
dar visos de legalidad a su estatus personal, alimentado por el miedo del
pueblo que sentía temor por una nueva guerra civil, y que abducidos por esos
vergonzantes y traidores políticos renunciaron a recuperar la legalidad y la soberanía
arrebatada.
Esos “juancarlistas” se esfuerzan ahora, con una monarquía
que saben corrupta y amoral, en hablar de “almas republicanas”, pero al estar
tan devaluada la figura del heredero del dictador, y sabiendo que le quedan
cuatro telediarios, hablan de abdicación ¿en el pueblo? Y una mierda que nos
comamos. En la figura del heredero, del
heredero del criminal que acabo con la soberanía y la legalidad del pueblo,
porque lo que realmente les aterra es que se termine el chollo del que
disfrutan. Porque la República que ha
de llegar viene con ideas de ética y justicia, de regeneración democrática y
eso es incompatible con la corrupción
franquista. Así que ahora se agarraran a
un príncipe supuestamente “capacitado”, que lo único que hasta el momento ha
demostrado es no tener ningún tipo de reparos en apoyar las medidas
neofascistas de Mariano Rajoy, amén de demostrar un desprecio absoluto hacía aquellos
ciudadanos que no le adulan en los actos a los que acude.
La realidad de lo que realmente ocurrió muchos se la llevaran
a la tumba, pero, como ya he dicho, es
casi tan creíble la ficción de Évole
como la mentira que nos contaron y que ha permitido a la los herederos del
dictador vivir a cuerpo de Rey, a ellos y a sus vástagos, con independencia de que
el pueblo español despierte y recupere su soberanía. Y ha dado lugar a que lo más palpable de todo
sea una corrupción que llega absolutamente a todas las instituciones del
Régimen, la cual ha provocado la miseria en amplias capas de la sociedad
española.
Me quedo con el final del falso documental:
“Nos hubiera gustado contar la verdad”.
La verdad que no sabremos, porque posiblemente la verdad sea
tan escandalosa como si hubiese sido el “documental” de Évole un documental
real.
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