Fue el lunes después de la abdicación del heredero de
Franco, duran la concentración en favor del Referéndum en la plaza que fue de Emilio Castelar y
rebautizada ahora con el honroso nombre del PlaÇa del 15 de Maig (Plaza del 15 de Mayo). La ilusión ponía los vellos de punta de los
presentes, los gritos y canticos en favor de la República llenaban el ambiente
de emoción e ilusión por partes iguales. El ondear de banderas tricolores le
daba la nota de color necesaria a la concentración por la libertad de decidir
de un pueblo que durante muchos años ha permanecido callado, un pueblo que
parece por fin despertar de un largo letargo de miedo y temor a volver repetir
hechos de los cuales no fue responsable sino víctima de criminales acciones que
desembocaron en un golpe de Estado y posteriormente en una cruel dictadura.
Pueblo que acato un jefe del Estado impuesto por un criminal dictador, con la
complicidad de partidos democráticos que vieron la opción de la “democracia”
descafeinada como un mal menor. No me
voy a entrar si fue por cobardía o un acto de prudencia, no es el momento. Lo
cierto es que ese Régimen fue prolongación de la dictadura impuesta por un
genocida y que el pueblo fue y continúa siendo chantajeado por sus herederos y
lo que es peor, por fuerzas que se declaran de izquierdas y republicanas…
Perdón separemos, el trigo de la grama. Pero ahora vamos al
protagonista de este artículo, Pedro:
De entre los gritos y cantos sobresalía una voz por encima
de todas, en esa voz se denotaba una ilusión y unas ganas de luchar inmensas. Yo miraba buscando esa voz, pero no en la
dirección adecuada, me acerqué y entonces le vi a él, a Pedro, en su silla ruedas,
coreando gritos en favor de la República y coreando cantos de libertad. Quedé impresionado, no pude menos que
quedarme anonadado, ver como sus carencias físicas no eran impedimentos para
estar allí, en primera línea de lucha, arengando como lo haría un general de un
ejército victorioso a sus tropas, pero no desde la retaguardia cobarde de los
mandos militares, sino en la vanguardia, en la primera línea. En ese momento quise conocerlo, saber su
nombre, pocas palabras intercambie con él, las suficientes para saber la
calidad de su persona, su dignidad.
Ya desde casa conecte a través de las redes con él, hablamos
y me dijo:
-
“Yo ahora mismo estoy un poco cabreadísimo, porque
soy del PSOE, es decir militante y ya ves la sorpresa que nos dieron…”
Yo le respondí que:
-
Yo soy nieto y bisnieto de militantes del PSOE,
me duelen las siglas, pero debo reconocer que estoy siendo muy duro con ellos,
no con los militantes, sino con la cúpula, si vieses lo que escribo de ellos...
A lo que él me respondió, que nada tiene que ver la cúpula con
la militancia, que su sentir es mayoritario entre los militantes socialistas, los
cuales se sienten al igual que Pedro “cabreadísimos”.
Hemos hablado de sus inquietudes, para él es más importante
la lucha por la libertad, por la igualdad de la mujer, por la educación o la
sanidad o la dignidad de las personas en general que esa carencia que padece,
porque él a la hora de dar el callo es uno más y quiere que se le valore por
ser quien es y no por ninguna otra circunstancia.
Ahí donde debemos separar el trigo de la grama, por un lado
quienes desde la cúpula del PSOE, pretender dar un ejemplo de presunta “responsabilidad”
apoyando a un Régimen corrupto, que saben que es corrupto, pero del que forman
parte, al tiempo que meten miedo desde sus atalayas, siendo enaltecidos por
tiranos como Rajoy ayer en Lisboa, lo cual debiera ser más que sospechoso para
cualquier militante socialista honrado. Esa está claro que es la grama.
El trigo está, con Pedro a la cabeza, entre esos miles de
socialistas de base o no, que saben que es necesario un cambio, que es
necesario dar pasos en favor de una democracia real, en dirección a un proceso
constituyente en el cual las personas estén por encima por encima de las
decisiones de las oligarquías políticas o económicas. He recordado a Pedro y he pensado que si
todos los españoles tuviésemos la grandeza, la dignidad que él demuestra él,
España sería la admiración del mundo, porque con ese coraje, esa claridad de
ideas de justicia y libertad, todos los obstáculos se superan. Con personas como Pedro, seguro que el camino en dirección a la República ira sobre ruedas.
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