
Salí más al aire de la guerra en los últimos tiempos del mes
de julio. Aquellos primeros días de lucha van adquiriendo en nosotros un sabor
denso y sangriento cada vez mayor. Sonreímos al recuerdo de los sucesos primeros,
de su pintoresquismo dramático ...
Estalló la sublevación y el pueblo improvisó un ejército,
que se lanzó por (falta aquí lo que podría sustituirse por: «las calles de
Madrid y después fue a la») Sierra y a los demás frentes entre compañeros que,
a falta de un arma más ofensiva, llevaba al hombro un trabuco tatarabuelo o un
estoque carcomido de vejez. El entusiasmo sustituyó al arma en numerosos casos,
y los cuerpos caían, bajo la as tuta bala del legionario y el moro, por puro
entusiasmo. No se sabía qué cosa era la muerte, en realidad, y el enemigo
encontraba abundante pasto para su ira en los cuerpos de los milicianos,
ingenuos y generosos. Llegaba la aviación facciosa sobre nosotros y la
contemplábamos sin resguardarnos de ella. Insultándola, escupiéndola,
disparándola nuestros fusiles ... Su munición dejaba nuestros campos llenos de
muertos y heridos. La sangre vertida cotidianamente, inútilmente muchas veces,
nos fue aleccionando, moldeando, endureciendo, en las tareas combativas. Las
patrullas se fueron convirtiendo en compañías, las compañías, en batallones.
E15.o Regimiento inició una labor de preparación y dirección de los milicianos,
que comenzó a dar gloriosos frutos en los campos de combate. Se dedicó, además de
a la labor de adiestrar a los trabajadores en el manejo del fusil, al
descubrimiento de hombres de mando, que fueron surgiendo y cuajando en el calor
de la lucha; a la creación de batallones de fortificaciones, a la propagación
de folletos guerreros, a la exaltación de los héroes del pueblo.. Aparecieron numerosos
milicianos maravillosa moral guerrera. Nuestros muertos. Los que hemos enterrado en la línea de fuego,
nos han ido indicando con su silencio, nos han ido trazando el camino a seguir.
Hemos visto muchas energías malgastadas, mucho valor desperdiciado, mucho
fracasado ardor. Y hemos comprendido en nuestra marcha por las trincheras y los
cuarteles la necesidad del mando único, de la obediencia a una sola voz
principal en estos momentos decisivos; una sola voluntad que evite
derramamientos estériles, heroísmo estéril.
El Ejército Popular está levantado· potentemente ya, y sus pasos son
cada día más firmes, más victoriosos» .
MIGUEL HERNANDEZ
De la 1ªBrigada de choque.
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