domingo, 1 de diciembre de 2013

Esa España es una mierda

Escrito por :Juan José Téllez

Treinta mil euros por ofender a España. Los maderos y los picoletos decidirán, sin intermediación judicial alguna, imponer tales sanciones a pancartas y otros soportes de la libertad de expresión. La ley Fernández, como ya se llama a la nueva Ley de Protección de Seguridad Ciudadana, no sólo fijará multas millonarias contra quien llame gazmoños a los antidisturbios o pagafantas al Rey, sino que se cebará en quienes usen en vano el nombre de la patria.
Esta nueva norma, que precederá sin duda a la restauración de la Ley de Vagos y Maleantes, ¿pretende acabar con los insultos al Estado en los derbys entre el Barça y el Madrid, o expulsar del territorio nacional a Victoria Beckam si es que vuelve a decir que España huele a ajo?
Ya veo en los cuartelillos a Ana Belén, si es que vuelve a los escenarios para cantar “A veces madre y casi siempre madrastra”, un insulto que mucho antes había acuñado Blas de Otero, que en paz descanse: “Madre y madrastra mía,/España miserable/y hermosa. Si repaso/con los ojos tu ayer, salta la sangre/fratricida, el desdén/idiota ante la ciencia,/el progreso”.
Nuestros poetas, desde luego, se verían gravemente afectados por las sanciones: “Ardiente y andrajosa”, le llamó Luis Cernuda a la España de charanga y pandereta de don Antonio Machado, aquel mal español a los ojos de Fernández, quien sentenciara aquello de: “En España, de diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.
La ley de la mordaza, la de la patada en la boca, la que alejará a la indignación de los alrededores de los parlamentos, la que perseguirá al 15-M, a la prostitución y a las botellonas de una misma tacada, prohibirá hablar de la España “odiada, porque envidiada”, de Baltasar Gracián, del “triste país” de Mariana José de Larra, e incluso llevaría hasta el cuartelillo al bueno de Antonio Canovas del Castillo, orgullo y prez del Partido Popular, en el caso de que volviese a repetir aquello de “son españoles los que no pueden ser otra cosa”.
El Gobierno español no sólo pretende recortarnos el presente e impedir el futuro, sino retrotraernos al pasado, desde los salarios a las becas, desde el sistema de salud a la Ley del Aborto. Incluso persigue arrebatarnos una de nuestras principales señas de identidad que estriba precisamente en ofender a la madre patria que nos parió. Ya lo avisó Joaquín Bartrina: “Oyendo hablar a un hombre,/ fácil es acertar donde vió la luz del sol;/ si os alaba a Inglaterra, será inglés;/ si os habla mal de Prusia, es un francés/ y si habla mal de España es español”.
El coronel Amadeo Martínez Inglés está más que acostumbrado a visitar los juzgados por insultos a la corona. Así que no le extrañará que le embarguen la paga si vuelve a decir que “España es una cloaca de corruptos”. Que se tiente la ropa incluso Arturo Pérez Reverte, quien acuñó una de las definiciones más lúcidas y evocadoras de esta nación: “Atormentada piel de toro española, turbia y homicida, cuna de Caín”.
De aquí sólo se librarán los muertos y los extranjeros. Como Simón Bolívar, quien destacó en su día que España es “una nación que sólo ha sobresalido en fiereza, ambición, venganza y envidia”. O Napoleón, que nos definió como “una chusma de aldeanos guiada por una chusma de curas”.
“Lo increíble de España –como dijera Bismarck—es que con una clase política tan inepta todavía exista el país”.
La clase política que ahora nos pastorea cree que España es suya. Pero esa España que no sólo cierra fábricas sino televisiones públicas y bocas libres, la de quienes quieren convertirnos a todos en camareros y desprecia a los funcionarios y a los artistas; la que quisiera censurar las películas pero se conforma con asfixiar al cine; la que arría el nombre de los actores de sus teatros, se engorila contra los gibraltareños y seduce a los turistas británicos; la que engorda a los bancos y adelgaza el Estado; esa a la que no le gusta ni la ley de dependencia ni la independencia de los jueces; la que no cree en la autodeterminación de quienes nos gustaría decidir si somos o si no somos lo que queramos ser; la que escolariza a los crucifijos y suspende a la ciencia, esa España es una mierda.
Si yo hubiera escrito alguna ofensa española pareja a la que acaba usted de leer, en caso de que el anteproyecto de esta nueva ley llegue a buen puerto, tendría una lechera en la puerta para cobrarme cinco millones de las antiguas pesetas. Pero esa España chufla y beata, excluyente y beoda, medieval, caudilla y pejiguera probablemente ignore que la libertad no tiene precio.

Escrito por :Juan José Téllez

Fuente:Público

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