Tras las elecciones del 19 noviembre de 1933, el triunfo de las derechas
trajo consigo los que se vino a llamar el bienio negro. Al igual que en la actualidad, la llegada a
la derecha al poder fue nefasta para la República, del mismo modo que la
llegada del partido monárquico neofascista español(PP) ha sido nefasta para el
pueblo en general, como si hubiesen intentado plagiar lo ocurrido con la
llegada al poder de las derechas en tiempos de la República, la principal
misión de aquel parlamento fue acabar con todos los logros de la joven República,
en ambos casos parece como si la única misión de la derecha sea volver al
pasado, en deshacer los logros sociales del pueblo. Posiblemente, lo ocurrido entonces y ahora,
quien mejor lo resume es el propio Gil Robles:
“Fueron muchos los patronos y terratenientes que en cuanto
llegaron las derechas al poder, revelaron un suicida egoísmo, disminuyendo los salarios,
elevando las rentas, tratando de llevar a cabo expulsiones (despidos) injustas
v olvidando las desgraciadas experiencias de los años 1931 a 1933”.
Entonces la reforma agraria, quedó totalmente paralizada,
ahora la Ley de la dependencia y los derechos laborales y sociales de todo
tipo, como si entonces como ahora las derechas se empeñasen en un suicidio
colectivo de España como nación. Ni entonces ni ahora vamos en dirección
de ver la luz al final del túnel, al contrario vamos cuesta abajo y sin frenos
hacia un negro foso, que puede dar como resultado último la desmembración de
España como nación, sin ser eso lo más grave.
El problema catalán, no existe, ha sido creado por la
intolerancia fascista del corrupto partido monárquico actual. Son tan ciegos que no se dan cuenta que quien
más contribuye al deseo de independencia de Cataluña o el País Vasco son ellos,
que la calle Génova además de ser una fábrica de embutidos choriceros, también
en una inmensa factoría de independentistas.
Del mismo modo que entonces, a nivel social el “suicida egoísmo”,
del que habla Gil Robles, se da en el ámbito laboral en la actualidad, egoísmo
suicida que va a llevar a la ruina no solo a la clase trabajadora, también a
pequeñas y medianas empresas. Un país no
puede basar su crecimiento en las exportaciones, sino hay consumo interno,
muere, más si les roban el derecho a la educación o la sanidad, más quienes
gobiernan lo hacen a dictado de las
grandes mafias financieras, como si su único fin fuese la instauración de un
Régimen esclavista, un oligopolio en manos de delincuentes. Son tan torpes, que no se dan cuenta de un
principio capitalista, cuando Ford se dio cuenta de que de nada servía fabricar
coches en cadena si los obreros no disponían de un salario que les permitiese adquirirlo. Ahora, cada día son más las familias que no
pueden ni pagar el recibo de la luz, pueden llevar a cabo la estafa conjunta
Gobierno y energéticas, pero a este paso no habrá a quien estafar, del mismo
modo que no habrá quien pueda comprar un coche, un televisor o una vivienda. Con sueldos de miseria el consumo
interno desaparece, el país se hunde y quien puede abandonar el barco lo
abandona.
Entonces como ahora, la corrupción campeaba a sus anchas
entre los miembros del gobierno, en noviembre de 1935, estalla el escándalo del
estraperlo, “pecata minuta” comparado
con los sobres de Bárcenas, la Gürtel,
la operación Picachu, el caso Nóos, la Brugal, etc. Etc… Entonces los
corruptos fueron obligados a dimitir, ahora a los responsables de corrupción se
les mantiene en el puesto y si es necesario se quitan de en medio a jueces que
se atrevan a juzgarlos o se les mantiene en el puesto y la fiscalía del Estado se convierte en abogado defensor de presuntos corruptos...
Pero entonces, a diferencia de ahora, había un presidente de
la República que supo ejercer como tal y que ante los continuos escándalos de
corrupción el día 7 de enero de 1936 firma un decreto de disolución de las Cortes. Ahora por el contrario, el jefe del Estado
apoya al gobierno, sus medidas antisociales y fascistas, porque presuntamente forma
parte del problema, y la institución que preside está también bajo sospecha,
por lo cual no puede moralmente condenar la actual situación, entre otras cosas
porque hasta su misma persona, su nombramiento no hay surgido de la voluntad
popular, sino de la decisión de un genocida dictador.
Entonces a diferencia
de ahora, las fuerzas republicanas,
supieron estar a la altura y fueron capaces de llegar a un acuerdo de mínimos
que devolviese la soberanía y la autoridad al pueblo, a la República. Ahora con una corrupción que llega a todas las
instituciones del Estado, seis millones
de parados, tres millones de niños en riesgo de pobreza extrema, miles de
jóvenes exiliados…, somos incapaces de llegar a acuerdos, perdemos las fuerzas y
las ganas en guerras cainitas que lo único que logramos es que el reino podrido
de España siga con sus egoísmos suicidas, pero contribuyendo a ello, por
sumisión y torpeza.
Si queremos podemos,
pero debemos querer, hay personas capacitadas para lograr esos acuerdos, pero
para ello es necesario estar dispuestos a llegar y no se puede llegar a ningún
tipo de acuerdos si van por delante las descalificaciones.
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