Un magnifico artículo
de Carlos Monedero
Lunes, 15 de Abril de 2013 04:04
El loco, decía Lacán, no es el desequilibrado mental que se
cree rey, sino el rey que se cree rey. Ser rey en 2013 es como usar un calcetín
para no preñar, creer que la luz eléctrica la enciende el diablo o darse con un
látigo de cinco puntas en la espalda para que los pecados se blanqueen. Por eso
las coronaciones o los matrimonios reales necesitan ser tan efectistas: tienen
que compensar con oropel y maneras antiguas lo increíble del asunto. ¿Te
acuerdas, Felipe, de tu boda y todo aquel gasto descomunal?
Los reyes, además, tienen que llenar de brumas su pasado,
para que no aparezca un puñal, un veneno, una traición, un matrimonio de
conveniencia, un soborno, una matazón de campesinos. ¿Quién fue el primero de
la saga? Reyes, dinastías, príncipes herederos, argumentos legitimistas... Pudo
ser o no. Los borbones son un accidente. Viendo la historia, un desafortunado
accidente. No es que los Habsburgo, vulgo Austrias, fueran mejores. Ni mucho
menos. Pero los de la flor de lis, quizá por la cercanía, vienen frenando lo
inteligente en la historia reciente desde, cuando menos, la Revolución
Francesa. De Fernando VII, ni hablamos.
No queremos que seas rey, Felipe. Ya no son tiempos. Tu
bisabuelo entendió que este pueblo ya no lo quería. Se marchó. Si se hubiera
quedado, lo hubieran encarcelado. Pese a los intentos de la derecha de exonerarle
de toda culpa. Tu padre, tú mismo, soy millonarios gracias al dinero heredado.
(Lo de tu hermana se está discutiendo en sede judicial). Por decirlo amable. No
heredáis solamente el derecho de convertirnos en súbditos. Siempre heredáis
mucho dinero. Y luego lo sabéis mover muy bien. Por decirlo amable. Los
republicanos somos amables. Sabemos que el futuro, de no mediar un apocalipsis
nuclear, será republicano. Si hay catástrofe, habrá reyes. Otra razón para no
quereros reinando. Nos da mal fario.
A tu padre lo nombró un dictador. Franco. A ti te nombró tu
padre. Juan Carlos de Borbón. Siguiendo vuestras normas, le correspondía, por
edad, a tu hermana Elena. No la dejasteis. Luego os molesta que el pueblo haga
diferencias entre las personas listas y las personas tontas. Aunque viendo el
comportamiento de la lista, más nos valdría que no lo fuera tanto. No hay
momento en el que hayáis reinado en el que la inteligencia no os haya
repudiado. Tantos siglos y no habéis dejado ni siquiera un buen libro escrito por
alguno de vosotros, una sinfonía, un cuadro, una patente. A ti te pusieron en
una ocasión a presentar una serie sobre la naturaleza. Tu padre ya se había
bajado a unos cuantos elefantes, osos y demás animales con ojos lo
suficientemente grandes como para estremecerte cuando les disparas. Bien lo
sabías, pero te pusiste a darnos lecciones de respeto a la naturaleza. Siempre
nos dais lecciones de lo que no hacéis. Como cuando tu padre nos habla el 24 de
diciembre de la familia cristiana. De Corina, ni hablamos.
Como la iglesia, decís una cosa y hacéis otra. Hasta
ecologista te han presentado. ¿Cuánta gente de la familia real está vinculada a
consejos de administración de empresas altamente contaminantes? No podemos
quereros. Es la voluntad de un pueblo. Necesitamos la República. La República
en España es algo más que una forma de gobierno. Siempre lo hemos vinculado a
un cambio de régimen lleno de simbolismo emancipador. En la historia de nuestro
país, en ese mito de las dos Españas, invariablemente habéis estado en la
misma. Una pequeñita donde siempre estaban también el grueso de los militares y
los sacerdotes gruesos (es decir, todos), financiados por banqueros y por
Santas Alianzas internacionales. También, claro, por ese pueblo abducido para
vuestra causa por tener el verdugo en sus cabezas. Claro que al final hay gente
de vuestro lado. Nos habéis llevado a misa a ostias y a hostias. También
haciéndonos creer que los ricos también lloran o que podemos vivir vicariamente
a través de vuestros palacios y vuestras fiestas. Hace más daño Salsa Rosa, el
Hola y el confesionario que el Mein Kampf.
No serás rey, Felipe. Cuando estudiaste en Canadá, te dieron
el premio al mejor compañero. Podrían haberte dado el de física, el de
matemáticas, el de historia o el de redacción. Pero tuviste que venirte con el
de mejor compañero. No haberlo recibido. Nos gustaría que fuera os celebraran
por inteligentes o por solidarios, no por vuestro glamour aristocrático.
Sabemos que después de los asesinatos de Al Qaeda en Atocha -qué lástima, tu
padre podía haber salido a decir que no había sido ETA, pero se quedó callado,
dando por buena la mentira del gobierno de Aznar y del candidato, entonces,
Rajoy-, digo, después de aquella barbarie, anulaste tu luna de miel. Pero no
fue verdad. Nos enteramos después de que te habías ido, en secreto, de viaje.
En un avión sólo para vosotros, tus amigos -donde no hay noticia de que haya
ningún trabajador-, al Caribe. Nos enteramos porque hubo un incidente en un
aeropuerto en Estados Unidos. Dijiste que anulabas el viaje en solidaridad con
el dolor que teníamos por los casi 200 muertos. Pero no te dolía, porque te
fuiste a la playa a celebrar. Como Ana Botella con las muchachas muertas en el
Madrid Arena, de las que informaba entre viaje y viaje a un balneario en
Portugal. Sois la misma España. Una que no queremos. Una que necesitamos
superar.
Fuiste hace poco a Caracas, a las exequias de Chávez.
Escuché que te abucheaban. Te fuiste pronto. Ni siquiera te quedaste a la toma
de posesión del Presidente electo, Nicolás Maduro. No tenías tampoco nada que
charlar con Evo Morales, con Rafael Correa, con Cristina Fernández, con Mel
Zelaya o Fernando Lugo. Esa gente ya no está en esa lógica de las Cumbres que
se inventó Felipe González para hacer negocios con sus amigos. Vaya vaya con la
"madre patria".
Es cierto que nunca pedisteis disculpas por el "por qué
no te callas", ese tuteo autoritario de tu padre contra un Presidente
electo. Nunca se contó bien esa historia. En aquella Cumbre, Aznar, nada más
bajarse del avión, insultó, al pie de la escalera, a Chávez -qué gran
Presidente fue Aznar, el corresponsable de la masacre de Irak-. Después de
escuchar las declaraciones de Aznar, Chávez, enfadado, recordó la participación
de nuestro gobierno en el golpe de Estado en Venezuela en abril de 2002. En el
cierre, Zapatero, sin corresponderle la palabra, intervino, de nuevo para
defender a Aznar y reprender al Presidente venezolano. Ahí es donde Chávez
protestó. Y ahí es donde tu padre, quizá con una digestión pesada, saltó con
esas maneras tan borbónicas. Ya ni siquiera ayudáis a una buena relación con
América Latina. Por esto, tampoco puedes ser rey, Felipe.No serás rey, Felipe.
Tenemos que crecer como ciudadanos. Asumir las consecuencias
de nuestros propios actos. Necesitamos solventar nuestra relación entre los
diferentes pueblos de España. Con un rey es imposible ese diálogo. Tenemos que
sentarnos en igualdad de condiciones.Y necesitamos discutir también nuestra
relación con esa iglesia que se mete en nuestras escuelas, en nuestras camas,
en nuestras universidades y en nuestros laboratorios. Con un rey católico,
apostólico y romano no es posible. Necesitamos frenar el papel de los lobbies,
las intermediaciones empresariales, los patrocinios interesados que invitan a tantas
oscuridades. Con reyes ricos y lobistas eso no es posible… Sois un mal ejemplo
para otro tipo de emprendedores. ¿Cuantos yates y vacaciones os han financiado
empresarios con intereses confesados e inconfesables?
Tenemos que tomar las riendas de nuestro futuro en nuestras
manos. En la crisis actual del modelo, una crisis que es integral, ninguna
solución pasa por tutela alguna. Para eso necesitamos ser ciudadanos plenos.
Con un rey, no es posible. El pueblo necesita decidir quién tiene que representar
nuestra aventura común como sociedad y cómo articulamos nuestras relaciones.
Asumir esa responsabilidad. Crecer. Seguramente tú, Felipe, vas a priorizar el
mantenimiento de tu puesto de trabajo. Es tu principal interés. Te educaron
para eso. Tu interés por un lado, el nuestro por otro. A ti te hacemos siempre
falta nosotros. A nosotros no nos haces falta tú. Y porque nosotros somos el
pueblo, no vas a ser rey, Felipe. Pero tranquilo: no depende de ti. Sabemos que
esa tarea es exclusivamente nuestra. Estamos en ello.
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Fuente: Público
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