La mujer durante el franquismo - 1ª Parte.
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http://buscameenelciclodelavida.blogspot.com.es/2012/10/la-mujer-durante-el-franquismo-1-parte_21.html
La mujer ha sido considerada tradicionalmente como un sector
atrasado de la sociedad, refugio de la Iglesia y de la reacción. Éste carácter
atrasado no es innato en la mujer, como se ha hecho creer. La explicación a
esto no hay que buscarla en aspectos biológicos, sino en la doble explotación
que sufre bajo el sistema capitalista, ya que el sexo femenino sufre
doblemente: sufre bajo la dependencia social de los hombres y, por otra parte,
mediante la dependencia económica en que se hallan las mujeres en general. Pero
la historia nos ha demostrado que en los períodos revolucionarios, las mujeres
han estado siempre en primera línea, y han jugado un papel muy decisivo en la
lucha.
Durante los cuarenta años del franquismo, España fue un
ejemplo del más puro estilo de patriarcado. Durante la Segunda República se
había dado el voto a las mujeres, se les había concedido derechos y comenzaron
a incorporarse al mundo laboral. Durante la guerra, las mujeres participaron de
forma muy activa en los dos bandos, pero finalizada ésta, se las hizo volver al
rol tradicional en el hogar, reivindicado como propio de las mujeres por el
Frente Nacional. se suprimió inmediatamente toda la legislación de la República
que concedía derechos a las mujeres. El Estado decidió que se debía liberar a
las trabajadoras del taller y la fábrica, y a las profesionales de clase media
se les cerraron todos los puestos de trabajo. Se suprimió la educación mixta en
las escuelas y se diseñó una formación especial para convertir a las mujeres en
buenas esposas y madres. La familia conservadora tradicional se convertía en el
fundamento de la nación.
Para llevar a cabo esta tarea se creó la Sección Femenina de
la Falange, encargada de educar a las mujeres en su verdadero papel. La Sección
Femenina recogía este espíritu. Y, aunque el desarrollo económico de la segunda
mitad de los sesenta adaptó algo la incorporación legal al mercado de trabajo,
ya que muchas mujeres habían trabajado en la economía sumergida por necesidad,
estos principios se mantuvieron vigentes hasta la muerte de Franco.
EL MOVIMIENTO FEMINISTA EN ESPAÑA
ORÍGENES DEL FEMINISMO.
El feminismo llegó tarde y mal a España. En Inglaterra, los
países escandinavos y los Estados Unidos había adquirido fuerza y amplitud
gracias al desarrollo de las democracias liberales y al crecimiento de una
clase media fuerte, base de estas democracias. Pero en España, donde tal
desarrollo no había tenido lugar, la naciente burguesía industrial se alió con
las clases del país más retrógradas y reaccionarias, y ello condicionó la
formación de un feminismo consciente y solidario. Pese a que se dan casos de
gran inteligencia (Emilia Pardo Bazán o Concepción Arenal) y pese a la
existencia de algunas organizaciones de mujeres, lo cierto es que el feminismo
inicial español se convirtió en un movimiento moderado y acomplejado en sus
postulados y en su acción pública.
Así, no fue tanto su lucha como los cambios producidos en la
Segunda República lo que llevó a la mujer española a su nivel más alto de
emancipación. Después de crueles debates parlamentarios y constantes ataques
antifeministas en la prensa, la mujer española obtuvo su derecho al voto en
1931. Aunque tardía, la Constitución republicana llegó a ser una de las más
avanzadas en leyes como la del divorcio. Se llevó a cabo la reforma del Código
Civil: la mujer casada podía conservar su nacionalidad; tendría personalidad
jurídica completa; poseería idéntica autoridad sobre los hijos que el padre; la
administración matrimonial sería llevada conjuntamente por ambos componentes
del matrimonio, etc. Se introdujeron, además, leyes que protegían a las madres
trabajadoras y que garantizaban la igualdad laboral entre ambos sexos (aunque,
esto último, lo aseguraba sobre el papel).
La vida de la Segunda República fue demasiado corta para que
se desarrollase una ciencia feminista. Si los partidos políticos se interesaban
por la causa de la mujer era porque resultaba una manera de atraer su voto;
nunca demostraron una preocupación real por las raíces más profundas de la dominación
femenina. Además, los líderes republicanos temían que la mentalidad de la mujer
española, influida por el clero, obstruyera los propósitos reformistas de sus
programas políticos. Y la mayoría de las mujeres políticas participaban de ese
temor. A pesar de los cambios políticos y las reformas de la legislación,
permanecían en las raíces de la sociedad española los viejos tabúes y los
valores morales tradicionales que discriminan y dominan, en la práctica, a la
mujer. La Iglesia, por su parte, inició una fuerte campaña para contrarrestar
lo que consideraba una peligrosa influencia de la ideología revolucionaria en
la mujer. Y lo mismo sucedió con las organizaciones derechistas, como Falange
Española. Hubo mujeres que se plantearon la necesidad de crear organizaciones
separadas de los partidos y los sindicatos, con el fin de encaminarla lucha por
la liberación de la mujer en todos los terrenos.
La Guerra Civil (1936−1939) representó un revulsivo para la
toma de conciencia de muchas mujeres, cuya voz se escuchó en los mítines, en
las reuniones y a través de periódicos y revistas. Su actividad durante
aquellos años fue asombrosa, y hubiera sido elevadamente productiva para el
futuro de haber podido seguir el país la vía democrática iniciada.
FEMINISMO EN EL FRANQUISMO
Tras el establecimiento del régimen del general Francisco
Franco, los ideales más reaccionarios, que definían a la mujer en relación con
su esencia y destino natural, fueron concretados, desde un principio, en las
nuevas legislaciones, tanto civiles como penales y laborales. La mujer era
esposa, madre y reserva de los valores espirituales. Se protegió a la familia
como núcleo vital del nuevo Estrado y se prohibió el matrimonio civil, la
contracepción y el divorcio. Se estimuló la procreación y se premió a las
familias numerosas. La legislación española, inspirada en el Código de
Napoleón, comparó a la mujer casada con menores de edad.
La mayor parte de la normativa laboral contenía la condición
de que las mujeres abandonasen el trabajo al casarse. Se prohibió que las
mujeres ejercieran una serie de profesiones, como abogada del Estado, notaria o
diplomática. Con fines morales se prohibió también la educación mixta.
El ideal femenino era el del sacrificio, de la obediencia y
el de la subordinación. Era natural que el feminismo se convirtiera en algo
satánico antifemenino y antinatural. Las reclamaciones de igualdad entre el
hombre y la mujer eran una equivocación, ya que para los ideólogos falangistas
y para las voces que se hacían oír dentro de la Iglesia Dios había marcado
desde el principio la distinción entre los roles sexuales, y había creado al
hombre como un ser activo y a la mujer, como un ser pasivo.
Sin embargo, aunque el Fuero del Trabajo había establecido
que el Estado se encargaría de liberar a la mujer casada del taller y la
fábrica, la crisis de finales de los cincuenta, obligó a una serie de
revisiones de la política económica del régimen. La expansión industrial
necesitaba incrementar la población laboral, y especialmente la más barata, y
se recurrió a la mano de obra femenina. La nueva sociedad de consumo estaba más
preocupada por su bienestar económico que por las órdenes ideológicas del
régimen.
Poco a poco los signos de cambio fueron haciéndose más
visibles: se empezaron a publicar libros sobre la cuestión de la mujer donde se
analizó con dureza la problemática femenina en la sociedad española, y las
grandes teóricas del feminismo internacional fueron traducidas a finales de los
sesenta. Por otra parte, surgieron varias asociaciones legales de mujeres
(universitarias, juristas y separadas), y también organizaciones clandestinas
vinculadas a partidos políticos de la oposición.
NUEVAS TENDENCIAS EN ESPAÑA
A la muerte de Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975,
empieza en España un lento proceso democrático, y el motivo inicial de
liberación de la mujer, encuentra un clima más favorable para expresarse
públicamente. Este clima permite que las mujeres que se habían organizado ya
antes, clandestinamente o no, salgan a la calle y se movilicen. Su trabajo se
difunde muy pronto en los barrios, las asociaciones de vecinos, organizaciones
profesionales, centros de planificación familiar e incluso en el interior de
los partidos políticos legalizados. En diciembre de 1975 se celebraron en
Madrid las Primeras Jornadas por la Liberación de la Mujer, y en mayo de 1976
tuvieron lugar en Barcelona las Jornades Catalanes de la Dona.
A través de grupos de vanguardia u organizaciones de masas,
el feminismo español se ha ido configurando en los últimos tiempos, a través de
diferentes tendencias: las que se integran en los partidos políticos, tanto de
la derecha como de la izquierda, las radicales o las sexistas, que partían de
la base de que la mujer, dado su puesto en el sistema productivo como ama de
casa, constituye una clase social opuesta al hombre, y en consecuencia, tenía
que organizarse al margen de los partidos políticos y sindicatos. Las
organizaciones autómatas de tendencia socialista (el Frente de Liberación de la
Mujer), y las reformistas, las cuales, dentro o fuera de los partidos,
defienden cambios sociales y legales en el marco de las estructuras vigentes.
Sin embargo, esta clasificación es poco menos que superficial, puesto que las
radicales y las socialistas parten de un análisis parecido en cuanto a la
necesidad de transformación de la sociedad para lograr la total liberación de
la mujer, y la necesidad de crear organizaciones feministas autónomas e
independientes de los partidos políticos es compartida y defendida por muchas
militantes de los partidos de la izquierda tradicional.
Fuente:
http://www.vallenajerilla.com/berceo/garciacarcel/lamujerduranteelfranquismo.htm#FRANQUISMO
LA MUJER EN ESPAÑA
Biblioteca Gonzalo de Berceo
Catálogo general en línea
©vallenajerilla.com
Publicado por María Torres en domingo, octubre 21, 2012
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