viernes, 3 de agosto de 2012

COSAS DE PINAREJO


Cosas de Pinarejo

Pinarejo, pastor con su rebaño

Este mes de vacaciones quiero dedicarlo a mi pueblo y a sus gentes, si los acontecimientos y la actualidad no me lo impide.

Al escribir todas estas tonterías que me da por escribir, me doy cuenta que cada día que pasa me encuentro más cerca de Pinarejo, dicen que las personas a medida que envejecemos, no tengo miedo a la palabra viejo, nos acercamos a nuestras raíces, como si una fuerza magnética nos arrastrase sin compasión hacía la tierra que nos vio nacer, entonces nos damos cuenta, de que al irnos, al marcharnos de nuestra tierra, no nos hemos marchado del todo. Como árbol hemos sido trasplantados a otros lugares, donde a fuerza de constancia hemos terminado echando raíces profundas, pero sin darnos cuenta esas raíces han ido buscando la querencia, a esas otras raíces, que como todo árbol que arrancas, quedan enterradas en la tierra y terminan rebrotando, unas y otras terminan encontrándose o al menos lo intentan.

Cuando comencé a participar en el foro de Pinarejo, no creí jamás, que esas raíces que deje en Pinarejo, tuviesen tanta fuerza, en ocasiones mi mente se distrae más de la cuenta pensando en aquellos tiempos, aquellos momentos que pase en Pinarejo, como si de una película se tratase veo a sus gentes, a esos críos de entonces, que ahora son cincuentones como yo, los veo jugar con el aro, al tejo, a indios y vaqueros, veo al cura don Gregorio, me veo besándole la mano, o intentando librarme de uno de sus capones. Veo a doña Maruja, con su pelo corto, escucho su voz, regañándonos o contándonos un cuento. Veo a toda la chiquillería, de entonces, tirándonos bolas de nieve, desde la divina Pastora a la calle Cantarranas. Veo a las mujeres cargadas con sus cantaros yendo a la fuente o a la veguilla, o lavando a mano. Veo a mi padre, desdentado prematuramente, ofreciéndome las cortezas del tocino. Escucho los campanillos de sus mulas subiendo por las pedregosas o embarradas calles, acercándose a mi casa.

- Es padre.- Recuerdo que decía a mi madre, saliendo corriendo a recibirlo.- ¿Qué me ha traído usted? Y mi padre le faltaba tiempo para abrir la “merendera” y ofrecerme las crujientes cortezas del tocino.
Veo a las mujeres cosiendo a la sombra del bombo, primero y después de la pared que levanto mi padre, escuchando al mismo tiempo las interminables novelas de Guillermo Sautier Casaseca y de sintonía “yo soy aquel negrito que cantaba la canción del cola.cao…”

Veo la llegada de las primeras cosechadoras y la desconfianza de aquellos curtidos hombres contra las máquinas.
- Eso lo único que hace es “estrozar” el grano y quitar el trabajo a las personas.

Veo a la dula repartir las cabras, o a los cabreros llegar a la carrera vendiendo cabras, o los muleros vendiendo mulas, mirándoles los dientes a las mulas, ¿para saber los años?

Por hoy ya he añorado bastante, otro día volveré a dar la monserga a quien quiera leerme, este mes de agosto quiero olvidarme de lo que me inquieta durante el año y no quiero escribir de penas, ni de política, ni recortes ni quebraderos de cabeza, quiero pensar y sentir y escribir cosas de Pinarejo, sé que no es algo que dependa de mi solamente, pues no controlo mi voluntad y si algo me inquieta, no me queda más remedio que sacarlo.

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