La Tricolor, la crisis y el miedo del Gobierno a la República
un artículo de Pedro A. García Bilbao
publicado en:
Según ha explicado el gobierno del Partido Popular, la bandera nacional española que fue vigente y constitucional entre 1931 y 1977, esto es, la enseña tricolor de la República Española —incluido el gobierno en el exilio—, puede ser considerada como símbolo que incite a la violencia, el racismo o la xenofobia (y como tal susceptible de ser reprimida y sus portadores sancionados) según la interpretación que sobre el terreno puedan tener las fuerzas de seguridad, si por el contexto de su exhibición así lo considerasen. Así, literalmente, por muy increíble que parezca y en franca contradicción con la jurisprudencia sobre el uso de la bandera y que reconoce sus inequívocos valores democráticos. Sin embargo, para este gobierno es ahora reprimida, y no sólo reprimida sino también infamada, asimilada a la simbología «nazi» y racista, prohibida en toda la Europa democrática, salvo en España, claro.
En España…, donde padres de ilustres miembros de este
gobierno han portado orgullosos en sus uniformes militares los emblemas de
unidades militares del Tercer Reich, como la División Azul, se permiten ahora
infamar a una bandera nacional, democrática y antifascista. En España…, donde
sin la intervención nazi-fascista la República Española habría vencido en la
lucha por la democracia y la libertad ante el golpe genocida de monárquicos,
integristas religiosos y fascistas.
¿Cómo se ha llegado a este absurdo?
Al parecer, según se vio obligado a explicar en sede
parlamentaria el sr. Ministro del Interior, durante un encuentro internacional
de balonmano en Alicante en Abril pasado, un ciudadano enarboló la bandera
tricolor lo que dio origen a protestas que llevaron a la fuerzas de seguridad a
sacar de entre el público al ciudadano, retenerle, identificarle y multarle,
por exhibición de símbolos que incitaban «a la violencia», a juicio de los
policias, actuación que en estos días apoya y justifica el sr. Ministro ante
preguntas de un diputado de Izquierda Unida.
Se dice que la bandera fue enarbolada con «vehemencia», ¿qué
hizo? ¿La agitó más de la cuenta? ¿Agarró el palo demasiado fuerte? ¿Hizo un
cursillo de abanderado en Siena y estaba practicando lo aprendido? ¿Protestaron
los entrenadores de los equipos? ¿Despeinó a alguien? No sabemos, «con
vehemencia» dijo el ministro. No parece que el ciudadano hiciese algo diferente
con la bandera a lo que hace el público en los estadios con las enseñas de sus
equipos y sus países; hizo lo mismo. Pero en este caso, los colores mostrados
«molestaron» a alguien que acudió a la policia. Tendríamos que preguntarnos a
quién y porqué. ¿Tendremos que comparar este hecho con los sucesos de cada
domingo en los estadios de deportes o este fue «especial»?
Se hace preciso recordar al sr. Ministro que la bandera de
la República Española, efectivamente, ha incitado en ocasiones al odio y a la
violencia, pero solamente entre los fascistas, entre los nostálgicos del
franquismo y entre todos los enemigos de la libertad y la decencia. ¿Vamos a
dejar de usarla por eso? ¿No nos va a proteger la policia?
En realidad, la actuación de las fuerzas de seguridad no ha
podido ser más coherente con la lógica profunda de la democracia española, un
estado en el que se respeta la legalidad del franquismo —como lo demuestra la
consideración de los tribunales franquistas y sus sentencias—, la impunidad de
sus crímenes, la perpetuación de los privilegios de los que se lucraron con la
muerte, cárcel y deportación de cientos de miles de compatriotas. No exagero,
¿cuantas empresas del IBEX 35 emplearon trabajadores esclavos y construyeron
imperios y fortunas con el saqueo de la nación y de los españoles merced a su
apoyo decidido a la dictadura?, o reparemos en el hecho sorprendente de que la
Fundación Francisco Franco y la Juan Marc sean ¡¡legales!!
Siendo así la realidad, no nos debe extrañar que el odio y
la violencia afloren entre los enemigos de la libertad cuando ondea sincera y
noble una bandera que podrá no ser vigente pero que representa la democracia,
la libertad y la constitución de la que un día el pueblo se dotó en unas
elecciones constituyentes libres —cosa que no fueron, le recuerdo, las de 1977,
con los partidos republicanos ilegales, los ayuntamientos en manos franquistas
y con la judicatura, la policía y el ejército de la dictadura impunes—.
Quienes en un
espectáculo deportivo ondean con orgullo la bandera que sienten como propia,
coexistiendo sin problema alguno con las enseñas legales vigentes, no llaman a
ninguna violencia a nadie que sea demócrata y antifascista.
Es muy triste que el gobierno de España se pliegue a este
dictado de odio e intolerancia. Que olvide que la bandera tricolor ha sido la
única bandera nacional española adoptada por el pueblo y que se impuso por
aclamación popular, y que millones de personas lucharon por ella en defensa de
sus libertades ante el fascismo propio y ajeno. Solo la traición, la guerra, la
agresión extranjera y el genocidio de un pueblo trajeron de nuevo la enseña que
marcaba las propiedades de la Casa de Borbón en el Mediterráneo, la enseña
cuyos colores estan hoy vigentes, gracias a una transición que se construyó
sobre la impunidad de esos crímenes contra la nación.
Ha cometido usted un error. sr. Ministro. Ha mostrado lo que
hay en su corazón y en el de los miembros de su partido. En un sistema
democrático no importa a quien le rece usted en privado, ni los valores de su
familia, aunque fuesen los de una familia que colaboró activamente con la dictadura.
En un sistema democrático lo importante es cómo se comporta uno públicamente.
Su actuación pública como ministro es la que nos preocupa. Y en esta actuación
se ha mostrado usted como digno heredero de los enemigos de la República, ha
defendido la subjetividad de la policia a su mando para reprimir un símbolo
democrático de la nación española, sentido como tal por millones de personas, y
lo ha asimilado a símbolos capaces de «incitar a la violencia».
Su gobierno, como los que le han precedido realizaron en
otras ocasiones, acaba de otorgar el marquesado de Queipo de Llano al heredero
de tal título. Lo de la bandera y el marquesado son dos actos cuyo significado
provocan alarma democrática. El Rey y el Reino, el estado español y su gobierno
perpetuando los honores a la persona de un traidor, un golpista, un criminal de
guerra y alguien absolutamente envilecido por el odio y, de forma probada,
incitador al asesinato y a la violación. ¿No le avergüenza sr. Ministro? ¿O es
que usted se refleja en la trayectoria de Queipo de Llano y sus valores? Toda
una seña de identidad para la Marca España que ustedes defienden. Queipo de
Llano como referente moral de la Corona y del Gobierno de España —pues un
marquesado implica eso, un referente moral para quienes participan de la
vigencia de los títulos nobiliarios—, el mismo Gobierno de España que justifica
que un sencillo ciudadano que enarbolaba orgulloso la bandera de su patria que
sentía como legítima en su corazón, sea acosado y multado a discreción por la
policia.
¿A qué temen, sr.
Ministro? ¿Tan peligrosa es la bandera tricolor? Le diré una cosa. Es peligrosa
para este régimen sólo bajo una condición: si ustedes se siguen considerando
herederos legítimos del franquismo y defensores de su legado y si ustedes justifican
los crímenes de entonces.
Si así fuera, tenga la certeza de que la Bandera de la
República se alzará de nuevo, porque la lucha por la libertad no va a parar
hasta lograr el fin de la impunidad y la recuperación plena de nuestra
soberanía. Y la próxima vez tengan algunos la seguridad de que no habrá
amnistías ni leyes encubiertas de punto final como la de 1977.
Ayudaría mucho, sr. Ministro, que usted condenase de forma
inequívoca los crímenes franquistas, afirmase la ilegalidad del régimen golpista
de Franco y expresara su pesar por las víctimas y su repudio por los verdugos.
Si usted y su gobierno hicieran algo tan sencillo, créame que ayudaría mucho a
reforzar la unidad de todos los demócratas en estos tiempos tan difíciles por
los que pasamos y que este hecho desgraciado del incidente de la bandera ha
enturbiado. Díganos, por favor, que lo estamos malinterpretando y que ni usted
ni su gobierno sienten otra cosa que horror por el franquismo y su triste
legado de muerte y humillación. Sabemos que incluso entre las personas de ese
entorno de origen, hay muchos con un sentimiento de rechazo por toda la sangre
y muerte que su delirio nacionalista y religioso infligió al pueblo español;
hay tal sentimiento entre muchos que la única forma de soportarse a sí mismos
es obcecarse en una imposible equidistancia entre los bandos de entonces, en la
invención de un imposible reparto simétrico de culpas. ¿No es hora ya de
superar esto? ¿No es hora ya de cerrar estas heridas? Son muchos los miembros
del gobierno y de su partido que por un mal entendido respeto a sus parientes
procedentes del campo fascista, se obstinan en asumir sus crímenes como
necesarios y les incomoda sobremanera que se les recuerde que no hubo
justificación posible para el golpe, la guerra, la dictadura y la triste
impunidad del franquismo que emponzoña el Régimen de la Transición incluso en
estos momentos. Por favor, tengan valor y coraje democrático, y deslíguense ya
de una vez de todo eso.
Ustedes podrían haberse tomado esto de otra forma. Con
naturalidad, con la sencillez de quien ve dos banderas que, hoy representan
valores constitucionales, una vigente y otra no. No ha sido así. Es algo muy
doloroso para todos. ¿No comprenden que si, sencillamente, se comportasen
ustedes como demócratas todo esto sería irrelevante?
Hay algo que quisiera hacerles entender. La democracia y la
constitución a todos nos amparan, pensemos igual o distinto, tengamos valores
diferentes en algunas cosas. La actual bandera vigente, la monárquica bicolor,
en la medida en que represente valores constitucionales es respetada por los
republicanos; el que sea vigente y legal son hechos de los que no dudamos,
aunque expresemos nuestro anhelo de superar las herencias del franquismo algún
dia. Enarbolar la bandera nacional tricolor constituye una afirmación
democrática y una muestra de patriotismo, es la expresión de un deseo que ni el
sr. Ministro del Interior ni todas las Fuerzas de Seguridad del Estado tendrán
armas, ni cárceles, ni leyes, ni multas, ni represión suficientes para lograr
aplastar, el deseo de que el pueblo español recupere algún día su soberania
nacional plenamente. Una soberanía nacional, sr. Ministro, que en estos días
duros de crisis, de injustos recortes y en los que se empuja a la miseria a
nuestro pueblo, es imprescindible para poder salir adelante.
Si ustedes en su
gobierno no están en condiciones de lograr asegurar los derechos y libertades
de los españoles y su derecho a la supervivencia dignamente, será el último
fracaso de la Monarquía bastarda del franquismo y la hora decisiva en la que
este pueblo, democráticamente, dará los pasos para tomar su futuro en sus
propias manos.
No, sr. Ministro. No debía usted haber apoyado la actuación
de esos policías. Debería usted haber desautorizado su acción. No era la
bandera vigente, pero era española, constitucional en su tiempo y en su
esencia, una enseña de la nación y sus libertades. Si a alguien molestó, sus policías
deberían haber sabido actuar correctamente en defensa, siempre, de los valores
democráticos. Recuerde, la Tricolor solo incita a la violencia a los fascistas
y a los herederos del franquismo, para cualquier demócrata es una enseña
honrada. A nosotros los republicanos, la bandera legal vigente, la bicolor, no
nos llama ni al odio ni a la violencia; sería absurdo, la vemos como un dato,
un hecho, pero sobre todo, como una anomalía que resolveremos algún día «con
naturalidad», como le decía, como un sencillo problema de salud pública. Sin acritud.
Cuando España
recupere su soberanía plenamente y la Tercera República sea una realidad,
cuando dispongamos de un estado y un gobierno comprometido absolutamente con el
bien público y con los derechos y libertades de todos, condiciones ineludibles
para salir de esta crisis, la bandera Tricolor ondeará de nuevo.
Hoy lo hace en millones de corazones, podrá verla sr.
Ministro en las calles, en las manifestaciones, en todas partes, sin necesidad
de actuaciones de diseño, sin fondos de reptiles, sin campañas para construir
identidades estupefacientes sobre éxitos deportivos. La Bandera tricolor de
España, sr. Ministro, la España que fue asesinada en mil cunetas, sigue
ondeando y es una promesa de futuro. Ustedes solo representan el pasado, la
humillación y la venta miserable de nuestro pueblo, cada viernes lo están
demostrando.
Sí, es claro que han cometido ustedes un error. También en
esto.
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